El llamado Vatileaks II, o sea una fuga de noticias reservadas del Vaticano, encuentra similitudes con el caso Paolo Gabriele, apodado ‘el cuervo’, el mayordomo de Benedicto XVI que pasó gran cantidad de información reservada a medios de comunicación.
Ahora son dos personas las que están sospechadas de filtrar los datos reservados: uno, el sacerdote español Luis Ángel Vallejo Balda, 54 años, de una sociedad sacerdotal relacionada con el Opus Dei y de quien la prelatura tomó distancia, y puesto allí por su obispo diocesano, terminado como secretario de la oficina del Revisor. La otra es una relaciones públicas italiana, 32 años, Francesca Chaouqui.
Ambos arrestados por la Gendarmería del Vaticano este fin de semana con la acusación de filtrar información reservada, que en la legislación de la Santa Sede podría ser pagado con hasta ocho años de prisión. Estos documentos servirán para dos libros, uno ‘Avaricia’ del escritor Emiliano Fittipaldi; y ‘Vía Crucis’, de Gianluiggi Nuzzi.
Las coincidencias saltan al ojo si se piensa a las cartas filtradas por mayordomo Gabriele, como la de Mons. Viganó que indicaba con puntualidad gastos inflados en el Vaticano.
Entretanto el panorama es muy diverso. Mientras Benedicto XVI era un pontífice muy querido por todos, no despertaba tanto entusiasmo entre el católico de a pie. Un Papa seguramente de gran virtud y santidad que entretanto fue muy maltratado por los medios de comunicación y víctima de una serie de malentendidos, como su lección magistral en la universidad alemana de Ratisbona.
Le tocó además enfrentar uno de los peores escándalos de la historia, el de la pedofilía, sobre el cual la revista News Week se preguntaba si la Iglesia sobreviviría a esto. Benedicto XVI lo hizo modificando la legislación de la Santa Sede, tomando en cuenta a las víctimas y señalando medidas que evitaran en futuro que esto se repitiera. Señaló además la línea que la Santa Sede debía tomar en materia de transparencia financiera.
Ahora el papa es Francisco, un Pontífice que ha despertado gran entusiasmo en los fieles de todo el mundo, que en el juicio de un periodista laico ‘ha devuelto a los fieles el orgullo de ser católicos’. Con una serie de reformas que apuntan la línea indicada por Benedicto XVI, o sea la transparencia financiera, ‘tolerancia cero’ hacia los casos de pederastría, una reforma de la Curia Romana que apunta a darle vitalidad, y una ‘Iglesia en salida’, que sepa acoger a todos invitándolos a seguir lo que Jesús indica en el Evangelio y la Iglesia en sus preceptos.
En las anticipaciones que se tiene de ambos libros, algunos datos son más que discutibles: que los cardenales sigan viviendo en departamentos grandes, cuando los que dispone el Vaticano son casi todos de esta tipología.
Y otros más serios, como el Santo Padre que en una grabación pediría que se hagan hacer tres presupuestos antes de cada gasto, y que no se pague lo que no fue presupuestado. O cuando lamenta la falta de informaciones dada por entes del Vaticano, lo que no permite saber la superficie de diversos edificios y la consecuente desinformación sobre la renta.
El libro novela presenta estos casos en su publicidad de una manera que demuestra su deseo de sensacionalismo y de crear discordia: «los venenos de quien hace sabotaje a la vigorosa revolución del Papa, entre espionaje, robo con violencia y acciones para quitar legitimidad. Una verdadera guerra aquí reconstruida como una novela de misterio…».
En todo esto entretanto queda claro que la línea querida por el Papa no acepta dobleces, que quiere la transparencia, que lucha para cambiar la inercia existente en la administración de la Santa Sede, que va obteniendo logros en tantos sectores, y que encuentra colaboración de tantas personas, baste pensar por ejemplo a la rendición de cuentas públicas del IOR, en internet. Es claro que en todas las administraciones existen irregularidades, lo escandaloso sería no combatirlas. Lo que está en marcha es un proceso y ésto lleva tiempos técnicos.
En la invitación a los periodistas para la presentación del libro ‘Via Crucis’ de Nuzzi, que sale este miércoles en 22 países se lee “De grabaciones y documentos inéditos, la difícil lucha del papa Francisco para cambiar a la Iglesia”.
El escándalo sería que el Papa propusiera en público algo y otra cosa en privado. Y queda evidente que no es así. En cambio el escándalo es que documentos privados hayan sido filtrados, y que periodistas y casas editoriales los usen y jueguen con ellos para publicar best-seller, destinados a ganar el dinero y enfangar personas.