(ZENIT – 12 Sept. 2017).- «En el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, los derechos humanos se describen como universales, inalienables e inviolables», indicó Mons. Urbanczyk. «Estas tres características provienen de la más profunda `piedra fundamental´, es decir, la naturaleza divina que ha sido dada a la dignidad humana».
Intervención de Mons. Janusz S. Urbanczyk, representante permanente de la Santa Sede en el Reunión para el Estudio de la Dimensión Humana 2017, organizado por la Oficina para las Instituciones Democráticas y Derechos Humanos, en la sesión inaugural del 11 de septiembre de 2017.
Los derechos humanos son universales, ya que «se aplican a todos los seres humanos sin excepción de tiempo, lugar o tema». Son inviolables en la medida en que «son inherentes a la persona humana» y son expresiones de dignidad humana, y porque la proclamación de estos derechos exige el pleno respeto de cada persona y exige el respeto, para cada persona, en todas partes. Por último, estos derechos son inalienables en la medida en que «nadie –quien quiera que sea– puede legítimamente privar a otros de estos derechos, ya que esto contradice su propia naturaleza», explicó el representante de la Santa Sede.
Mons. Janusz S. Urbanczyk recordó que desde las negociaciones acordadas en el acta final de Helsinki, la Santa Sede ha puesto especial énfasis en la dimensión humana de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), así como la seguridad, la tranquilidad y la paz no son el resultado de la restricción de los derechos humanos sino de su disfrute por todos, sin distinción en cuanto a raza, sexo, idioma o religión.
Por otra parte, –ha expresado Mons. Janusz S. Urbanczyk– la Santa Sede ha manifestado con frecuencia su preocupación por la supresión de estos derechos de su propio contexto, la restricción del alcance de la aplicación de los derechos y la interpretación de los derechos a variar y su universalidad en nombre de diferentes intereses culturales, políticos y sociales. Semejante enfoque, visto como privilegios otorgados por el Estado (que se revoca cuando le plazca), daña de manera duradera la idea misma de los derechos humanos y ciertamente afecta a su disfrute por cada hombre y cada mujer. Como ha declarado el Papa Francisco: «La dignidad de la persona humana y del bien común es superior a la comodidad de los que se niegan a renunciar a sus privilegios» .
Por lo tanto, el término «derecho humano» debe aplicarse de manera estricta y prudente, se convierte en una retórica, ampliada sin cesar para adaptarse a los caprichos pasajeros de la época. Un enfoque tan elástico desacreditaría el concepto mismo de los derechos humanos. A la adecuada comprensión de los «derechos humanos», la Santa Sede presta su apoyo moral y, por lo tanto, alienta a los Estados participantes a hacer de los derechos humanos y las libertades fundamentales una realidad para todos.
La Santa Sede cree firmemente que, para que los derechos humanos fructifiquen, no sólo deben proclamarse con palabras, sino que también deben ponerse en práctica, señalo el representante de la Santa Sede.
Y concluyó citando el primer Mensaje del Día Mundial de la Paz del Papa Francisco, que –dijo Mons. Urbanczyk– expresó con profundo pesar: «En muchas partes del mundo, parece que no hay fin a los graves delitos contra los derechos humanos fundamentales «. Es evidente que la OSCE está en una posición ideal para corregir tales delitos, promover la causa de los derechos humanos universales y promover la tan necesaria precisión protección de estos derechos, advirtió el diplomático.
Conferencia en Viena © Oficina de Prensa de OSCE
Mons. Urbanczyk: "Los derechos humanos son universales, inalienables e inviolables"
Reunión para el Estudio de la Dimensión Humana 2017