Lo que está sucediendo entre Texas y la Corte Suprema de los Estados Unidos se parece cada vez más a un duelo a distancia sobre los temas sobre la vida y la familia.
Poco tiempo atrás el gobernador texano Ken Paxton, había decidido que los funcionarios públicos de su Estado, invocando la ‘objeción de conciencia por motivos religiosos’ podían negarse a celebrar los ‘matrimonios’ homosexuales, como impuestos por los jueces en todo el territorio nacional, con una sentencia del 26 de junio pasado.
Como si fuera una reacción a este gesto de desobediencia, el lunes pasado la Corte Suprema, con 5 votos a favor y 4 en contra, ha impedido el cierre de unas 10 clínicas de las 19 que practican el aborto en Texas, decisión que ha entrado en vigor el primero de julio.
Las clínicas podrán permanecer abiertas al menos hasta que la Corte Suprema decida examinar dos artículos de una ley de Texas, propuesta por el gobierno y aprobada por el Parlamento en el 2013, que impone que los abortos sean realizados en pequeños hospitales con parámetros de seguridad muy elevados, los cuales necesitan inversiones de millones de dólares.
Esto hizo que los 41 centros que practicaban el aborto en el 2012, hoy se hayan reducido a 18, y podrían disminuir aún más, provocando la protesta de los activistas pro-aborto, ante la Corte de apelación federal de Nueva Orleans, la que entretanto consideró legítima la norma.
Tres semanas después, con la esta decisión de la Corte Suprema, la situación cambió, y las fotos de los activistas pro aborto que festejaban dio la vuelta al mundo.
De acuerdo a un estudio realizado por la sociedad de sondeos Gallup, al inicio de 2015 solamente el 34 por ciento de los estadounidenses apoyan las actuales políticas de interrupción de la maternidad. La disminución inició en el 2012 cuando la aprobación llegaba al 39 por ciento.
Es significativo que entre el 2002 y el 2008 cuando las políticas nacionales sobre el aborto eran más restrictivas, el 43 por ciento de los ciudadanos se declaraban bien dispuesto a esta actitud de las instituciones.
Hoy el 24 por ciento de los entrevistados indica que quiere leyes más rigurosas, mientas que el 12 por ciento expresa que quiere más libertad.
Los resultados del sondeo coinciden con el creciente aumento de participación en la Marcha por la Vida, que el 22 de enero pasado vio a medio millón de personas por las calles de Washington, con motivo de la sentencia ‘Roe contra Wade’, que en 1973 había obligado a todos los Estados a que permitieran el aborto voluntario, hasta entonces considerado delito en una buen parte de los del País.