Es sabido por todos lo sensible que es la Iglesia con las temáticas éticas, pero quizá no está claro para todos que la Iglesia no reivindica ningún espacio privilegiado en este campo, es más, está satisfecha cuando la conciencia civil, a varios niveles, es capaz de reflexionar, de discernir y de trabajar en la base de la racionalidad libre y abierta y de los valores constitutivos de la persona y de la sociedad. Así lo ha explicado el papa Francisco, en su audiencia esta mañana con los miembros del Comité Nacional de Bioética de Italia.
Hablando sobre la responsable madurez civil, el Santo Padre ha precisado que se trata de “servir al hombre, a todo el hombre, todos los hombres y mujeres, con particular atención y cuidado –como ha sido recordado– a los sujetos más débiles y desfavorecidos, que están luchando por hacer que se oiga su voz, o porque no pueden hacerlo todavía, o porque ya no pueden hacer que se oiga”.
El principio ético de considerar a la persona en su singularidad siempre como fin y nunca como simple medio, es “fundamental también en lo relacionado con las aplicaciones biotecnológicas en campo médico, las cuales no puede ser utilizadas nunca de forma lesiva con la dignidad humana, y tampoco deben ser guiadas únicamente por fines industriales y comerciales”, ha explicado Francisco en su discurso.
Por otro lado, el Pontífice ha subrayado que el duro trabajo de investigación de la verdad ética debe ser atribuido a los méritos de los que han trabajado, sobre todo en un contexto marcado por el relativismo y poco confiado de la capacidad de la razón humana.
De este modo, el Papa ha animado a los presentes en su trabajo en tres ámbitos concretos. En primer lugar, ha hablado del análisis interdisciplinar de las causas del degrado ambiental. En este ámbito — ha precisado– es oportuno un encuentro entre las teorías biocéntricas y las antropocéntricas, en la búsqueda de recorridos que reconozcan la correcta centralidad del hombre en el respeto de los otros seres vivos y de todo el ambiente, también para ayudar a definir las condiciones irrenunciables para la protección de las generaciones futuras.
En segundo lugar, ha hablado del tema de la discapacidad y de la marginación de sujetos vulnerables, en una sociedad que tiende a la competición, a la aceleración del progreso. El Pontífice ha subrayado el desafío de contrastar la cultura del descarte, que tiene tantas expresiones, entre las que está la de tratar a los embriones humanos como material descartable, y así también a las personas enfermas y ancianas que se acercan a la muerte.
Finalmente, ha señalado el esfuerzo cada vez mayor hacia un debate internacional en vista de una posible y deseable, aunque también compleja, armonización de los estándares y las reglas de las actividades biológicas y médicas, reglas que sepan reconocer los valores y los derechos fundamentales.
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El Santo Padre critica el uso de embriones como material descartable
Francisco ha recibido al Comité Nacional de Bioética italiano y ha recordado que la biotecnología no se puede utilizar contra la dignidad humana