El área de Bienestar Social y Empleo del Ayuntamiento de Sevilla acaba de sacar a licitación un contrato para comprar 7.000 monodosis de lubricante vaginal y anal, que tendrá un coste para las arcas de 1.470 euros, con el fin de enseñar a los adolescentes a “disfrutar de las relaciones eróticas”, todo ello en el marco de un programa de educación sexual en los Institutos.
El ente ha explicado que las dosis de lubricantes que comprará el área de Bienestar Social y Empleo se usarán en talleres que se imparten desde hace ocho años en centros escolares. Otros años se han repartido también preservativos en esos talleres. “En el curso 2014-2015 fueron 66 los centros escolares y 5.419 los adolescentes sevillanos que fueron a esos talleres”, subrayan fuentes municipales, que recuerdan que 2008-2009 fue el primer curso escolar en el que se impartieron y 2.852 los adolescentes que participaron en el mismo.
La explicación del Ayuntamiento de Sevilla ha sido la siguiente: “la educación sexual, en cualquier etapa de la vida, no consiste simplemente en lograr evitar los embarazos no deseados o la transmisión de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). También tiene como objetivos el lograr que cada persona sea capaz de establecer relaciones amorosas y afectivas de buen trato, relacionarse de una manera equilibrada, reconocer sus derechos sexuales y reproductivos, tomar decisiones de manera libre, saber pedir, decir no, atender a sus deseos, disfrutar de las relaciones eróticas, cuidarse, quererse, proteger, afrontar dificultades…”. Para el desarrollo de esos programas se requieren diversos materiales de apoyo, como modelados de vulva y penes, preservativos femeninos y masculinos, etcétera. (Libertad Digital, 15.10.2015).
Son muchas las cuestiones que plantea este asunto, pero solamente vamos a referirnos a algunas de ellas.
Según lo que afirma el Ayuntamiento sevillano, la educación sexual equivale a “enseñar a disfrutar de las relaciones eróticas”, por lo que nos preguntamos ¿es razonable que un plan educativo para adolescentes esté dirigido fundamentalmente a ese fin?
También se plantea en dicho plan la conveniencia de entrenar a los adolescentes en modelar “vulvas y penes”. Nos volvemos a preguntar, ¿es esto necesario para el desarrollo de una sexualidad natural en adolescentes de 12 a 16 años?
Sigue afirmando el documento que el coito anal es una actividad sexual fisiológica por lo que hay que educar a los adolescentes en cómo usar lubricantes en tal circunstancia. Continuamos atónitos ante la afirmación de que el coito anal sea una actividad sexual fisiológica, nos da la impresión de que el ano tiene otras funciones. El instruir en cómo llevar a cabo más cómoda y con mayor seguridad esta aberrante función, sería como si en una actividad anómala, por no decir delictiva, tratáramos de instruir al potencial usuario sobre los mejores métodos para llevarla a cabo. ¿Se admitiría éticamente?
Pero a nuestro juicio, lo más grave es que con esta disposición del Ayuntamiento sevillano, sin duda, se promueve las relaciones sexuales en adolescentes que con toda seguridad no están preparados para asumir la responsabilidad que estas relaciones conllevan. Por otro lado, esta actitud se contrapone con la última modificación del Código Penal español, que entró en vigor el pasado 1 de julio, y en el que se eleva la edad para consentir relaciones sexuales de 13 a 16 años, por lo que nos preguntamos, ¿promover esta política en adolescentes menores de 16 años no sería punible?
Por otro lado, ¿se ha valorado que con esta “política educativa” se puede incrementar el contagio de enfermedades de transmisión sexual, como ya ha sido comprobado en campañas similares a ésta?
Nos parece éste un plan educativo al menos utilitarista, ajeno a lo que debería ser una adecuada educación sexual para nuestros adolescentes y por supuesto en la que se olvida informar y formar sobre lo que significa el amor humano, y la bondad de un amor fiel y permanente en la relación de pareja.
Artículo original publicado en observatoriobioetica.org
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALENCIA