«Y no iba a terminar sin decir una palabra a los abuelos, que tienen la sabiduría de un pueblo, que son la memoria de un pueblo, la sabiduría de la familia ¿tienen un lugar digno?…. Los abuelos que salvaron la fe en muchos países en los que estaba prohibido practicar la religión y llevaban a los niños a escondidas para que los bautizaran; los abuelos que enseñan las oraciones».
Lo recordó este domingo el papa Francisco en el congreso eclesial de la diócesis de Roma que se realizó en la Plaza de San Pedro, en sus palabras dichas de manera espontánea.
«¿Los abuelos en la familia tienen un lugar digno? Ahora estoy seguro que sí, porque con la falta de trabajo van donde los abuelos a buscar la pensión…», ironizó el Santo Padre. «Esto sí se hace… Pero los abuelos que son la sabiduría de un pueblo, que son la memoria de un pueblo, que son la sabiduría de la familia ¿tienen un lugar digno? ¿Hoy los abuelos están dentro de la familia?».
E indicó que muchas veces se dice: «los abuelos son aburridos, hablan siempre de las mismas cosas, llevémosle a la casa de reposo…». Y lamentó: «Cuantas veces pensamos esto».
Así el Papa quiso contar una historia que escuchó cuando era un niño. «Se cuenta que en una familia el abuelo vivía con el hijo, la nuera y los sobrinitos. El abuelo había envejecido y había sufrido un pequeño derrame cerebral, era anciano y cuando comía en la mesa se ensuciaba un poco. El papá se avergonzaba de su papá y decía: «No podemos invitar gente a casa…». Y decidió hacer una mesita en la cocina, para que el abuelo comiera solo. La cosa fue… y algunos días después el papá llegó a la casa después del trabajo y encuentra a su hijo de seis o siete años que jugaba con un martillo y pedazos de madera y clavos.
– ¿Qué haces muchacho?
– Estoy haciendo una mesita…
– ¿Y para qué?
– Porque así cuando serás viejo podrás comer solito como come el abuelo».
Tras contar esta historia, el Papa dijo: «no hay que avergonzarse del abuelo, no hay que avergonzarse de los ancianos. Ellos nos dan la sabiduría, la prudencia; nos ayudan tanto. Y cuando se enferman nos piden tantos sacrificios, es verdad».
El Papa concluyó recordando que «algunas veces no hay otra solución que llevarles a una casa de reposo… pero que sea la última, la última opción que se hace». Porque «los abuelos son una riqueza».