Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret, existente en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul), fechada cerca de 1280.

Mosaico en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul).

«Contemplar el rostro de la Misericordia»

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella. ‘La vida contemplativa es expresión del amor a Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad’

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Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella, correspondiente a este domingo, 22 de mayo de 2016, fiesta de la Santísima Trinidad.  

“Al hombre de hoy, inmerso en la desazón y el ruido, apenas le queda tiempo para probar el sabor sabrosísimo de la oración y de la presencia de Dios en su vida. Sin embargo, hay hombres y mujeres que se sienten llamados a dedicar toda su vida a la oración, el trabajo y la vida de comunidad en el seno de un monasterio contemplativo. Son personas que han tomado esta decisión para toda la vida y son muy felices.
Por su estilo de vida las vemos muy poco. Han hecho una opción por el silencio y la oración en su entrega a Dios. La vida de los contemplativos y las contemplativas, es decir, la de los monjes y las monjas de clausura, suscita sorpresa y curiosidad en nuestro ambiente social, tan fuertemente marcado por la secularización. ¿Qué sentido tiene esta vida? Pues justamente la vida de estas personas nos recuerda la primacía que debería tener Dios en la vida de cada uno de nosotros.
Este domingo celebramos la Jornada Pro Orantibus con el lema «Contemplemos el rostro de la Misericordia», en sintonía con el Año Santo de la Misericordia. En este tiempo nuestro de escasez de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa activa o apostólica, es muy significativo que no falten las peticiones de ingreso en la vida de los monasterios. Son jóvenes que aman la vida, son solidarios con los hermanos y están comprometidos en la transformación del mundo. Su vida contemplativa en un monasterio no es de ninguna manera una evasión del mundo, un desentenderse de la sociedad. La vida contemplativa es expresión del amor a Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad.
La vida contemplativa realiza plenamente a las personas que han recibido esta vocación, porque Dios llena maravillosamente todos nuestros anhelos. ¿Habéis visitado alguna vez una comunidad contemplativa? Es una buena experiencia, que interpela y suscita muchas preguntas como estas: ¿Qué valor damos a Dios en nuestra vida? ¿Qué relación creemos que existe entre Dios y la creación, entre Dios y la vida? ¿Qué valor damos a la oración y al silencio en nuestra vida personal y familiar?
En la celebración de la solemnidad de la Santísima Trinidad, este domingo la Iglesia nos propone orar por los consagrados y las consagradas en la vida contemplativa. En este contexto, también quiero recordar a la santa carmelita María Magdalena de Pazzi, la gran mística florentina. El próximo miércoles 25 de mayo se celebra la fiesta litúrgica de esta santa, fundadora de la Orden del Carmen. Este año conmemoramos los 450 años de su nacimiento.
Qué mejor homenaje podemos hacerle que encomendarnos a ella y dar a conocer la vocación de los contemplativos y las contemplativas que, como ella, tanto han aportado a nuestra sociedad. Aunque parece una paradoja, estas personas que han dejado el mundo son muy solidarias y están muy cerca de las necesidades eclesiales y de las inquietudes de los hombres y las mujeres, sus hermanos. Son personas que viven con los ojos puestos en Jesucristo y con el corazón abierto a las necesidades de los hermanos, y que nos llevan a todos en su impetración ante Dios. Hoy, os animo a que nos unamos en la oración por los que contemplan el rostro de la Misericordia.”
+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

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ZENIT Staff

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