Cardenal Pietro Parolin. Wikimedia Commons

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El cardenal Parolin: el impacto de Laudato si' irá más allá de su contexto en el tiempo

El secretario de Estado participa en Roma en la Conferencia ‘Las personas y el planeta en primer lugar: el imperativo de cambiar de rumbo’

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El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, ha participado este jueves en la Conferencia “Las personas y el planeta en primer lugar: el imperativo de cambiar de rumbo” organizada por el Consejo Pontificio Justicia y Paz y CIDSE, red internacional de Ong católicas para el desarrollo. La Conferencia tiene lugar en Roma los días 2 y 3 de julio.

Así, ha recordado que en la segunda mitad de 2015 tendrán lugar tres importantes conferencias de las Naciones Unidas. En primer lugar, la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, en Adís Abeba del 13 al 16 de julio. La segunda es la Cumbre de las Naciones Unidas para la adopción de la Agenda de Desarrollo de 2015, en Nueva York del 25 al 27 de septiembre. Y finalmente la vigésimo primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015, en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre, con el fin de adoptar una nueva acuerdo sobre el cambio climático.

A propósito de estos encuentros, el purpurado ha asegurado que la encíclica Laudato Si’ tendrá un cierto impacto en estos eventos, «pero su amplitud y profundidad puede ir mucho más allá de su contexto en el tiempo”.

A continuación, ha profundizado en algunos aspectos de la encíclica recientemente publicada por el papa Francisco, desde tres áreas que ayudan a entender el documento papal. En primer lugar, desde el ámbito internacional; en segundo lugar en el el ámbito nacional y local, y finalmente en la esfera de la Iglesia Católica. 

Para concluir, el cardenal ha querido recordar que el capítulo final de Laudato Si ‘está dedicado a la educación, sobre la base de que “muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración”. Además, ha señalado que la “cultura del cuidado” debe ser capaz de restaurar “los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios”.

 

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ZENIT Staff

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