El Santo Padre ha pedido que el cristiano sea consciente de que sin la ayuda del Señor no puede caminar en la vida. Lo ha hecho durante la homilía de la misa matutina celebrada en Santa Marta. De este modo, ha subrayado que solamente podemos rezar bien si somos capaces de perdonar a los hermanos y tener un corazón en paz.
Durante la homilía, Francisco ha reflexionado sobre tres puntos: “debilidad, oración y perdón”. Y así, ha subrayado que «somos débiles, una debilidad que todos llevamos tras la herida del pecado original”. Además ha añadido que somos débiles, que “resbalamos en los pecados y no podemos ir adelante sin la ayuda del Señor”.
Al respecto, el Pontífice ha advertido que “quien se cree fuerte, quien se cree capaz de desenvolverse solo, por lo menos es ingenuo y al final, sigue siendo un hombre derrotado por tantas, tantas debilidades que lleva en sí mismo”. No podemos dar un paso en la vida cristiana –ha añadido– sin la ayuda del Señor, porque somos débiles. Y aquel que está de pie, esté atento a no caer porque es débil.
Por otro lado el Papa ha recordado que también somos débiles en la fe. “Todos nosotros tenemos fe, todos queremos ir adelante en la vida cristiana pero si no somos conscientes de nuestra debilidad terminaremos vencidos”. Por esta razón, ha asegurado el Pontífice, es bella aquella oración que dice: “Señor sé que en mi debilidad nada puedo sin tu ayuda”.
A continuación ha dirigido un pensamiento a la “oración”. El Papa ha explicado que Jesús “enseña a orar”, pero no “como los paganos” que pensaban que eran “escuchados a fuerza de palabras”. Al respecto, Francisco ha recordado que la madre de Samuel pedía al Señor la gracia de tener un hijo y, rezando, apenas movía los labios. El sacerdote que estaba allí, la miraba y creía que ella estaba borracha y la regañó.
De este modo, ha exhortado a comenzar la oración con la fuerza del Espíritu que reza en nosotros, rezar así, simplemente. “Con el corazón abierto en la presencia de Dios que es Padre y sabe, sabe qué necesitamos antes de decírselo”, ha asegurado.
Finalmente, el Obispo de Roma ha hablado del perdón, subrayando cómo Jesús enseña a los discípulos que si ellos no perdonan las culpas de los otros, tampoco el Padre les perdonará.
“Solo podemos rezar bien y decir ‘Padre’ a Dios si nuestro corazón está en paz con los demás, con los hermanos.
– ‘Pero, padre, éste me ha hecho esto; éste me ha hecho esto y me ha hecho aquello…’.
– ‘Perdona. Perdona, como Él te perdonará’.
Y así la debilidad que nosotros tenemos, con la ayuda de Dios en la oración se transforma en una fortaleza porque el perdón es una gran fortaleza. Es necesario ser fuertes para perdonar, pero esta fortaleza es una gracia que nosotros debemos recibir del Señor porque somos débiles”
(RLG) (HSM)