El santo padre Francisco, comenzó su segundo día de viaje a Uganda y cuarto del viaje apostólico a África, yendo a Namugongo, para realizar una visita al lugar donde se encuentran los dos santuarios de los mártires, el católico y a pocos kilómetros de distancia, el anglicano.
Los santos mártires de Uganda fueron un grupo de 22 servidores del rey local, convertidos al cristianismo por los Padres Blancos. Fueron asesinados por su fe entre el 1885 y 1887, por orden del rey Mwanga II. Otros 23 cristianos anglicanos fueron también martirizados en las mismas persecuciones.
Uganda es un país que sufrió persecución también en un pasado relativamente reciente, cuando el presidente Idi Amín quiso erradicar el cristianismo.
El santuario anglicano es un amplio edificio circular en cuyo interior se encuentran una serie de estatuas de tamaño natural que representan el momento del martirio de los 23 cristianos.
En medio de estrictas medidas de seguridad el Papa entró allí y recorrió el lugar el santuario acompañado por el arzobispo anglicano del lugar. Duranet el recorrido, Francisco hizo algunas preguntas a quienes le acompañaba y se arrodilló en un reclinatorio permaneciendo algunos minutos en silencio, mientras se escuchaba la banda que tocaba.
El Pontífice depositó un ramo de flores y firmó el libro de la memoria del santuario. Al concluir la visita todos salieron al exterior del santuario donde los 40 obispos anglicanos, fieles y demás personas presentes, rezaron en inglés junto con Francisco la oración del Padre Nuestro. El Pontífice también desveló una placa que recuerda el sacrificio de los mártires.
A poca distancia de allí, se encuentra el santuario católico. El Papa recorrió estos tres kilómetros en el jeep descubierto, saludando a las personas que le esperaban a lo largo del camino hasta la basílica menor, en donde fue recibido con gran entusiasmo por los miles de fieles allí presentes. En este lugar del martirio de los laicos católicos el Santo Padre celebró la santa misa.
Los mártires de Uganda fueron canonizados el 8 de octubre de 1964 por el papa Pablo VI, quien 5 años después, al visitar el país africano les dedicó el santuario de Namugongo, lugar del martirio de san Carlo Lwanga, el más célebre del grupo, quien fue quemado junto a otros 12 laicos.