El papa Francisco rezó este domingo 2 de agosto, la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud de fieles, peregrinos y turistas que le atendía en la Plaza de San Pedro.
Los allí presentes venidos desde todo el mundo le acogieron con un largo y entusiasmado aplauso, a pesar del fuerte calor de verano que se sentía en Roma. El Pontífice recordó la lectura del evangelio día que dice “Yo soy el pan de vida, quien viene a mi no tendrá más hambre y quien cree en mi no tendrá nunca sed” en referencia a la Eucaristía. Y precisó que es “el don más grande que sacia el cuerpo y el alma”.
Concluida la oración del ángelus el Santo Padre dirigió sus saludos, e indicó que este domingo en la ciudad italiana de Asís se recuerda la “fiesta del perdón”. El Papa señaló que la misma “es un fuerte llamado para acercarnos al Señor en el sacramento de la misericordia y también para recibir la comunión”.
Y recordó que “hay gente que tiene miedo de acercarse a la confesión olvidándose que allí no encontramos a un juez severo sino al Padre inmensamente misericordioso”.
Si bien el Pontífice reconoció que “es verdad que cuando vamos al confesionario sentimos un poco de vergüenza, y esto nos sucede a todos, a todos nosotros”, si bien tenemos que recordar “que también esta vergüenza es una gracia que nos prepara al abrazo del Padre que siempre perdona y siempre perdona todo”.
Francisco concluyó sus palabras pidiendo que no se olviden de rezar por él y les deseó a todos un ‘buon pranzo’ y una ‘buona doménica’.
Ayer 1º de agosto, en la Basílica papal de Santa Maria de los Ángeles, se abrió la solemne Fiesta del Perdón de Asís, que se clausura al final de este domingo. Durante los dos días ininterrumpidamente muchos sacerdotes en la Basílica confiesan en varios idiomas y celebran la Eucaristía.
La Misa y procesión eucarística, de apertura ha sido presidida por el padre José Rodríguez Carballo, Ministro General de los Frailes Menores y concluye hoy domingo con la solemne eucaristía presidida por el obispo de la ciudad, Mons. Domenico Sorrentino.
La fiesta de la dedicación de la Porciúncula culmina con la llegada de la marcha nacional de jóvenes franciscanos. Los Hermanos Menores preparan la «Fiesta del Perdón de Asís», con un triduo solemne que se realiza en la Basílica de San María de los Ángeles.
Miles de peregrinos acuden cada año a la Porciúncula para recibir la indulgencia plenaria que San Francisco le pidió y obtuvo del Papa Honorio III, en el año 1216.
La web de los Franciscanos indica:
“En julio de 1216, Francisco pidió en Perusa a Honorio III que todo el que, contrito y confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula, ganara gratuitamente una indulgencia plenaria, como la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas de la Iglesia. De ahí el nombre de Indulgencia de la Porciúncula, Perdón Asís, Indulgencia o Perdón de las rosas (por el prodigio que medió en su confirmación según alguna tradición tardía) u otros parecidos”.
“Más allá de las controversias históricas acerca de los orígenes y circunstancias de la concesión de la Indulgencia, lo cierto es que la Iglesia ha seguido, hasta nuestros días, otorgando y ampliando esa gracia extraordinaria. En la actualidad, esta Indulgencia puede lucrarse no sólo en Santa María de los Ángeles o la Porciúncula, sino en todas las iglesias franciscanas, y también en las iglesias catedral y parroquial, cada 2 de agosto, día de la Dedicación de la iglesita, una sola vez, con las siguientes condiciones: 1) visitar una de las iglesias mencionadas, rezando la oración del Señor y el Símbolo de la fe (Padrenuestro y Credo); 2) confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa, por ejemplo, un Padrenuestro con Avemaría y Gloria; estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después, pero conviene que la comunión y la oración por el Papa se realicen en el día en que se gana la Indulgencia”.