Archbishop-Metropolitan of Corfu

Courtesy of Catholic Ecclessia in Greece

El arzobispo de Corfú explica qué es la santidad

Mons. Ioannis Spiteris alertó a los padres sinodales del peligro del fariseísmo y recordó que la obediencia a Dios es más importante que los sacrificios en la vida del cristiano

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La VI Congregación general del Sínodo ordinario sobre la familia, que se está celebrando en el Vaticano, ha comenzado este sábado con el canto de la Hora Tercera. En la oración, que ha estado acompañada por las voces del coro de la Capilla Sixtina, ha participado el papa Francisco.

A continuación, el arzobispo de Corfú, Zante y Cefalonia, monseñor Ioannis Spiteris, se ha dirigido a los presentes. Meditando sobre un pasaje del Primer Libro de Samuel, el prelado ha señalado que “la santidad, que es la comunión con Dios Amor y que se expresa en el compromiso de vivir con amor los propios esfuerzos humanos y cristianos, no consiste en el primado del sacrificio, del culto externo y sin alma, sino en la amorosa obediencia a Dios, poniendo en práctica su mandamiento por excelencia que es el amor recíproco”.

De hecho, ha añadido, “puede ser un engaño fatal querer a toda costa imponerse sacrificios exorbitantes, no para hacer más serena y buena la propia vida y la de los demás, sino para parecer más valientes, más santos que los otros y –como el fariseo de la parábola– alardear de los propios méritos y menospreciar al otro considerándolo publicano, pecador”.

Para Mons. Spiteris, “el fariseísmo, imperante en los tiempos de Jesús, está siempre listo para reaparecer allí donde no hay suficiente escucha de la Palabra que hay que acoger con alegría y ponerla en práctica”.

El arzobispo griego ha concluido su homilía haciendo votos para que “cada uno de nosotros –sacrificando dentro de sí la escucha de muchas voces que nos instan a encontrar la salvación en nuestras buenas obras, acallando la voz del Señor que nos invita a la amorosa comunión con Él– pueda confiarse a Aquel que todo lo puede y que tiene constantemente abiertos los brazos para acogernos”.

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ZENIT Staff

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