En agosto de 1991, cuando Juan Pablo II se encontraba en Cracovia para la Jornada Mundial de la Juventud, le llegó la noticia que la guerrilla marxista maoista Sendero Luminoso, había asesinado el 9 de agosto en Perú, a dos franciscanos polacos, Zbigniew Strzałkowski y Michał Tomaszek.
El Papa al saberlo dijo: “Son los nuevos santos de Perú”. La intuición del Pontífice se ha verificado 24 años después: el 3 de febrero pasado cuando la Congregación para la Causa de los Santos reconoció el martirio de los siervos de Dios, Zbigniew y Michał, y cuando el papa Francisco autorizó promulgar el decreto sobre su martirio.
La beatificación fue celebrada este domingo 5 de diciembre en la ciudad peruana de Chimbote, en donde realizaban su labor sacerdotal, junto al sacerdote italiano Alessandro Dordi, asesinado por los senderistas el 25 de agosto del mismo año.
La historia de estos tres nuevos mártires ha sido presentada en una película en la televisión estatal polaca, la TVP, y preparada en tres idiomas: inglés, español y polaco. El director polaco Krzysztof Tadej, responsable del largometraje, se lo entregó al papa Francisco en la audiencia del 2 de diciembre pasado.
ZENIT le pidió Tadej que cuente un poco la vida de los franciscanos declarados beatos.
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¿Cómo fue que estos jóvenes franciscanos polacos llegaron a Perú, a 11 mil kilómetros de su patria?
— Tadej: En 1998 los superiores franciscanos decidieron abrir una misión en Perú, en el pueblo de Pariacoto, a 1200 metros sobre el nivel del mar. Los tres polacos llegaron al pueblo y encontraron una realidad desolante: sin agua ni luz, en extrema pobreza y con la iglesia en total estado de abandono. La parroquia cubría 73 pueblos, algunos de los cuales a 4 mil metros sobre en nivel del mar.
Los jóvenes sacerdotes iniciaron su labor y rápidamente conquistaron el corazón de los campesinos. En la zona estaba la organización marxista maoísta Sendero Luminoso que se molestaron, porque querían hacer una revolución y les servían las masas descontentas para hacerla. En dicho período, Sendero causó unas 70 mil muertes.
¿Cómo asesinaros a los frailes?
— Tadej: En la tarde del 9 de agosto los senderistas llegaron a la misión de Pariacoto, buscando a los sacerdotes. En ese momento se encontraban solamente dos porque el tercero estaba en Polonia. Fray Zbigniew y fray Michał fueron cargados en una camioneta y les secuestraron delante de los campesinos asustados. Una valiente monjita peruana, Berta, también subió en la camioneta, y ella fue la testigo de las acusaciones de los terroristas en esta especie de proceso revolucionario.
¿De qué les acusaban?
— Tadej: De hacer el bien, de frenar la rabia del pueblo y por lo tanto, atrasar la revolución. De ser enviados por Juan Pablo II y la CIA para proclamar a Dios y la religión que los senderistas decían que era ‘el opio de los pueblos’. En las cercanías del pequeño cementerio fueron asesinados junto con el alcalde de Pariacoto.
¿Qué testimonios ha tomado para su película?
— Tadej: He encontrado a muchas personas y testimonios. Primero sor Berta Hernández y también el obispo emérito de Chimbote, Mons. Luis Bambarén, que invitó a los franciscanos a su diócesis; a los misioneros polacos que allí trabajan. En cambio en Polonia estuve con la familia de los mártires, entre las cuales la mamá de fray Zbigniew que nunca daba entrevistas. Los familiares de los franciscanos se preguntaban: ¿Por qué fueron asesinadas estas personas que hacían solamente el bien? El drama se volvió más grande porque los asesinos nunca fueron identificados ni condenados por sus crímenes. He descubierto en Pariacoto que los culpables son también personas del lugar.
¿Cuál es el mensaje de esta película?
— Tadej: Al contar la historia de los frailes martirizados por los terroristas, he querido dar a conocer a la gente la historia de los mártires de nuestro tiempo. Y también hacer reflexionar al espectador sobre los valores que cuentan en nuestra vida. El obispo polaco Chrapek, indicó que tenemos que vivir de tal manera que nuestras obras de bien nos sobrevivan. Viajando a Pariacoto, he visto las huellas de este bien que han dejado los beatos mártires, quienes no desperdiciaron su vida, aunque hayan muerto siendo tan jóvenes.