Mons. Diego Padrón

Mons. Diego Padrón

Los obispos de Venezuela: no otra Constitución, sino alimentos, medicinas, paz y elecciones justas

Palabras de Mons. Padrón a los miembros organizadores de la Asamblea Constituyente

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 20 May. 2017).- La Asamblea Constituyente que propone el gobierno “es innecesaria”, porque Venezuela cuenta con una de las constituciones más completas del mundo, en cambio “lo que necesita y reclama el pueblo, en primer lugar, es comida, medicinas, seguridad, paz y elecciones justas”.
Lo indicó Mons. Diego Padrón Sánchez, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, en el momento de recibir a la Comisión organizadora de la Asamblea Nacional Constituyente.
Texto completo:
Doctor Elías Jaua Milano, ministro de Educación
Presidente de la Comisión Organizadora de la Asamblea Nacional Constituyente
Sres. Miembros de la misma Comisión
En nombre de la Conferencia Episcopal Venezolana, agradezco su gentileza de venir a esta casa a presentar a los obispos el proyecto general de la Asamblea Nacional Constituyente promovida por el Sr. Presidente de la República. Esta casa nuestra es «la Casa de todos». Bienvenidos.
Comienzo por manifestarles con mucho respeto que los obispos hemos decidido, después que hayamos escuchado su exposición, no entrar a debatir con Ustedes los pro y los contra de la iniciativa presidencial. Ya hemos declarado nuestra opinión al respecto. En efecto, en el Comunicado que dimos a conocer públicamente el pasado 05 del presente mes y en la Exhortación que publicamos ayer, señalamos:
1. Que esta Asamblea Constituyente es innecesaria, porque Venezuela cuenta con una de las constituciones más completas del mundo. Ella contiene lo que cualquier otra constitución nacional quiere garantizar. Lo que hace falta no es reformar el texto constitucional, sino que el Gobierno le dé pleno cumplimiento a su letra y su espíritu. Y si la cumpliera, podría, en algún caso, proponer su enmienda.
2. Es innecesaria, porque no es lo que el pueblo necesita. Lo que necesita y reclama el pueblo, en primer lugar, es comida, medicinas, seguridad, paz y elecciones justas. La Asamblea Constituyente retrasa el proceso electoral ya sobrepasado en el tiempo, conforme a la Constitución Nacional. Por estas y otras razones, la iniciativa presidencial tiene muy escasa aprobación. No ha traído tranquilidad al país. Incluso dentro del oficialismo hay quienes la adversan o no la consideran conveniente u oportuna.
3. Es inconveniente, porque la nueva estructura de Estado, la estructura comunal, que el Gobierno pretende introducir mediante la Asamblea Constituyente, fue ya consultada al pueblo en 2007 y el pueblo la rechazó. La soberanía popular debe ser respetada.
4. Es inconveniente, porque – como sabemos – la eventual instalación de una Asamblea Nacional Constituyente suprimiría de facto el ejercicio de la Asamblea Nacional, la cual fue elegida por una abrumadora mayoría nacional en elecciones universales, directas y secretas.
5. Es inconveniente, porque no contribuye al entendimiento entre los venezolanos. Ustedes han insistido en que la propuesta presidencial, en los términos en que hasta ahora ha sido formulada, tiene como objetivo el diálogo y la paz. La Iglesia apoya y comparte este objetivo. Pero, al mismo tiempo, está convencida de que el único camino para el diálogo y la paz es la consulta al pueblo sobre si quiere o no esta propuesta presidencial. Hablo de una consulta universal, con voto directo y secreto, tal como lo prevé nuestra Constitución Nacional, en base al principio de «una persona, un voto». El pueblo es el verdadero sujeto social de la democracia. Para que haya diálogo entre Gobierno y Oposición es imprescindible superar la mutua desconfianza.
Reitero que no queremos profundizar en las motivaciones jurídicas del proyecto de Constituyente, porque nos somos juristas. Preferimos, como ciudadanos preocupados por los graves problemas nacionales y pastores que comparten las angustias del pueblo, abrir un espacio para la reflexión sobre otros asuntos de gran envergadura en los que el Gobierno nacional y la Iglesia pudieran trabajar de común acuerdo en bien del país, como son, por ejemplo, el servicio que Caritas de Venezuela puede prestar en la adquisición y distribución de alimentos y medicinas o en las visitas a los privados de libertad a quienes los cuerpos de seguridad se las restringen. Los presos comunes son atendidos por la Iglesia católica mediante el Servicio de Capellanía Penitenciaria.
Hago votos al Dios y Padre suplicándole que este encuentro sirva para que la situación del país se encamine por sendas de justicia, reconciliación y paz.   Caracas, 19 de Mayo de 2017

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ZENIT Staff

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