Al menos 15 personas murieron y 240 resultaron heridas, todas ellas civiles, en la explosión de un camión bomba en Kabul que destruyó varios edificios residenciales cerca de un complejo militar. La explosión se produjo hacia la 1:00 hora local del viernes en la zona de Shashahid, en el este de la capital afgana.

"Entre los heridos hay 47 mujeres y 33 niños", informó el portavoz adjunto de la oficina del presidente de Afganistán, Sayd Zafar Hashimi, en rueda de prensa.

Hashimi señaló que el número de víctimas podría aumentar y que entre 35 y 40 personas tendrán que permanecer hospitalizadas, mientras que el resto fueron dadas de alta tras ser atendidas.

Aunque los habitantes de Kabul están acostumbrados a la explosión de artefactos explosivos, la magnitud de este atentado es inusual. Varios edificios se han derrumbado, la deflagración ha dejado un cráter de 10 metros de profundidad y han ardido vehículos situados a un centenar de metros.

Este mismo jueves, otra serie de asaltos reivindicados por un grupo de rebeldes talibanes acabaron con la vida de nueve personas en Kandahar, en la provincia de Logar, a un centenar de kilómetros al sur de Kabul. Se trata de la primera ola de ataques importantes desde la designación del mulá Ajtar Mansur como nueva cabeza visible de los talibanes, tras la muerte del histórico líder de los insurgentes, el mulá Omar.

En un conflicto que dura más de catorce años, los civiles están pagando el precio más alto. La misión de la ONU en el país (UNAMA), destacó este miércoles en su informe semestral que 1.592 civiles habían muerto y otras 3.329 resultaron heridos por distintos tipos de violencia entre el 1 de enero y el 30 de junio de este año, una cifra que supera la del mismo periodo en 2014.