La IV Congregación general del Sínodo de los obispos sobre la familia que se está realizando en el Vaticano, ha comenzado este viernes con la oración de la Hora Tercera, con la participación del papa Francisco y acompañada por las voces del coro de la Capilla Sixtina.
A continuación su beatitud Louis Raphaël I Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos, se dirigió a los presentes:
“La fe es como el amor, es un empeño que tiene que crecer día a día durante el largo camino de la vida”. Al interrogarse sobre cómo conciliar el amor y la justicia, precisó: “Si el amor no supera la justicia el Evangelio se vacía”. Y expresó que “es necesario sentir la experiencia de los cristianos iraquíes que en una noche dejaron todo para permanecer fieles a su fe”.
El patriarca de Babilonia, recordando la primera Carta de Pablo a los Romanos, ha indicado que el apóstol quiere “estar en la comunidad cristiana de Roma, estar presente en medio de ellos para darles el Evangelio”. Porque vivir juntos la fe nos ayuda.
Para Pablo –prosiguió Louis Raphaël I Sako– el Evangelio es un acto de culto, como rezar, estar en comunión con Dios, amar, obedecer, y vivir y dar testimonio de la alegría del anuncio del evangelio en lo cotidiano; por esto no se avergüenza del Evangelio.
Y así no subordina su anuncio a las oportunidades humanas o al respeto hipócrita, sino que considera que el Evangelio es un don de tamaño incalculable que revela la justicia y la gracia de Dios.
La fe es –añadió el patriarca– la condición de base para se justificados y vueltos hijos de Dios, porque es la fe la que da sentido a la vida: ‘el justo vivirá por la fe’, dijo, y añadió que la fe “no es un hecho estático, o una especulación, sino una visión interior, una relación mística profunda, vivida en los detalles de la difícil vida cotidiana”.