(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco visitó al inicio de este segundo día del viaje apostólico a Armenia, el memorial de Tzitzernakaberd, lugar que recuerda el genocidio de 1,5 millones de armenios, llamado también el ‘Gran Mal’, perpetrado entre 1915 y 1916 por el Imperio Otomano.
«Aquí rezo, con dolor en el corazón –escribió Francisco en el libro de los huéspedes ilustres– para que nunca más existan tragedias como esta, para que la humanidad no se olvide y sepa vencer con el bien el mal. Dios conceda al querido pueblo armenio y al mundo entero paz y consolación. Dios custodie la memoria del pueblo armenio. La memoria no va aguada ni olvidada; la memoria es fuente de paz y de futuro».
Allí el Santo Padre se acercó a la corona y permaneció algunos instantes rezando en silencio mientras la banda tocaba el himno pontificio. Una vez ingresado en el memorial, depuso una rosa blanca a los pies de la llama perenne.
Siguió un momento de oración en el que el papa Francisco y el catholicós Karekin II bendijeron el incienso mientras era recitado el Padre Nuestro en armenio. El coro entonó diversos himnos entre los cuales el canto del ‘Hrashapar’. El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales leyó el Evangelio y el Papa recitó una oración de intercesión: ‘Escúchanos Señor y ten piedad’…
Después, dentro del mismo mausoleo desde donde se ve el monte Ararat, que pertenece a Turquía pero que ‘protege’ a Armenia, se tocó un himno con la flauta llamada Duduc, instrumento característico del pueblo armenio.
Finalmente dejó el mausoleo y el Papa se transfirió en un vehículo eléctrico a los jardines en donde se plantó un pino, como recuerdo del evento de hoy. Allí es donde firmó el libro de los huéspedes ilustres, al lado del ‘Muro de la memoria de los justos’.
A continuación Francisco recibió a unas diez personas, descendientes de perseguidos que fueron salvados y alojados en Castel Gandolfo por el papa Benedicto XV.
Este memorial fue construido en 1967, en plena época soviética y a pesar del disgusto de Moscú en la ‘Colina de las Golondrinas’. La parte del museo fue enriquecida en 1995 con una serie de objetos y recuerdos de la masacre de 1915.