+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
VER
Hace unos 40 años, cuando yo era coordinador del equipo diocesano de pastoral vocacional, organizamos un retiro para jóvenes líderes de diferentes movimientos, sobre todo de Jornadas de Vida Cristiana, para reflexionar sobre la vocación política de los laicos. Quien era presidente de este movimiento, pensaba ser sacerdote. A raíz de este retiro, decidió entrar a la política, inspirado por el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Escaló varios puestos de primer nivel, tanto en su municipio, como en el Estado y en el país. Ese ambiente es muy difícil de evangelizar, porque hay demasiados intereses, pero se esforzó por que la semilla sembrada en su corazón diera frutos.
Siendo obispo de San Cristóbal de Las Casas, con ocasión de la visita pastoral a parroquias de la ciudad, convoqué a los líderes de los diferentes partidos políticos, para escucharlos sobre la realidad del municipio y qué esperaban de la diócesis. Me pidieron que los reuniera con más frecuencia, porque, me decían, sólo aquí nos podemos encontrar y dialogar en forma pacífica, pues fuera de aquí, todo son divisiones y enfrentamientos.
Todos los candidatos presidenciales recientes se declararon católicos, cuando los obispos les preguntamos al respecto. También quien resultó ganador. Sin embargo, éste nos dijo que, siendo de raíz católica, se declara cristiano en su sentido más amplio. No que pertenezca a alguna denominación evangélica, sino porque, es mi opinión, declarándose cristiano, sería aceptado también por los protestantes.
Los hermanos evangélicos han de analizar a qué se debe que el Partido Encuentro Social (PES), que promovieron, no haya logrado el porcentaje requerido y tenga que desaparecer a nivel nacional. Era un intento de que la fe cristiana estuviera más presente en la política y en los ámbitos legislativos, para sembrar los valores cristianos en la sociedad, defender la vida y la familia. Yo les animo a seguir luchando por este ideal, sobre todo a los hermanos mormones, de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, que le pusieron todo el empeño de su corazón. Hay otras formas de hacer presencia, sobre todo con el buen número de legisladores que lograron. No hace falta un partido confesional.
PENSAR
El Papa Francisco, en un mensaje a católicos con responsabilidades políticas, nos cuestionó: “El Papa Benedicto XVI señaló con preocupación en su discurso de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida «la notable ausencia en el ámbito político […] de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas». Y los Obispos de todo el continente quisieron incorporar esta observación en las conclusiones de Aparecida, hablando de los «discípulos y misioneros en la vida pública» (n. 502).
En verdad, en un continente con un gran número de bautizados en la Iglesia católica, de sustrato cultural católico, en el que la tradición católica está todavía muy vigente en los pueblos y en el que abundan las grandes manifestaciones de la piedad popular, ¿cómo es posible que los católicos aparezcan más bien irrelevantes en la escena política, incluso asimilados a una lógica mundana? Es cierto que hay testimonios de católicos ejemplares en la escena pública, pero se nota la ausencia de corrientes fuertes que estén abriendo camino al Evangelio en la vida política de las naciones. Y esto no quiere decir hacer proselitismo a través de la política; nada que ver.
Hay muchos que se confiesan católicos —y no nos está permitido juzgar sus conciencias, pero sí sus actos—, que muchas veces ponen de manifiesto una escasa coherencia con las convicciones éticas y religiosas propias del magisterio católico. No sabemos lo que pasa en su conciencia, no podemos juzgarla, pero vemos sus actos. Hay otros que viven de modo tan absorbente sus compromisos políticos que su fe va quedando relegada a un segundo plano, empobreciéndose, sin la capacidad de ser criterio rector y de dar su impronta a todas las dimensiones de vida de la persona, incluso a su praxis política. Y no faltan quienes no se sienten reconocidos, alentados, acompañados y sostenidos en la custodia y crecimiento de su fe, por parte de los Pastores y de las comunidades cristianas.
Al final, la contribución cristiana en el acontecer político aparece sólo a través de declaraciones de los Episcopados, sin que se advierta la misión peculiar de los laicos católicos de ordenar, gestionar y transformar la sociedad según los criterios evangélicos y el patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia.
¿Qué significa para nosotros pastores que los laicos estén trabajando en la vida pública? Significa buscar la manera de poder alentar, acompañar y estimular los intentos, esfuerzos que ya hoy se hacen por mantener viva la esperanza y la fe en un mundo de contradicciones especialmente para los más pobres. Significa como pastores comprometernos en medio de nuestro pueblo y con nuestro pueblo sostener la fe y su esperanza. Abriendo puertas, trabajando con ellos, soñando con ellos, reflexionando y especialmente rezando con ellos” (I-XII-2017).
ACTUAR
Quienes fueron elegidos para gobernar y legislar, si son creyentes en Jesucristo, esfuércense por demostrar los criterios y las actitudes del Evangelio en su forma de vivir y de servir. No se trata de hacer proselitismo, sino de promover los valores que dan vida al pueblo, como la justicia, la verdad, la solidaridad, la defensa de los pobres y la promoción de los marginados. Y dediquen tiempo a su formación integral, también la religiosa, para que sean mejores servidores de la comunidad.
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Mons. Felipe Arizmendi: Formación religiosa de los políticos
«Promover los valores que dan vida al pueblo»