El Papa: ‘Solo en el amor de Cristo está la respuesta a la sed de felicidad’
Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2016: “Misericordia quiero y no sacrificio. Las obras de misericordia en el camino jubilar”
El Papa recuerda que el misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, explica, se muestra siempre rico en misericordia especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto. Por eso, el Pontífice indica que aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel.
Y este “drama de amor” alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. De este modo, Francisco recuerda que el “Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella”.
Las obras de misericordia corporales y espirituales, asegura el Santo Padre, nos recuerdan que “nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo”. Por eso, Francisco expresa su deseo de que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre esto, de forma que sea un modo para despertar nuestra conciencia.
Por otro lado, el Santo Padre advierte sobre el delirio que pueden asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, “que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar”. Y actualmente –precisa– también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
Y así, el Pontífice asegura que la Cuaresma de este Año Jubilar es para todos un tiempo favorable “para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia”. A propósito, recuerda que nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente “tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo”, asegura Francisco. De este modo, explica que a través de este camino también los ‘soberbios’, los ‘poderosos’ y los ‘ricos’, “tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos”.
Sólo en este amor “está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer”, añade.
Para concluir su Mensaje, el Papa advierte que siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, “los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno”.
Cor Unum: ‘Recibir a los inmigrantes es vivir las obras de misericordia’
El cardenal, que está viviendo en primera persona los desembarques de inmigrantes que se producen en su diócesis en el sur de Italia, indicó que el Papa en la primera parte del Mensaje nos ayuda a recuperar el significado fundamental del término misericordia a través de las páginas de la Biblia.
Y así entender que “ser misericordiosos como el Padre, no puede traducirse en simples gestos rituales, sino que necesita ser vivido con gestos concretos que nacen del ‘haber tocado con la mano’ la misericordia Divina”.
La segunda consideración, prosiguió el purpurado, es que no podemos pensar que ese Rostro del Señor haya dejado de hacerse presente en nuestra historia. Por ello, “el Papa desea que durante la Cuaresma cada cristiano sienta la necesidad de nutrirse fuertemente con la palabra de Dios y al mismo tiempo abrir el corazón hacia quien sufre ejercitándose en vivir las obras de misericordia”. Y señaló entre los desafíos de gran envergadura “el de las migraciones”.
Sobre el tema, el cardenal, que también es director de la Cáritas diocesana, lamentó que no siempre relacionemos el recibir a los inmigrantes con el Evangelio. Porque nos olvidamos que si hay poblaciones que se desplazan es porque sufren la guerra y la persecución, y que el cristiano “no puede detenerse a la espera de las soluciones técnicas, sino que debe recibir al hermano”.
“Es terrible saber –dijo el cardenal– que el Mediterráneo se haya vuelto una tumba enorme con 25 mil personas que murieron este año intentando cruzarlo según los datos oficiales”, a los que se suman “otros 25 mil muertos que no figuran en las estadísticas oficiales”. Por todo ello es necesario “crear una red de acogida si nuestro corazón es el del Evangelio”.
Porque “a veces se tiende a pensar que la fe se pueda vivir solamente participando en los sacramentos o rezando de formas diversas, excluyendo de la vida espiritual las necesidades de los más pobres. El resultado es que ese tipo de fe antes o después se vuelve estéril”.
Respondiendo a los periodistas señaló que la Iglesia italiana está dando su respuesta. “Unas 26 mil personas han sido recibidas en las realidades parroquiales” dijo. Además existen 366 comedores de Cáritas y otras muchos de otros entes, que son símbolo de una Iglesia atenta. Recordó que “la tarea de la Iglesia es ponerse al lado del necesitado, como el buen samaritano”.
El cardenal concluyó diciendo que “el tiempo fuerte del Jubileo se entrelaza con el tiempo de Cuaresma”, volviéndose “una riqueza extraordinaria para la conversión y el crecimiento espiritual de cada cristiano”.
Por su parte, monseñor Dal Toso se interrogó sobre el motivo por el cual el Papa quiso desempolvar las Obras de misericordia (dar de comer a los hambrientos, de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, alojar a los peregrinos… etc.), obras que por mucho tiempo han sido un poco olvidadas y banalizadas. Y consideró que las ha invocado porque indican “más que una acción, una relación”. O sea, que no se limitan a realizar una buena acción, sino que la misericordia restablece la relación con Dios y con el hermano.
El secretario de Cor Unum señaló también una iniciativa querida por el papa Francisco: que los operadores de la caridad en la Iglesia hagan una jornada de retiro en el tiempo de Cuaresma, porque “no podemos ofrecer misericordia sin antes haberla recibido”. Una iniciativa a todos los niveles, incluso parroquiales y para la cual se puede obtener material en la web www.corunumjubilaeum.va.
Además, otra iniciativa que se realizará en el Vaticano es un congreso internacional con motivo de los diez años de la encíclica de Benedicto XVI, Deus Caritas est, publicada el 25 de enero de 2006. Será el 25 y 26 de febrero próximo en el aula nueva del Sínodo, ha sido muy querida por el papa Francisco, y contará con la presencia de varios cardenales.
“El papa Francisco es un verdadero amigo del pueblo judío”
Entrevista al embajador de Israel ante la Santa Sede, Zion Evrony, sobre el significado de la visita del Santo Padre a la Gran Sinagoga de Roma
¿Qué repercusiones ha tenido en su país?
-Embajador Evrony: El papa Francisco es conocido y apreciado en Israel, donde su visita a la Gran Sinagoga de Roma fue seguida con interés. En esta importante ocasión asistieron Yuli Edelstein, presidente del Parlamento de Israel; el ministro israelí de Servicios Religiosos, David Azoulay; y una delegación de rabinos del Gran Rabinato de Israel.
¿Qué significado tiene la visita de un tercer Pontífice a la Gran Sinagoga?
-Embajador Evrony: Cuando un Papa cruza el Tíber para visitar la Sinagoga de Roma, siempre estamos frente a un acontecimiento histórico. Físicamente es un viaje de solo 1,5 km, pero simbólicamente este pequeño movimiento tiene un significado mayor. Lo que hasta hace no mucho tiempo era impensable ahora se ha convertido en una norma. Según la tradición judía, una acción repetida tres veces se convierte en una costumbre. Esta visita es una prueba más del creciente vínculo entre el pueblo judío y la Iglesia Católica.
¿Cuál considera que ha sido el punto más importante de su mensaje?
-Embajador Evrony: No quiero entrar en los aspectos teológicos del discurso del Papa, pero teniendo en cuenta el periodo histórico difícil que estamos atravesando, siempre es importante escuchar condenar con convicción el antisemitismo y la violencia perpetrada en nombre de la religión. También es importante haber repetido en una sinagoga, delante de cristianos y judíos reunidos juntos, que “los cristianos, para entenderse a sí mismos, no pueden dejar de hacer referencia a las raíces judías” y que reiterara “la irrevocabilidad de la Antigua Alianza”.
El papa Francisco es el líder religioso de 1.200 millones de católicos repartidos por todo el mundo, y sus palabras de paz y su ejemplo sin duda tienen un gran impacto.
¿Hay alguna cosa más que sea importante subrayar de esta visita?
-Embajador Evrony: El Papa ha depositado unas flores en la lápida que recuerda la deportación de los judíos de Roma en 1943. Me conmovió escuchar al Papa expresar su cercanía a los supervivientes del Holocausto, considerando también la historia de la familia de mi mujer.
También fue significativa la decisión de detenerse ante de la lápida que recuerda a Stefano Gai Taché, el niño de dos años asesinado por terroristas palestinos en el atentado de 1982.
Los católicos y los judíos a largo de la historia han pasado por momentos difíciles. Espero que el diálogo y la amistad que se desarrolló entre nosotros durante los últimos 50 años pueden ser un modelo y una esperanza para todos. Creo que el papa Francisco es un verdadero amigo del pueblo judío.
El cuerpo del Padre Pío estará en el Vaticano con motivo del Jubileo
Programa de las celebraciones en Roma con los restos mortales del santo capuchino
El 4 de febrero, a las 20.30, será monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y delegado pontificio para el Jubileo, quien presidirá una liturgia penitencial. A este acto, le seguirá el traslado privado de las reliquias de los dos santos a la iglesia de San Salvatore in Lauro. Desde aquí, la tarde del 5 de febrero serán acompañados en procesión hasta la basílica de San Pedro donde serán acogidas por el arcipreste cardenal Angelo Comastri y permanecerán expuestas para la veneración de los fieles hasta el 9 de febrero.
Mientras tanto, el 6 de febrero el papa Francisco concederá una audiencia a los miembros de los grupos de oración del padre Pío, a los trabajadores de la ‘Casa alivio del sufrimiento’ y a los fieles de Manfredonia- Vieste-San Giovanni Rotondo.
Asimismo, la mañana del 9 de febrero, el Santo Padre presidirá una eucaristía con los hermanos menores capuchinos de todo el mundo, y el miércoles de ceniza, 10 de febrero, concederá el mandato a los cerca de mil misioneros de la misericordia.
Después de la celebración eucarística presidida por monseñor Fisichella, la mañana del 11 de febrero, las reliquias de san Pío volverán desde Roma hacia Pietrelcina. Allí, el 13 de febrero, el cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles, presidirá una misa. Los restos mortales del santo regresarán a San Giovanni Rotondo en la tarde del 14 de febrero después de una parada en Benevento y en Foggia.
España: Monseñor Anastasio Gil es reelegido director de las Obras Misionales Pontificias
La Santa Sede renueva su confianza en el sacerdote segoviano, que en los últimos años ha desarrollado “una infatigable labor en favor de la animación y cooperación misionera” en este país
Desde las OMP han señalado que “la Santa Sede renueva de este modo su confianza en monseñor Gil García, quien en los últimos años ha desarrollado una infatigable labor en favor de la animación y cooperación misionera en nuestro país”.
Por su parte, el director nacional reelecto ha dicho que, de cara al próximo quinquenio, “tratará de dinamizar la cooperación misionera ante los nuevos retos y desafíos que la humanidad está demandando”. “Las OMP tienen la misión irrenunciable de fortalecer la convicción de que cada bautizado está llamado al primer anuncio del Evangelio, a ser misionero. Esta dimensión esencial de vida cristiana no tiene fronteras ni límites geográficos ni está reservado a unos pocos. El mandato de Jesús es para todos y hasta los confines de la tierra”, ha subrayado.
Además, monseñor Gil García ha expresado su gratitud “a Dios, porque me está permitiendo entregar mi ministerio sacerdotal al servicio de la actividad misionera de la iglesia, en colaboración con cada uno de los misioneros y misioneras de España”. “Gratitud que hago extensiva al cardenal Filoni por la confianza en mi persona al renovar el nombramiento como director nacional de las Obras Misionales Pontificias para el próximo quinquenio (2016-2020), y a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, que tuvo la deferencia de integrarme en la terna que presentó a la Congregación para la reelección”, ha añadido.
Finalmente, ha recordado que “desde al año 2001 la sede de las Obras Misionales Pontificias es mi casa”, al tiempo que ha asegurado que “desde allí, en con la colaboración de los trabajadores que integran la Dirección Nacional, tratamos de alentar el compromiso misionero de las diócesis, a canalizar la generosa cooperación con la actividad misionera de la Iglesia en todo el mundo”. “A todos ellos les debo mi gratitud y reconocimiento”, ha concluido el sacerdote segoviano.
Las Obras Misionales Pontificias son una institución de la Iglesia universal y de cada Iglesia particular, surgidas con el objetivo de apoyar la actividad misionera en las regiones y ámbitos no cristianos”, ha explicado la CEE en un comunicado. Son una única institución, integrada por cuatro obras distintas: la OMP de la Propagación de la Fe, la OMP de San Pedro Apóstol en favor del Clero Nativo, la OMP de la Infancia Misionera y la Pontificia Unión Misional.
Las OMP dependen de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que se encarga de atender las necesidades misioneras de la Iglesia: proveer personal evangelizador, ayudar a las Iglesias jóvenes, fomentar el espíritu misionero en la Iglesia universal y recabar los medios necesarios para llevar adelante la tarea misionera.
Breve biografía
Anastasio Gil García nació en Veganzones (Segovia) el 11 de enero de 1946. Es sacerdote de la diócesis de Madrid. Fue ordenado en 1970. Es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas, doctor en Teología por la Universidad de Navarra y diplomado en Psicología Educativa.
En la Conferencia Episcopal Española fue subdirector del Secretariado Nacional de Catequesis entre 1988 y 1999, año en que fue nombrado director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias. Desde 2001 y hasta el 2011, fue subdirector nacional de las Obras Misionales Pontificias.
El presidente Rohani pide al Papa que rece por él
Tras una reunión que ha durado 40 minutos, el Santo Padre ha dado las gracias al presidente iraní por su visita y le ha asegurado que “espero en la paz”
Rohani ha llegado al Palacio Apostólico acompañado por un séquito de doce personas, entre los cuales había solo una mujer, que era la encargada de traducir, del persa al italiano, durante el encuentro. También estaba presente durante la reunión privada un sacerdote como traductor del italiano al persa. Aunque el mandatario ha llegado unos minutos tarde respecto a lo previsto, el encuentro privado entre ambos ha iniciado a las 11.13 y ha concluido a las 11.52.
En el habitual intercambio de regalos, el mandatario iraní ha entregado al Santo Padre una alfombra hecha a mano en la ciudad de Qom y un colorido libro de miniaturas. Por su parte, el Pontífice le ha entregado la medalla de San Martín, en la que se ve cómo este se quita el manto para cubrir a un pobre, “signo de fraternidad gratuita”, ha explicado Francisco. También le ha regalado una copia de su encíclica Laudato si’. Al respecto, el Santo Padre ha indicado que al no existir una traducción del texto a la lengua persa, se lo regalaba en inglés y en árabe.
En el momento de despedirse, el Papa le ha dado las gracias por la visita y ha manifestado un deseo: “espero en la paz”.
En la reunión, tal y como ha indicado el comunicado de la oficina de prensa de la Santa Sede, se ha hablado sobre “los valores espirituales comunes” y después se ha hecho referencia al “buen estado de las relaciones entre la Santa Sede y la República Islámica de Irán”, a la “vida de la Iglesia en el país” y a “la acción de la Santa Sede a favor de la promoción de la dignidad de la persona humana y de la libertad religiosa”.
Asimismo, se han detenido también sobre la conclusión y la aplicación del Acuerdo Nuclear y se ha subrayado el “importante rol que Irán está llamado a desarrollar junto a otros países de la región, para promover soluciones políticas adecuadas a las problemáticas que golpean Oriente Medio, para contrastar la difusión del terrorismo y el tráfico de armas”. A propósito de esto, “se ha recordado la importancia del diálogo interreligioso y la responsabilidad de las comunidades religiosas en la promoción de la reconciliación, de la tolerancia y de la paz”.
Al finalizar el encuentro con el Pontífice, Rohani se ha reunido también con el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, acompañado del secretario para las relaciones con los Estados, monseñor Paul Gallagher.
La visita que ha tenido lugar esta mañana, estaba prevista para el pasado 14 de noviembre, pero se suspendió porque el presidente Rohani canceló el viaje por los atentados de París. Este ha sido el primer encuentro después de casi 17 años entre un Papa y un presidente iraní. El último presidente de Irán recibido en el Vaticano fue en 1999, cuando Juan Pablo II se reunió con Mohamed Jatami.
Manos Unidas lanza su campaña “Plántale cara al hambre: siembra”
Marca el inicio de un nuevo trienio de lucha contra el hambre en el que la ONGD católica trabajará para dar respuesta a sus causas y problemas
La campaña número 57 marca el inicio de un nuevo trienio de lucha contra el hambre (2016-2018) en el que Manos Unidas “trabajará para dar respuesta a las causas y problemas que provocan el hambre en el mundo desde una triple perspectiva: el mal uso de los recursos alimentarios y energéticos; un sistema económico internacional que prima el beneficio y excluye a los débiles y unos estilos de vida y consumo que aumentan la vulnerabilidad y la exclusión”, ha señalado la ONG de Desarrollo de la Iglesia Católica en España en un comunicado.
Para Manos Unidas, “solucionar el problema del hambre pasa por acompañar a los más pobres y reforzar el derecho a la alimentación de los pequeños productores, contribuir al cambio hacia unos sistemas alimentarios más justos y educar para una vida solidaria y sostenible”.
Hoy, 793 millones de personas en el mundo pasan hambre. Es un escándalo, como ha denunciado reiteradamente el papa Francisco. Sobre todo teniendo en cuenta que en la Tierra viven más de siete mil millones de personas y su capacidad productiva sería capaz de alimentar casi al doble, a 12 mil millones, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Manos Unidas trabaja para apoyar a los pueblos del Sur en su desarrollo y en la sensibilización de la población española. Sus ingresos provienen, en un 87,1 por ciento, de fuentes privadas y en un 12,9 por ciento del sector público.
Su misión es luchar contra el hambre, la deficiente nutrición, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción; y trabajar para erradicar las causas estructurales que las producen: la injusticia, el desigual reparto de los bienes y las oportunidades entre las personas y los pueblos, la ignorancia, los prejuicios, la insolidaridad, la indiferencia y la crisis de valores humanos y cristianos.
Esta ONGD financia proyectos de desarrollo agrícola, sanitario, educativo, social y de promoción de la mujer, con el objetivo de ayudar al desarrollo integral de las personas en los países del Tercer Mundo. Además, atiende a poblaciones en situación de emergencia y de ayuda humanitaria en catástrofes y en otras circunstancias que así lo requieran.
Manos Unidas define el desarrollo como un proceso que debe llevar a transformaciones y cambios sociales tanto en el Norte como en el Sur, de forma que se alcancen condiciones de vida digna para todas las personas. Los proyectos nacen de las necesidades que siente la población de los países más empobrecidos, y son una herramienta para favorecer el desarrollo de los pueblos, su educación, alimentación, atención sanitaria, etc. En definitiva, contribuyen a la erradicación de la pobreza.
Desde hace más de 50 años, el segundo domingo de febrero la colecta que se realiza en cada parroquia de España, está destinada a esta organización, su misión y proyectos. Tanto la sede de los Servicios Centrales como sus 71 delegaciones están ubicadas en este país.
Para más información: Campaña 57
II Jornada Internacional de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas
La II Jornada Internacional de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas tendrá lugar el próximo 8 de febrero, fiesta de santa Josefina Bakhita, una esclava sudanesa que, una vez liberada, ingresó en la Congregación de las Hijas de la Caridad Canosianas, y que fue canonizada en el año 2000, según informó este martes la agencia de la Conferencia Española de Religiosos (IVICON) en una nota.
Como ha recordado el Santo Padre, las personas sometidas a esta lacra no son “esclavos, sino hermanos”, y no son solo las mujeres destinadas a la prostitución, sino también los niños con los que se trafica, las personas destinadas al trabajo forzado, a la mendicidad o al tráfico de órganos, situaciones que a menudo engendran la así definida esclavitud del siglo XXI.
Este fenómeno no afecta solo a algunas áreas del mundo, es un hecho global que implica a los países de procedencia de las personas víctimas de trata, a los de tránsito y a los países de llegada de tantos niños, mujeres y hombres.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), aproximadamente 21 millones de personas, a menudo muy pobres y vulnerables, son víctimas del tráfico con fines de explotación sexual, trabajo forzado, extracción ilegal de órganos, mendicidad, servidumbre doméstica, matrimonios forzados, adopciones ilegales u otras formas de explotación. Cada año, cerca de 2,5 millones de personas son víctimas de la trata y la esclavitud. De ellos, el 60 por ciento son mujeres y niños, quienes con frecuencia sufren abusos y violencia indescriptibles.
Por otra parte, para los traficantes y proxenetas, esta llega a ser una de las actividades ilegales más lucrativas en el mundo, al generar un total de 32 mil millones de dólares al año. Llegando así a ser el tercer negocio más rentable después de los tráficos de drogas y de armas.
Desde hace años, la Iglesia Católica trabaja en muchas partes del mundo para prevenir el tráfico de seres humanos, sensibilizando, denunciando las causas y las redes de traficantes y explotadores, luchando a favor de políticas sociales contra la trata, acompañando y protegiendo a las víctimas y favoreciendo su reintegración social.
Texto completo del mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2016
«Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar»
Publicamos a continuación el texto completo del Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2016
En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida
con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.
María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.
2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia
El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y
su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.
Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.
3. Las obras de misericordia
La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor
fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga… para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.
No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Vaticano, 4 de octubre de 2015 – Fiesta de San Francisco de Asís
Texto distribuido por la Sala de Prensa del Vaticano © Copyright – Libreria Editrice Vaticana
Comentario a la liturgia dominical
Cuarto Domingo Tiempo Común Ciclo C Textos: Jr 1, 4-5.17-19; 1 Co 12, 31-13,13; Lc 4, 21-30
Síntesis del mensaje: Hoy es la continuación del Evangelio de la semana pasada. Un auténtico cristiano –llámese Papa, obispo, sacerdote, religiosa, laico- siempre será signo de contradicción, a ejemplo de Cristo, que no fue comprendido, que echó en cara la falta de fe de sus compatriotas, y por eso quisieron despeñarle (evangelio). Ante esto debemos reaccionar con la caridad de Cristo (2ª lectura), sin miedo y con la confianza en Dios, quien nos consagró desde el bautismo para ser profetas para las naciones y está a nuestro lado para salvarnos (1ª lectura).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, Cristo fue desde que nació signo de contradicción; así se lo dijo Simeón a María y a José cuando éstos lo presentaron en el templo (cf. Lc 2, 21-40). Tres veces fue Jesús a hablar a su pueblo, Nazaret. La primera le aplaudieron hasta el punto de echar humo las palmas de la mano, porque hablaba “como los ángeles”, era su paisano y no había más que hablar. La segunda le silbaron porque enmendó la página al profeta Isaías, el hijo del carpintero al profeta, ¡hasta ahí podemos llegar!, diciendo que el Mesías no es el Dios de las venganzas, sino el Dios de las bondades y del perdón. La tercera, fue la vencida: porque igualó delante de Dios a extranjeros, judíos y paganos, le empujaron por las calles del pueblo hasta las afueras, al despeñadero, un envite y…¿a quién se le ocurre igualar paganos, extranjeros y judíos, estos últimos que eran raza elegida por Dios? Definitivamente este Jesús de Nazaret está loco de atar. ¡Signo de contradicción! Porque predica otra Noticia distinta –las bienaventuranzas-, más interior y no tanto exterior y esclava de preceptos, y que no hacía resonar el eco del Antiguo Testamento…¡está desfigurando la religión de Israel! Porque iba a banquetes, era un comilón y bebedor. Porque se dejaba tocar por los pecadores, era un proscrito y un apestado. Porque se hacía acompañar por mujeres que le servían en sus necesidades, era un incumplidor de la ley de Moisés. Porque enseñaba en las calles y caminos sin tener su título y sin ser escriba sabihondo y sin llevar un libro debajo del brazo, era criticado. Porque dejaba que los niños se acercasen a Él, y los acariciaba y bendecía, estaba bajo la lupa de los fariseos y doctores de la ley. Porque era un peregrino itinerante que no tenía donde reclinar la cabeza, era considerado raro y estrafalario. ¡Signo de contradicción! «Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron» Jn 1, 11). ¿Para quién Jesús es signo de contradicción y piedra de escándalo? Para los soberbios, para los que se resisten a creer, se convierte en “roca de escándalo” (cf. 1 P 2,8). Y es el mismo Señor quien advierte: “Bienaventurado el que no se escandalice de mí” (Mt 11,6).
En segundo lugar, también la Iglesia fue, es y será signo de contradicción. La predicación de la Iglesia, su misma presencia en medio del mundo, resulta incómoda cuando, haciéndose eco de la enseñanza de Cristo, pronuncia lo que no desea ser oído; cuando recuerda que el hombre no es Dios, que la ley dictada por los hombres no siempre coincide con la ley de Dios; cuando desafía los convencionalismos pacíficamente aceptados por nuestro egoísmo, nuestra comodidad y nuestra soberbia; cuando proclama la verdad del matrimonio uno, indisoluble, fecundo, hasta la muerte. La Iglesia es signo de contradicción cuando no comulga con las ideologías de moda. Como Jeremías (1ª lectura), y como Cristo, la Iglesia no debe dejarse amedrentar. Es Dios quien hace al profeta plaza fuerte, columna de hierro y muralla de bronce. La fuerza de la Iglesia no proviene del poder de las armas, o del dinero, o del prestigio mundano. La fuerza de la Iglesia proviene de su fidelidad al Señor. La resistencia de la Iglesia radica en la fuerza paradójica del amor; un amor que “disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites” (1 Cor 13,7). La auténtica prioridad para la Iglesia, ha escrito el Papa Benedicto XVI, es “el compromiso laborioso por la fe, por la esperanza y el amor en el mundo”. Con esa prioridad debemos trabajar todos, aceptando el desafío del rechazo, y dando, incansablemente, testimonio del amor de Dios.
Finalmente, los auténticos seguidores de Cristo, los profetas de Dios experimentarán también esta señal de contradicción. Esta es una constante que acompaña a los auténticos profetas, desde el Antiguo Testamento hasta los tiempos presentes. Los falsos profetas, los que dicen lo que la gente quiere oír y, sobre todo, lo que halaga el oído de los poderosos, prosperan. Pero los profetas verdaderos resultan incómodos y provocan una reacción en contra cuando en su predicación tocan temas candentes, poniendo el dedo en la llaga de alguna injusticia o situación de infidelidad. Si no, preguntemos a san Juan Bautista al denunciar el adulterio del rey Herodes. O al beato Óscar Romero, que se ganó el sobrenombre de “la voz de los sin voz”. Su defensa de los más desfavorecidos de El Salvador hizo que el Parlamento británico lo propusiera como candidato al Premio Nobel de la Paz en 1979. Desgraciadamente, sus continuas llamadas al diálogo, para que los ricos no se aferraran al poder, y los oprimidos no optaran por las armas, no surtieron efecto, a pesar de la popularidad que alcanzaron sus homilías dominicales. Obstinados en reprimir toda oposición, agentes del Estado terminaron por asesinar a monseñor Romero, el 23 de marzo de 1980, y continuaron violando los derechos humanos, provocando una guerra civil en El Salvador que duraría once años y causaría 70.000 muertos.
Para reflexionar: reflexionemos en estas palabras del Papa Francisco: “«Mantenemos la mirada fija en Jesús, porque la fe, que es nuestro «sí» a la relación filial con Dios, viene de Él, viene de Jesús. Es Él el único mediador de esta relación entre nosotros y nuestro Padre que está en el cielo. Jesús es el Hijo, y nosotros somos hijos en Él. […] Por esto Jesús dice: he venido a traer división; no es que Jesús quiera dividir a los hombres entre sí, al contrario: Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación. Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad, Jesús no trae neutralidad, esta paz no es una componenda a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando esto requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí, divide; lo sabemos, divide incluso las relaciones más cercanas. Pero atención: no es Jesús quien divide. Él pone el criterio: vivir para sí mismos, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es “signo de contradicción”» (Homilía de S.S. Francisco, 18 de agosto de 2013).
Para rezar: Señor, dame valentía para poder ser signo de contradicción sin miedo, a ejemplo tuyo y de tantos hermanos y hermanas cristianos, que incluso dieron la vida por ti y el Evangelio.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org
San Enrique de Ossó y Cervelló – 27 de enero
Había confiado a su madre que quería ser maestro, pero el sacerdocio de algún modo ya entraba en sus planes; estaba muy vinculado a la parroquia desde la infancia. Siendo adolescente, y mientras un tío suyo le enseñaba el arte del comercio en una localidad zaragozana, estuvo a punto de morir. Tanto es así que su primera comunión por fuerza tuvo que vincularse a la unción de enfermos, sacramentos que recibió a la par. Entonces curó tan repentinamente que atribuyeron el hecho a la Virgen del Pilar. Luego María, bajo la advocación de Montserrat, le concedió muchos favores.
Al perder a su madre, lleno de desconsuelo revivió su más ferviente anhelo, y se encaminó hacia el sacerdocio. Su hermano Jaime, emulando ese deseo maternal, también le animó en el empeño y se ofreció para ayudarle. Pero Enrique ya tenía sobradamente tomada la decisión. De hecho, no había dudado en dejar el trabajo que tenía en Reus, sin conocimiento de su familia, buscando el bien de su espíritu en Montserrat, y huyendo de un ambiente que no se correspondía con sus ideales. En la carta que envió a su padre no dejaba duda respecto a la autenticidad de su resolución: «Mi ausencia le causará tristeza, padre; pero es la gloria de Dios lo que me motiva. Su dolor se transformará en gozo si recuerda que pronto nos encontraremos en el cielo… Dé mi ropa y otras pertenencias a los pobres… la vida es corta y las riquezas no sirven de nada si no las usamos bien». Ese espíritu de pobreza, unido a la confianza ilimitada en la divina Providencia, le acompañó siempre. Fue ordenado en 1867, y a continuación comenzó a impartir clases de matemáticas y de física en el seminario de Tortosa, sin descuidar la catequesis, que fue una de las líneas predilectas de su acción pastoral. De hecho, organizó una escuela de catecismo en varias parroquias de Tortosa, y redactó la «Guía práctica» para los catequistas.
Los conflictos políticos, con ínfulas liberales y anticatólicas, le obligaron a recluirse con los seminaristas en el palacio episcopal así como en diversos domicilios. De ese modo pudo seguir formándoles. En 1870 creó la «Asociación de congregantes de la Purísima Concepción» pensando en los jóvenes. Desde 1871 llevó a cabo una importante labor de difusión de la doctrina de pontífices como Pío IX y León XIII. Era un gran devoto de santa Teresa de Jesús. De ella había extraído esta consigna: «Que perezca el mundo antes que ofender a Dios, porque debo más a Dios que a nadie», de la que se apropió cuando se preparaba para el sacerdocio. Mantenía vivas las hondas convicciones de la santa: «Sólo Dios basta». «Quien a Dios tiene, nada le falta». Oración e imitación de Jesús eran las claves de su acontecer, líneas maestras del plan que se trazó entonces y que no dejó de cumplir después.
En 1872 puso en marcha la publicación de una revista teresiana, que tuvo difusión internacional. Aunque la revolución seguía en su apogeo, impulsó entre las jóvenes una «Congregación mariana» para campesinos, seguida de la Asociación de «Hijas de María Inmaculada y Santa Teresa de Jesús». Ésta y el «Rebañito del Niño Jesús», que fundó en 1876, nacieron con la finalidad de contrarrestar la indiferencia religiosa que había calado entre las gentes: «Ser cristianos, auténticos cristianos en el propio ambiente».
En 1874 había publicado su obra «El cuarto de hora de oración», un libro aclamado, reeditado en numerosas ocasiones y traducido a diversos idiomas. Pero fue en 1876 cuando fundó en Tarragona, junto a Teresa Blanch, la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Su objetivo: «Extender el reinado del conocimiento y amor a Jesucristo por todo el mundo por medio de los apostolados de la oración, enseñanza y sacrificio». La iniciaron ocho mujeres dedicadas a la docencia, y no tardaron en ver reconocida su labor por las autoridades académicas. Enrique decía: «Educar a un niño es educar a un hombre, y educar a una mujer, es educar una familia». Unos años más tarde fundó la «Hermandad Josefina», integrada por hombres. Junto a esta intensa labor apostólica dejó escritas, entre otras, las «Siete Moradas en el Corazón de Jesús», redactadas en Roma durante los meses de abril a agosto de 1894.
Fue un gran sacerdote, cercano, abnegado y lleno de fe, un hombre de oración, fidelísimo a la cátedra de Pedro, devoto de Jesús y de María, un valiente y fervoroso apóstol que no cesó de predicar el Evangelio por todos los medios posibles. La última etapa de su vida fue dolorosa. Le persiguieron las contrariedades y la incomprensión por parte de superiores y personas cercanas. Jamás se le vio quejarse. A estas pruebas se unieron sus enfermedades. Había dicho: «Pensar, sentir, amar como Cristo Jesús». «Sí, Jesús mío, todo por ti y todo por tu gloria, en vida, en muerte y por toda la eternidad».
Buscando la soledad para dedicarse por completo a la oración, estuvo un tiempo con los carmelitas de Castellón y, finalmente, en el convento de los franciscanos de Gilet (Valencia). Su entrega había sido ilimitada, como la de todos los auténticos seguidores de Cristo. Y hallándose en este convento, el 27 de enero de 1896 su fatigado organismo se desplomó; el corazón no le respondía. Apenas si tuvo tiempo de pedir auxilio a los religiosos. En pocas horas murió. Fue beatificado el 14 de octubre de 1979 por Juan Pablo II, y canonizado por este mismo pontífice el 16 de junio de 1993.