(ZENIT – 21 nov. 2018).- «Bienaventurados los pobres de espíritu; aquellos que, no fiándose de sus propias fuerzas, se abandonan en Dios, que con su misericordia cura sus faltas y les da una vida nueva».
Así ha concluido el Papa Francisco su reflexión en español, pronunciada en la audiencia general, que ha dedicado al último mandamiento: «No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo»q, este miércoles, 21 de noviembre de 2018, en la plaza de San Pedro.
Frente a este mandamiento de la ley de Dios, «nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que nuestra debilidad se supera solo con nuestras fuerzas, en virtud de una observancia externa», ha advertido el Papa.
Por ello, el Pontífice ha hecho un llamamiento concreto a los todos los fieles: «Debemos suplicar, como mendigos, la humildad y la verdad que nos pone frente a nuestra pobreza, para poder aceptar que solo el Espíritu Santo puede corregirnos, dando a nuestros esfuerzos el fruto deseado».
Esa «verdad», ha señalado, es «apertura auténtica y personal» a la misericordia de Dios que nos transforma y renueva, ha asegurado Francisco.
«No codiciarás»
El Pontífice ha observado que a simple vista parece coincidir con los mandamientos: «No cometerás adulterio» o «no robarás». Sin embargo –ha aclarado– hay una diferencia.
En este epílogo –ha indicado Francisco– el Señor «nos propone llegar al fondo del sentido del decálogo» y evitar que «pensemos que basta un cumplimiento nominal y farisaico» para conseguir la salvación.
La diferencia estriba en el verbo empleado: “no codiciarás”; con este verbo se subraya que, en el corazón del hombre –como dice Jesús en el evangelio–, «nace la impureza y los deseos malvados que rompen nuestra relación con Dios y con los hombres», ha matizado el Santo Padre en su reflexión.
Francisco se acerca a los fieles en la audiencia general, 21 nov. 2018 © Vatican Media
El Papa llama a "suplicar la humildad y la verdad que nos pone frente a nuestra pobreza"
«No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo»