Termina en China comunista la política del hijo único. Tras debates y polémicas en el interior del Partido Comunista, ayer domingo, la Asamblea Nacional ha definitivamente aprobado la reforma de la Ley de Población y Planificación Familiar de 1979, permitiendo ahora tener hasta dos hijos.
La nueva ley entra en vigor el 1 de enero de 2016 y reemplaza a la adoptada durante la presidencia de Deng Xiao Ping, para controlar la demografía en el país que era ya entonces el más poblado del mundo. Las únicas excepciones eran para las minorías étnicas y para las familias rurales si el primogénito era mujer.
Las multas para quienes tenían hijos 'clandestinos' eran insostenibles para la mayoría de los chinos, con la terrible alternativa de los abortos forzosos y ha privado de educación o sanidad a los «segundos» o «terceros» hijos y llevado a la cárcel no oficial a los padres que no la cumplían.
La norma de 1979 había sido adoptada como compromiso del régimen post maoista con la lobby internacional del control demográfico. La apertura a occidente y como consecuencia el desarrollo económico estaba condicionado a la reducción de los nacimientos.
El nuevo compromiso, ahora en favor de la natalidad, ha sido determinado por las protestas de la población rural y de los activistas de los derechos humanos, pero sobre todo por razones pragmáticas: la población envejece y ésto se vuelve nocivo para el desarrollo económico del país.