(ZENIT – Roma).- Mientras en Roma se ha celebrado este 23 de abril el segundo domingo de Pascua, manifestaciones similares se registraron en diversas partes del mundo. Por ejemplo en la ciudad argentina de San Miguel de Tucumán, unos 15.000 fieles se reunieron en la Plaza Independencia para asistir a la santa misa presidida por monseñor Alfredo Zecca por la Fiesta de la Divina Misericordia.
A pocas semanas de que alrededor de 20.000 católicos manifestasen públicamente su defensa a la vida y su fidelidad mariana, en lo que fue el escenario hace menos de un año del XIº Congreso Eucarístico Nacional que reunió a 300.000 mil personas, miles de fieles salieron a las calles para rendir culto a Jesús Misericordioso.
En Tucumán, la Fiesta de la Divina Misericordia comenzó a las 17 horas con una procesión con el Santísimo Sacramento e imágenes de Jesús Misericordioso, desde la Maternidad hasta la Plaza Independencia, donde el Arzobispo presidió la celebración del santo sacrificio del altar. Como se trata de una fiesta en la que se pueden ganar indulgencias se colocaron confesionarios en la plaza donde veinte sacerdotes administraron el sacramento de la confesión. La organización estuvo a cargo del grupo de Apóstoles de la Divina Misericordia de Tucumán, cuyo asesor es el presbítero Luis Brandán.
En una entrevista monseñor Zecca afirmó: “Creo que es muy importante que hagamos crecer esta devoción porque es acercarnos a la Misericordia de Dios. Es comprender que esa misericordia es la que nos ha salvado y que el Señor quiere seguir cargando sobre sus hombros nuestros pecados. Siempre nos está esperando para recibir todos nuestros pecados, para perdonarnos, para acompañarnos. Jesús está en un mundo donde hay mucha orfandad, hay mucha gente que se siente desamparada, sola, desorientada. Saber que tiene en Jesucristo su refugio, Alguien que lo acompaña en la vida, que lo comprende, que lo perdona, que se hace cargo de sus dolores es sumamente importante”, expresó.
Eliana Merlo, coordinadora de los Apóstoles de la Divina Misericordia manifestó: “lo único que puedo hacer es alabar al Señor. Alabar, ensalzarlo, glorificarlo por las grandes cosas que sigue haciendo en su pueblo, por todo lo que Él ha derramado, por todo lo que Él está haciendo en cada una de las almas que con confianza se acercan. Todos los que nos sabemos necesitados, todos los que nos sabemos agobiados, los que estamos débiles. ¡Bendito sea el Señor por este día de fiesta, por las multitudes que ha acarreado!”. Además, añadió que la Fiesta de la Divina Misericordia en Tucumán es una de las más grandes del país e incluso de América Latina.
Esta no fue la única celebración que se llevó a cabo en la provincia. A las 10:30 de la mañana, monseñor Zecca presidió la misa en el Santuario de la Divina Misericordia ubicado en el Hogar San Agustín, de los Padres Rogacionistas, en El Corte, Yerba Buena, que contó con una amplia participación.
La Fiesta de la Divina Misericordia tiene su origen en las revelaciones de Jesús a Santa Faustina Kowalska. Tal como aparecen en su Diario el Señor le dijo a la monja polaca: “deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y especialmente, para los pobres pecadores (Diario, 699).
Jesús expresa que ofrece la última tabla de salvación, la Fiesta de la Divina Misericordia. “Quien se acerque ese día a la Fuente de vida recibirá el perdón total de las culpas y las penas (Diario 300). Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre aquellas almas que se acercan al manantial de Mi misericordia (…) (Diario 699)”.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se establecía, por indicación de San Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendría lugar el segundo domingo de Pascua.
«San Juan Pablo II ha tenido una intuición profética al promover esta revelación que tuvo Santa Faustina y haber promovido esta fiesta. Quiera Dios que esto vaya creciendo cada día más” dijo el Arzobispo de Tucumán.
El Pbro. Marcelo Barrionuevo, párroco de la Iglesia Catedral, expresó, refiriéndose al compromiso de los católicos tucumanos, que eso demuestra que Tucumán es un lugar de fe y acción: “es una comunidad eclesial que siempre responde al llamado de la Iglesia y sus pastores, los obispos y sacerdotes”, concluyó.
Procesión en la ciudad de San MIguel de Tucumán
Fiesta de la Divina Misericordia, en Roma y en el mundo
En Tucumán los católicos manifestaron su fe en la calle