Este sábado 20, se celebra el Día Mundial del Refugiado y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que 59,5 millones de personas han huido forzosamente de sus casas a finales de 2014. La cifra se ha cuadruplicado en cuatro años, y supone la mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial.
El 8 de enero pasado, en cambio, el Papa ha enviado un mensaje con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2015, invitando a toda la Iglesia a contemplar a Jesús, “el evangelizador por excelencia y el Evangelio en persona”, y a dejarse sorprender por “su solicitud especial por los más vulnerables y excluidos”, a reconocer “su rostro sufriente” en las “víctimas de la nuevas formas de pobreza y esclavitud”, a acoger su palabra: “Fui forastero y me hospedasteis”.
La misión de la Iglesia, “peregrina en la tierra y madre de todos”, es por tanto amar a Jesucristo, “adorarlo y amarlo, especialmente en los más pobres y desamparados”; “entre éstos, están ciertamente los emigrantes y los refugiados, que intentan dejar atrás difíciles condiciones de vida y todo tipo de peligros”, subraya el Santo Padre en su escrito.
“A la globalización del fenómeno migratorio hay que responder con la globalización de la caridad y de la cooperación, para que se humanicen las condiciones de los emigrantes”, añade. Al mismo tiempo, “es necesario intensificar los esfuerzos para crear las condiciones adecuadas para garantizar una progresiva disminución de las razones que llevan a pueblos enteros a dejar su patria a causa de guerras y carestías, que a menudo se concatenan unas a otras”, advierte el Pontífice.
En esta línea, Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) ha aportado en 2014 más de 10 millones de euros para ayudar a los refugiados y desplazados en todo el mundo, y ahora que en España celebra su 50 aniversario, recuerda hoy en un comunicado, que desde su origen la actividad de esta fundación de la Santa Sede se ha centrado en “socorrer a los refugiados, y lo sigue haciendo aún hoy, especialmente con los cristianos de Oriente Medio”.
Con sus ayudas a los desplazados y refugiados, la organización internacional “lleva a su cumplimiento la herencia del padre Werenfried van Straaten quien, después de la II Guerra Mundial, vio las necesidades de los refugiados alemanes y solicitó donativos para ellos de sus compatriotas de Flandes”, explica la nota.
“Los refugiados huyen de la guerra y del terror, de la represión política o religiosa. Sus perseguidores llevan diferentes nombres, pero siembran la destrucción con la misma máscara de odio”, asegura AIN.
En Oriente Próximo, la guerra y la organización terrorista Daesh (Estado Islámico, por sus siglas en árabe) “son los causantes del desplazamiento de cientos de miles de cristianos iraquíes y sirios, lo que refuerza la oleada de emigración de estos países, que se ha incrementado exponencialmente desde que comenzó la Primavera Árabe en 2011”.
Según ACNUR, se han registrado 6,6 millones de refugiados iraquies y casi 4 millones de refugiados sirios. Muchos de ellos huyen a los países vecinos: Turquía, Líbano y Jordania. Desde 2014, la Fundación Pontificia ha destinado 7,2 millones de euros para la atención pastoral y caritativa de los refugiados iraquíes, así como 4,3 millones de euros, en su mayoría, ayuda de emergencia, para refugiados sirios, dentro y fuera del país.
En Ucrania, AIN ha sostenido a las personas que huyeron de Crimea. “Este país ha sido, es y será uno de los países prioritarios” para la organización internacional. En 2014, destinó una ayuda global de más de 5 millones de euros.
Desde hace seis años, “el grupo terrorista islámico Boko Haram causa estragos al norte de Nigeria y Camerún”. Así, 1,5 millones de nigerianos han tenido que huir de sus casas convirtiéndose en refugiados internos, otras 136.405 personas han escapado a países vecinos. La fundación de la Santa Sede apoya a los desplazados de las diócesis especialmente afectadas de Bamburi y Maiduguri (Nigeria) y de Maroua-Mokolo (Camerún). En Centroáfrica “son los grupos de rebeldes Seleka los responsables de los excesos de violencia”. Allí se ha ayudado a las comunidades, “abarrotadas con desplazados”.
En el sur de Sudán y Eritrea, “la población huye de los disturbios que brotan repetidamente, entre diferentes grupos de rebeldes, y también ante la represión política y religiosa”. Más de 560 mil sudaneses del sur han abandonado sus casas, según ACNUR. Muchos se han salvado acudiendo a campos de refugiados de Etiopía. Ayuda a la Iglesia Necesitada les ha apoyado económicamente el año pasado y ha destinado fondos a proyectos para refugiados de Eritrea.
Clicar aquí para leer el mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2015: “Una Iglesia sin fronteras, madre de todos”.
(IDV) (HSM)