Un atentado causa al menos 10 muertos en el centro de Estambul
La explosión ha sacudido la plaza de Sultanahmet, junto a la basílica de Santa Sofía, una zona visitada diariamente por miles de turistas
Una explosión en el centro de Estambul ha causado este martes al menos 10 muertos y 15 heridos. La detonación ha sacudido esta mañana la plaza de Sultanahmet, cerca de la basílica de Santa Sofía, el palacio de Topkapi y la Mezquita Azul, en una zona visitada diariamente por miles de turistas, según ha informado la oficina del gobernador de la ciudad turca.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que se ha dirigido a la nación a través de la televisión, ha informado en un primer momento que el autor del atentado “es un terrorista suicida de origen sirio” nacido en 1988.
Sin embargo, poco después el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, ha afirmado que el terrorista es un “miembro extranjero del Estado Islámico” y que había atravesado la frontera desde Siria.
El ataque ha ocurrido después de las 10, hora local, y se ha podido escuchar a más de un kilómetro del lugar, según varios testigos presenciales. Numerosas ambulancias y camiones de bomberos han acudido al lugar de la explosión, la policía ha acordonado la zona y se ha obligado a evacuar la plaza de Sultanahmet y los monumentos cercanos.
Nueve de las víctimas mortales son turistas alemanes, según fuentes oficiales. Entre los heridos, dos de ellos en estado muy grave, hay al menos seis ciudadanos alemanes, un noruego y un peruano.
Turquía ha sido escenario frecuente de atentados, reivindicados por distintas organizaciones terroristas, incluido el autodenominado Estado Islámico. El pasado 10 de octubre, alrededor de un centenar de personas murieron en un ataque en Ankara.
Comentario a la liturgia dominical
Segundo domingo de tiempo común Ciclo C Textos: Is 62, 1-5; 1 Co 12, 4-11; Jn 2, 1-11
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Idea principal: El vino nuevo traído por Cristo a nuestro mundo y a cada hogar, por mediación de María.
Síntesis del mensaje: A unos meses de la conclusión del Sínodo sobre la familia, Dios nos sorprende en este domingo con el evangelio de las Bodas de Caná. Sabemos que es uno de los “signos” de san Juan que nos revelan un profundo significado. Este evangelio trae mucha cristología, mariología y mesianismo. Difícil y codificado. Intentemos descodificar. Tanto Isaías en la primera lectura como san Juan en el evangelio insisten en ese signo: Dios nos ama con un amor comparable al del esposo para con la esposa. Cristo aparece como el Novio o el Esposo, el Vino nuevo que Dios ha preparado para los últimos tiempos. Ha llegado la hora del Esposo que cumple las promesas del Antiguo Testamento.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, Jesús ocupa el centro del relato de las bodas. El “vino” que Jesús trae es excepcional, abundante (más de quinientos litros) y superior al agua incolora, inodora e insípida de las tinajas de “piedra” del judaísmo; alusión a la ley, escrita en tablas de piedra. Cristo no trae un sistema doctrinal, sino la manifestación de su misterio. Por eso elige unas bodas. La alianza mesiánica fue anunciada por los profetas bajo el simbolismo de unas bodas (cf. Os 2,16-25; Jr 2,1s; 3,1-6; Ez 16; Is 54,4-8). El vino era una característica sobresaliente de los tiempos y bienes mesiánicos. Si el agua de los judíos purificaba los cuerpos; el vino de Cristo purificará las almas, porque lo convertirá después en su Sangre bendita. El cuarto evangelio da inicio a la actividad de Jesús con la alegría de las bodas mesiánicas. El esposo es Jesús y la esposa, la pequeña comunidad que se le une por la fe. La gloria que los discípulos contemplan en Jesús es su manifestación como el nuevo esposo mesiánico. Y la presencia de María ahí representa al Antiguo Testamento y a la humanidad entera. Constata la falta de algo que era esencial en los tiempos mesiánicos: la abundancia y exquisitez del vino. Así lo afirma después el organizador de la fiesta. Y Ella, con amor misericordioso y materno, intercede por nosotros delante de su Hijo. Y consigue el milagro, adelantando la Hora de su Hijo y también su propia hora como madre de la humanidad redimida. Al llamarla de “Mujer”, Jesús está afirmando que los lazos de la familia de Dios son más fuertes que los de la sangre. Jesús actúa porque se lo pide su madre, ¡cuánto más cuando haya llegado su Hora!
En segundo lugar, las bodas de Caná son la primera boda cristiana que nos consta, leyendo los evangelios, donde Jesús en persona entró y compartió el vino de su bendición, elevando esa unión natural matrimonial a sacramento, fuente de gracia divina y reflejo del amor que Él tiene por la Iglesia. Sin Cristo en el matrimonio, y en la vida, nos faltará el vino del amor, de la alegría y del sentido pleno de la existencia; y nuestro vino humano se avinagrará fácilmente. Con Cristo, tendremos siempre el vino de primera cualidad que nunca se agriará. Vino que alegrará un hogar y la convivencia matrimonial. Vino que compartiremos con los hijos, parientes y amigos, con manifestaciones de interés, de ternura, generosidad, consejo. Vino que con el paso de los años –si continua Jesús en el centro de la familia- tendrá un buqué especial que regocijará los ojos, el olfato y el paladar, y nos ayudará a vencer las dificultades normales de la convivencia. Basta sentarnos y saborear una copa de ese vino nuevo traído por Cristo para que las penas se aminoren, la sonrisa florezca en los labios y los abrazos se estrechen una vez más. Por eso, el signo milagroso de Caná expresa el “sí” de Cristo al amor, a la fiesta, a la alegría de todos los matrimonios y familias.
Finalmente, y cuando nos falte el vino, ¿qué hacer? ¿Cuál es el vino que nos falta en nuestro mundo? ¿El vino de la paz, el de la ternura en tantas familias; el vino de la fe, de la esperanza y del amor en tantos corazones; el vino de la verdad en tantas mentes…? Cuando faltan estos vinos, la vida se «avinagra». Surgen las peleas, las separaciones, los divorcios, los intereses partidistas, los chanchullos económicos, las frivolidades vacuas, la mentira como herramienta de comunicación, el relativismo moral, la violencia y el terror. ¿Qué hacer? Invocar a María; Ella es la omnipotencia suplicante, como dirá san Bernardo. María vio la carencia en la boda, la hizo suya solidariamente, y se puso manos a la obra. No se quedó en relatar lo que sucede y lamentarse por lo que falta o va mal. Darse cuenta del «vino» que nos falta, arrimar el hombro en lo que de nosotros depende, teniendo en la Palabra de Jesús nuestra fuerza y nuestra luz. Esto fue Caná. Esta fue María. Termina el Evangelio diciendo que «los discípulos creyeron en El» (Jn 2,11). El final es que habiendo vino, hubo fiesta, y los discípulos viendo el signo, el milagro, creyeron en Jesús. Necesitamos milagros de «vino»; el mundo necesita ver que los vinagres del absurdo se transforman en vino bueno y generoso, el del amor y la esperanza, el que germina en fe. Hay un brindis pendiente siempre. Que sea con vino como el de María en Caná.
Para reflexionar: ¿cómo está la tinaja de mi corazón: vacía, medio llena o llena hasta el borde? ¿Tiene vino de alegría y entusiasmo, o agua incolora, inodora e insípida? ¿Qué cosas me avinagran el vino que Cristo me dio en mi casamiento, el día de mi ordenación sacerdotal, el día de mi consagración religiosa? ¿Suelo invocar a María Santísima para que interceda por mí delante de su Hijo Jesús?
Para rezar: María di a tu Hijo que se nos está acabando el vino de la alegría, del amor, de la fe y de la confianza. Dile a tu Hijo que hay muchas familias sólo con agua o peor, con vino avinagrado; que se apiade de ellas. Gracias, María, por tu intercesión. Sácanos de apuro, como lo hiciste en Caná.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org
El Papa en Sta. Marta: ‘Los santos son los que creen que Dios lo puede todo’
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que la oración hace milagros y que no son los Papas o los obispos quienes hacen ir adelante la Iglesia, sino los santos
De este modo, el Papa ha explicado que podemos ser personas de fe y haber perdido el sentido de la piedad bajo las cenizas del juicio, de las críticas. Durante su homilía ha reflexionado sobre la primera lectura del día, cuyos protagonistas son Ana –una mujer angustiada por su esterilidad que suplica con lágrimas a Dios que le dé un hijo– y un sacerdote, Elí, que la observa discretamente desde lejos, sentado en el templo.
La escena descrita en el libro de Samuel hace escuchar primero las sentidas palabras de Ana y después los pensamientos del sacerdote, el cual, no logrando escuchar nada de lo que dice la mujer, con superficialidad concluye pensando que es “una borracha”. Y sin embargo, como sucederá después, ese llanto amargo arrebata a Dios el milagro solicitado.
Al respecto, el Pontífice ha observado que “Ana rezaba en su corazón y se movían solamente los labios, pero la voz no se oía. Esta es la valentía de una mujer de fe que con su dolor, con sus lágrimas, pide la gracia al Señor”. Y ha exclamado: “¡Muchas buenas mujeres son así en la Iglesia, muchas!”, que van a rezar como si fuera una apuesta… Pero pensemos solamente en una grande, santa Mónica, que con sus lágrimas ha conseguido tener la gracia de la conversión de su hijo, san Agustín. Hay muchas así”.
El Santo Padre ha proseguido reconociendo que Elí, el sacerdote, es un “pobre hombre”, hacia el cual “siento una ‘cierta simpatía’” porque “también encuentro defectos en mí que me hacen acercarme a él y entenderlo bien”.
Con cuánta facilidad –ha afirmado– juzgamos a las personas, con cuánta facilidad no tenemos el respeto de decir: ‘¿qué tendrá en su corazón? No lo sé, pero yo no digo nada…’”. Cuando “falta la piedad en el corazón, siempre se piensa mal” y no se comprende a quien sin embargo reza “con el dolor y con la angustia” y “encomienda ese dolor y angustia al Señor”.
Asimismo, Francisco ha asegurado que “esta oración la ha conocido Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando era mucha la angustia y el dolor, que le vino ese sudor de sangre. Y no ha regañado al Padre: ‘Padre, si puedes quítame esto, pero que se haga tu voluntad’. Y Jesús ha respondido en el mismo camino de esta mujer: la mansedumbre. A veces rezamos, pedimos al Señor, pero muchas veces no sabemos llegar precisamente a ese lucha con el Señor, a las lágrimas, a pedir, pedir la gracia”.
Por otro lado, el Papa ha recordado la historia de ese hombre de Buenos Aires que, con la hija de 9 años ingresada al final de su vida, fue de noche donde la Virgen de Luján y pasó la noche aferrado a la barandilla del Santuario para pedir la gracia de la sanación. Y a la mañana siguiente, al volver al hospital, encontró a la hija sanada.
De este modo, el Pontífice ha concluido su homilía asegurando que “la oración hace milagros. También hace milagros a los que son cristianos, sean fieles laicos, sacerdotes, obispos que han perdido la piedad de la devoción”. La oración de los fieles cambia la Iglesia. “No somos nosotros, los Papas, los obispos, los sacerdotes, las religiosas quienes llevan adelante la Iglesia, ¡son los santos! Y los santos son estos, como esta mujer. Los santos son los que tienen la valentía de creer que Dios es el Señor y que todo lo puede”.
El cardenal Cipriani pide a los candidatos presidenciales que “no atropellen” a la familia
En su programa semanal, el arzobispo de Lima advierte que al presidente no lo eligen para que escoja con quién se va a casar la gente
El cardenal arzobispo de Lima, monseñor Juan Luis Cipriani, pidió este sábado a los candidatos presidenciales que “no atropellen” a la familia y cuestionó que pueda haber quienes propongan la unión civil entre personas del mismo sexo.
En su programa semanal “Diálogos de Fe”, el purpurado peruano recordó que “a los candidatos no los elegimos para que escojan con quién me voy a casar ni si va a haber bodas homosexuales”. “No elijo a un presidente para que organice mi casa. Estamos eligiendo para que organice el bien común”, precisó.
Por ese motivo, el cardenal Cipriani señaló que la ciudadanía tendrá que recordar a candidatos con ese tipo de propuestas “que no atropellen las libertades que tenemos. Más bien, faciliten el que libremente podamos educar a nuestros hijos y contraer matrimonio”.
Asimismo, sostuvo que “la familia no es un problema del Congreso ni del Poder Judicial. Es un asunto mucho más íntimo a la naturaleza misma del hombre, de la mujer y de los hijos”.
“Cuando hay ese intento en que el Estado quiere diseñar tu vida familiar es un desastre. Cuando el mercado quiere manejar tus costumbres personales también te destruye”, insistió.
El arzobispo de Lima también criticó los peligros de la ideología de género: “En un tiempo en el que la sociedad está desarmando toda su organización a nivel mundial con ese veneno que es la ideología de género, que ya no reconoce que hay hombres y mujeres y en la que ni siquiera se reconoce que el nacimiento es producto de un hombre y una mujer. En donde se va rompiendo lo que es la maternidad y la paternidad y al mismo tiempo una institución tan importante como el matrimonio y la familia”.
Por último, el primado del Perú dijo que “en esos momentos como ahora, la Iglesia tiene la obligación de ser testigo, testigo que puede sufrir martirio o el maltrato de la honra”.
Las elecciones generales de Perú se realizarán el próximo 10 de abril. En los comicios se elegirá al presidente, vicepresidentes, congresistas y representantes peruanos ante el Parlamento Andino para el periodo 2016-2021.
Roberto Benigni: ‘Este libro es como llevar al Papa en el bolsillo’
Presentación del libro-entrevista ‘El nombre de Dios es misericordia’ del vaticanista Andrea Tornielli con el papa Francisco
El reconocido actor y cómico italiano, Roberto Benigni ha confesado sentirse emocionado por estar presente “en el Estado más pequeño del mundo con el hombre más grande del mundo”. Lo ha dicho durante la presentación del libro ‘El nombre de Dios es misericordia’, una conversación del papa Francisco con el periodista italiano Andrea Tornielli.
De este modo, Benigni ha asegurado, con su clásica espontaneidad en la oratoria, que se trata de un libro “para llevar en el bolsillo”, que se puede leer en quince minutos, mientras el tren está retrasado. También ha observado que “no se puede hablar moderadamente del Papa. Es un revolucionario, es maravilloso”.
En la presentación del volumen, publicado en 6 idiomas en 86 países contemporáneamente, también han participado el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y un joven chino preso en Italia, Zhang Agostino Jianqing.
Bromeando, el actor italiano ha contado que de pequeño quería ser sacerdote y cuando en la escuela le preguntaban qué quería ser de mayor respondía “Papa”. Todos se reían y entonces entendió que tenía que ser cómico, ha explicado provocando las carcajadas del público.
A continuación, Benigni ha hecho una profundo análisis sobre la claridad con la que Francisco habla de la misericordia, y cómo su pontificado está siendo una evidente muestra de esta misericordia de Dio, especialmente hacia los últimos, los olvidados.
El actor ha asegurado que “Jesús es el sí de Dios” y que el “amar al enemigo es la frase más alta de la humanidad”. Del mismo modo ha precisado que la misericordia y el amor cristiano, es la clave de la vida. Y Francisco “está lleno de misericordia”, en un mundo irreconocible “Francisco da misericordia”.
Por su parte, el cardenal Parolin ha precisado que quien busca revelaciones en este libro, quizá se decepciona un poco. Este “no es un libro en el que Francisco cuenta curiosidades inéditas o anécdotas particulares sobre sí mismo. Ni siquiera se trata de una amplia entrevista, sobre cuestiones de actualidad que tienen que ver con la vida de la Iglesia y del mundo, como suele suceder en las ruedas de prensa del avión, durante los vuelos de vuelta de los países que visita”. Es un libro –ha explicado el secretario de Estado– con el que el Papa nos abre su corazón. Quiere hacernos entrar, casi tomándonos de la mano, en el gran y reconfortante misterio de la misericordia de Dios. Un misterio tan alejado de nuestros cálculos humanos y también tan necesario y esperado por nosotros, peregrinos perdidos en estos tiempos de desafíos y pruebas. El objetivo de estas páginas, tal y como lo ha entendido el purpurado, no es el de ir a los casos concretos, sino más bien ampliar la mirada, encender en el corazón de todos el deseo del encuentro con el amor infinito del Señor, el deseo de experimentar en nuestras vidas este don divino, tan lejano de nuestras lógicas humanas y tan necesario para sostenernos, animarnos, levantarnos, hacernos capaces de comenzar de nuevo siempre.
Y para poner un rostro concreto a la misericordia, ha dado su testimonio Zang Agostino Jianqing. Llegó con su familia a Italia cuando tenía tan solo 12 años, y adquiriendo un carácter «violento y superficial» comenzó a preocuparse solo por la fiesta, el dinero y las chicas. Finalmente, con 19 años, cometió un error por el que fue condenado a 20 años de cárcel. Allí, entre rejas, ha conocido la fe cristiana y a Jesús. Escuchando el Evangelio, ha contado el joven preso, “dentro de mí surgía una alegría que no había sentido nunca antes. No veía la hora de que fuera domingo. Pero este deseo era de todos los días, por eso decidí participar con algunos amigos detenidos y de la cooperativa en un momento semanal de encuentro para poder compartir y amar de la mejor forma posible mi vida. Este camino me ha hizo nacer el deseo de hacerme cristiano”.
El 11 de abril de 2015 fue bautizado, confirmado e hizo la primera comunión, todo en la cárcel. “Aunque sí hubiera podido obtener el permiso del magistrado para celebrarlo fuera de la cárcel, elegí hacerlo en el lugar y con los amigos donde Jesús vino a mi encuentro y donde yo encontré a Jesús”, ha explicado el joven. Y este libro –ha asegurado– me ha ayudado a entender mejor lo que me ha sucedido.
Finalmente, ha querido dar las gracias de forma especial a Francisco “por la particular atención que tiene sobre nosotros, los presos. Nunca hubiera pensado ser invitado a participar en la presentación de un libro del Papa, ni tener la posibilidad de darle la mano, como sucedió ayer”.
Las campanas de la catedral de Ciudad de México saludarán al Papa
Durante su estancia en la capital del país 50 campaneros tocarán durante los dos días de actividades pontificias
Las 35 campanas de la catedral metropolitana de la Ciudad de México acompañarán al papa Francisco en sus recorridos por la capital de la país. Así lo ha indicado el diácono Rafael Parra, Campanero Mayor de la Catedral, tal y como recoge una nota publicada en el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México. Parra anunció que serán “50 campaneros acreditados quienes las estarán echando al vuelo en distintos momentos, durante los dos días de actividades pontificias en la capital del país”.
Asimismo explicó que las 35 campanas del templo sonarán al unísono cuando el papa Francisco llegue a México el 12 de febrero por la tarde, y que seguirán tocando hasta que llegue a la Nunciatura Apostólica, donde se hospedará.
También el 13 de febrero, las campanas comenzarán a tocar cuando el Papa salga de la Nunciatura Apostólica y lo acompañarán en su recorrido hasta el Palacio Nacional, donde se entrevistará con el presidente de la nación, Enrique Peña Nieto. A su salida, volverán a sonar con toques solemnes hasta que se reúna con el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, quien le entregará las llaves de la Ciudad de México en la explanada del zócalo.
Al concluir este encuentro, las campanas repicarán de nuevo –de acuerdo al protocolo establecido– hasta que el Papa sea recibido en la Puerta Santa de la catedral metropolitana. Allí se reunirá en privado con los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y posteriormente, con el jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Las campanas también sonarán en su recorrido hacia la Basílica de Guadalupe, y a su regreso a la Nunciatura Apostólica.
Con esta visita a México del santo padre Francisco, será la tercera vez que el diácono Rafael Parra eche al vuelo las campanas de la Catedral de México por un Papa, como ya hizo para san Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Cañizares pide “un gobierno estable” ante la situación de “extrema gravedad” en Cataluña
El cardenal arzobispo de Valencia insta a las formaciones políticas a tener “altura de miras”, porque por encima de otros intereses está el bien común de España
El cardenal arzobispo de Valencia, monseñor Antonio Cañizares Llovera, considera que la situación generada en Cataluña es de “extrema gravedad” y pide a las fuerzas políticas “altura de miras y generosidad” para formar un “gobierno estable” formado por los partidos moderados y constitucionalistas.
“¡Por favor! Pido a las fuerzas políticas que estén a la altura que las circunstancias exigen y piensen en el bien común. No hay tiempo que perder: se necesita un Gobierno estable. El retraso en el tiempo de la solución de un Gobierno estable juega contra todos. ¿A quién habrá que pedir las responsabilidades correspondientes en el futuro?”, se pregunta. Así se expresa en un artículo que publicará en su próximo número el semanario Paraula, y que adelanta la agencia de noticias de la archidiócesis de Valencia (AVAN).
Para el purpurado, “lo que dicta la razón y el sentido común” es que esta estabilidad la garanticen “las fuerzas democráticas, moderadas, constitucionalistas, respetuosas con la Ley y las leyes”.
En este sentido, pide a las formaciones políticas “que se guíen por la razón y no por sentimientos, que no vuelvan la vista atrás en una mentalidad de enfrentamiento ya superada, que sean capaces de diálogo, de colaboración y de cooperación en la edificación de una España de todos y para todos, con capacidad de sacrificio”.
“¿Tan difícil es?”, se cuestiona, al tiempo que predice que será complicado para “quienes sean alicortos para emprender el vuelo alto que ahora se necesita”.
Además, el cardenal Cañizares advierte de que las consecuencias de no formar un gobierno estable las pagarán “los pobres, los que no tienen trabajo, las familias, los débiles, los últimos, los que no cuentan”.
Por ello, pide a las formaciones políticas que “sean generosas” y les recuerda que “por encima de otros intereses, está el bien común” y que “el bien común se llama España y los españoles, singularmente los más desfavorecidos”.
En todo caso, precisa que no trata de “imponer nada a nadie” y añade que su propuesta “no es de una determinada confesión religiosa particular” sino “de todos y para todos, conforme a la razón”.
Al final de su artículo, en el que asegura que escribe sus reflexiones “como obispo y ciudadano”, se dirige a los católicos españoles para exhortarles a “no ocultar a Jesús”, a “ser consecuentes” con su fe y a “no cruzarse de brazos”. “Necesitamos estar muy unidos, a ver si despertamos y no negamos la aportación del Evangelio que tanto necesita nuestra Patria”, concluye el arzobispo de Valencia.
Obras Sociales Jesuitas en España lanza la campaña Hospitalidad
Ante el creciente volumen de refugiados y migrantes llamando a las puertas de Europa, el Servicio Jesuita a Migrantes, Entreculturas, Alboan y todo el Sector Social Jesuita promueven una corriente de solidaridad e inclusión
“Del millón de personas migrantes y refugiadas llegadas por mar a Europa en 2015, 3.845 entraron directamente a la península y 10.900 personas han entrado por Ceuta y Melilla. Estas ciudades son hoy el principal punto de entrada de personas refugiadas a nuestro país. España se ha comprometido a traer a 19.000 personas refugiadas llegadas a las costas de Grecia e Italia pero por ahora solo han venido 18”. Así lo ha indicado la Compañía de Jesús en un comunicado.
“El mundo está viviendo la mayor crisis de personas refugiadas desde la Segunda Guerra Mundial. La gran mayoría permanecen en países cercanos al suyo, pero la necesidad de buscar lugares seguros y con esperanza de futuro les empuja a cruzar fronteras y llegar a Europa”, ha añadido.
“La obligación de brindar protección a estas personas pesa sobre los gobiernos, pero la sociedad europea también tiene su cuota de responsabilidad. Si negamos protección a quien huye del hambre y la violencia, negamos nuestra identidad e incumplimos los instrumentos internacionales de derechos humanos”, ha asegurado.
Por ello, el conjunto de las obras sociales jesuitas en España lanza la campaña Hospitalidad. “Una llamada a la acogida y a la promoción de una cultura de la solidaridad y la inclusión con las personas migrantes y refugiadas que están llegando a nuestras fronteras y a no olvidar a las que no pudieron escapar de los conflictos, así como a aquellas que están en países en tránsito”, han explicado sus promotores.
El próximo 17 de enero se celebra la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. “En este día queremos recordar que el mundo está viviendo la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Conflictos enquistados en Siria, Afganistán o el Cuerno de África están produciendo la huida continua de población civil que busca salvar su vida y tener un futuro”, han señalado.
“El Mediterráneo se ha convertido en la frontera más desigual y mortífera del mundo. Los 3.771 muertos intentando llegar a Europa por mar en 2015 suponen un escándalo ético. Son seres humanos con derecho a ser protegidos. El cumplimiento de este derecho pesa sobre los gobiernos, pero la ciudadanía tenemos también nuestra cuota de responsabilidad”, han destacado.
Ante esta situación, desde las obras sociales jesuitas en España han manifestado que “hay que estar al lado de estas personas en todo su proceso migratorio, desde los países de origen y tránsito, hasta su llegada a destino”.
La campaña Hospitalidad de la Compañía de Jesús tiene una mirada integral que abarca 4 ámbitos: acogida y acompañamiento, cooperación internacional, sensibilización y educación e incidencia.
El padre Ermes Ronchi predicará los Ejercicios Espirituales para el Papa y la Curia
El encargo se le ha comunicado al sacerdote a través de una llamada telefónica. Los Ejercicios de Cuaresma tendrán lugar del 6 al 12 de marzo en Ariccia
El padre Ermes Maria Ronchi, presbítero y teólogo de la Orden de los Siervos de María, predicará los Ejercicios Espirituales del papa Francisco y de la Curia que se celebrarán en Ariccia, desde el domingo 6 de marzo, después del ángelus, hasta el sábado 12. Así lo ha anunciado el mismo padre Ronchi a Il Messaggero Veneto, contando la llamada en la que el Pontífice le pedía “un favor”. “La llamada del Papa me ha llegado por sorpresa, mi primera reacción ha sido de asombro, de emoción. Cuando me dijo que tenía que pedirme un favor no dudé en responder ‘pero por supuesto, dígame, cualquier cosa que necesite…’ Después cuando me dijo que quería invitarme a organizar algunos encuentros de reflexión, traté de irme por las ramas y le respondí que no estaba seguro de ser la persona adecuada, de estar a la altura de la tarea que me proponía”.
Nacido en Racchiuso de Attimis, el 16 de agosto de 1947, Ronchi fue ordenado sacerdote en el 1973. El mismo año, junto a otros religiosos, dio vida a una comunidad experimental en la provincia de Vicenza (transferida después a Casale Monferrato). Desde 1991 al 1994 está en la comunidad de los Siervos de María en Verona. En 1994, después de seis meses en París para refrescar los estudios, se estableció en Milán, donde actualmente desarrolla varias actividades en la iglesia de san Carlo, dirigendo el Centro cultural Corsia de los Siervos fundado por David Maria Turoldo.
Redactó los textos de reflexión para la vigilia de 500 mil jóvenes en el Encuentro nacional de jóvenes en 2007. Es profesor de Estética Teológica e Iconografía en la Pontificia facultad teológica «Marianum» de Roma. El 11 de septiembre de 2012 fue nombrado párroco de san Carlo en Milán. Es autor de numerosos libros sobre temas bíblicos y espirituales; colabora además con diversos medios, entre ellos, Avvenire (periódico de la Conferencia Episcopal Italiana).
Condujo la sección “Las razones de la esperanza” dentro del programa televisivo de cultura católica. Característica de su dirección, la asociación del comentario del Evangelio con la visita de una comunidad de inspiración religiosa y la lectura de una poesía devocional al finalizar el programa.
Beata Francisca de la Encarnación – 13 de enero
«Había sido la humilde tornera del convento cuando fue condenada a muerte por el único ‘delito’ de ser religiosa, durante la guerra civil española. Perdió la vida defendiendo su virginidad en medio de un bárbaro asalto»
Por desgracia, la historia continúa ensangrentando sus páginas al cercenar brutalmente la vida de personas inocentes, cuyo único «delito» es profesar la fe, legítima opción canonizada en 1948 por la Declaración Universal de Derechos Humanos (artº. 2), aunque sigue siendo impunemente vulnerada. Los intolerantes, pertrechados en la fuerza de las armas y la cobardía de los improperios, han arrasado los altos ideales y nobles sueños de quienes únicamente hicieron del amor la senda de su acontecer.
En 1936, desde su misión de tornera, la religiosa española Francisca Espejo Martos escuchaba aterrorizada las pésimas noticias que penetraban por las rejas del convento trinitario de Martos, Jaén, su ciudad natal, atentando contra la paz que latía en la comunidad. El terror que le producían los clarines de muerte trazó provisionalmente una escurridiza pirueta sobre su vida al intervenir la priora, quien caritativamente la dispensó de su responsabilidad para ahorrarle sufrimientos, y hallarse a resguardo de los captores en casa de su hermano, por un tiempo. Pero su fin estaba ya trazado y dispuesta para ella la gloria del martirio.
Su biografía había comenzado el 2 de febrero de 1873, día de su nacimiento. Huérfana de madre y responsable de un hermano menor, cuando su padre se desposó nuevamente, se instaló junto a su tía Rosario, priora del convento trinitario, y siguió sus pasos en la vida religiosa. Profesó en 1894 y fue viendo caer las hojas del calendario entregada a la oración y realizando las labores domésticas con espíritu de mansedumbre y sencillez, siendo el paño de lágrimas de los pobres a los que socorría. Alguien que la conoció de cerca, sintetizó su ejemplar vida cotidiana diciendo: «Era muy buena; todo lo que se diga es poco».
Durante años nada hacía presagiar la tormenta que se cernía en el horizonte hasta que las llamas devoraron las iglesias de Nuestra Señora de la Villa y de San Amador la fatídica madrugada del 18 al 19 de julio de 1936. Dos días más tarde el convento de las madres trinitarias estaba en el punto de mira de los perversos sanguinarios que penetraron en el recinto y las dejaron desprovistas de todo, viéndose obligadas a buscar cobijo entre gentes de buen corazón. Junto a su tía, Encarnación siguió realizando en casa de su hermano lo que mejor sabía hacer: orar y trabajar. ¿Ofendían a alguien con este proceder?
Enero de 1937 vino cargado de malos augurios. El día 11, su tía, su cuñada y ella misma fueron apresadas. Su hermano, que les había precedido en este desatino, fue liberado. Entre el importante número de religiosos que estaban marcados de forma ignominiosa por los milicianos para derramar su sangre, algunos fueron liberados en medio de distintas circunstancias; en el caso de su tía Rosario, por motivos de avanzada edad y solo después de que los verdugos fueran increpados por un testigo de tan inhumana afrenta, ya que la religiosa caminaba penosamente por la calle hallándose entre los señalados para morir.
Las bendiciones habían llovido sobre la localidad con numerosas vocaciones y los que había determinado segar sus vidas decidieron reducir los ajusticiados eligiendo únicamente a los responsables de cada Orden. Sin embargo en el caso de las trinitarias detuvieron a dos erróneamente; una era Encarnación mientras la priora había quedado a salvo. En el calabozo compartía con otras religiosas temblores y angustia; veían pasar el tiempo unidas en la oración y alentadas por el ejemplo de los primeros mártires. Alguna de ellas se libró de la muerte. Pero la presión ejercida por el responsable de su excarcelación no pudo extenderse a las restantes. Y el 13 de enero las obligaron a subir a una destartalada camioneta conduciéndolas a varios kilómetros distantes de su localidad natal, concretamente a Casillas de Martos.
La bajeza y brutalidad de los asesinos se mostró con toda su crudeza cuando después de fusilar cobardemente frente a una tapia a los numerosos varones que habían capturado, se propusieron violentar a las tres religiosas, una de ellas Encarnación, en el barranco que se hallaba enfrente del cementerio. Ellas se defendieron con uñas y dientes. Y en medio de tan bárbara lucha, los viles verdugos, contrariados e impotentes, al no lograr sus propósitos dejaron fluir toda su rabia destrozando el cráneo de la beata con varios culatazos de escopeta; su cuerpo abandonado mostraba huellas estremecedoras de fiereza. Encarnación tenía entonces 64 años. Benedicto XVI la beatificó el 28 de octubre de 2007. Su cuerpo incorrupto se conserva en el monasterio de la Santísima Trinidad de Martos.