Marta, y la otra "Marta, ahora Pilar, con sus hermanos y hermana y sus padres en San Pedro de Roma" © Marta Lobez

Marta, y la otra "Marta, ahora Pilar, con sus hermanos y hermana y sus padres en San Pedro de Roma" © Marta Lobez

De oposiciones a juez, a monja – Historia de una vocación (I)

Para entregarse al amor en exclusiva a Dios y al prójimo

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Marta es una joven de 29 años de Barcelona, España, abogada en ejercicio, que deja las oposiciones a Juez para entregarse al amor en exclusiva a Dios y al prójimo como “esposa de Cristo”, según el carisma de su nueva familia religiosa. A principios de noviembre de 2018 entró en una congregación religiosa que se ocupa de atender a los menos favorecidos, las Siervas del Señor y la Virgen de Matará, en su noviciado de Segno, al sureste de Roma. Se hace religiosa misionera. Pocos días después tomó los primeros hábitos.

El Instituto de las Siervas del Señor y la Virgen de Matará, de derecho diocesano fue fundado el 19 de marzo de 1988 en San Rafael, Argentina. Junto al Instituto del Verbo Encarnado, compuesto de sacerdotes religiosos y de hermanos, y junto a la Tercera Orden conforman la Familia Religiosa del Verbo Encarnado. El día antes de marchar a Roma desde su ciudad natal Barcelona, Marta, ahora la hermana Pilar, me explica en conversación cómo se vence el miedo a la Vocación: “un salto al vacío”. Su lista de pros y contras. «Vale Señor, me rindo, pero dame la certeza…». Y la respuesta de Dios.

«Dejé de ser del Opus Dei pero nunca de ir a misa»

«Dejé de ser del Opus Dei pero nunca he dejado de ir a misa y de frecuentar mi trato con Dios».

«Yo dejé de ser del Opus Dei porque ese modo de vida no era para mí. Para otros puede serlo, y de hecho lo es, y fenomenal y me saco el sombrero. Hablo de un intuir, de una inquietud, y ese intuir por dónde podrían ir los tiros yo ya lo había experimentado. Pero es verdad que cuando yo dejo la Obra no la dejo rebotada ni mucho menos. Dejé de ser del Opus Dei pero nunca he dejado de ir a misa y de frecuentar mi trato con Dios. Es verdad que la vida da muchas vueltas, y tienes momentos en lo que quizás sí que estás un poco más alejada o dando prioridad a otras cosas y te olvidas de lo importante. Pero yo, mi vida de cristiana católica y practicante, ese trato con Dios, no lo he abandonado nunca.

«Es una inquietud que viene de atrás, pero también ha sido un poco “turbativo”. De esa inquietud yo he huido durante mucho tiempo, y cuando uno huye de algo al final uno acaba olvidándose de ese algo: y tiene su lista de prioridades, ¡desordenada! Dios había dejado de ser una prioridad en mi vida, y mi prioridad pasó a ser pasármelo bien, mi proyecto vital, mis amigos, mi estudio y, mi carrera profesional… mi proyecto profesional era muy importante en mi vida. Y perdí un poco el orden en esa lista hasta que llega ahora este momento de mi vida en que yo dejo la oposición; y es verdad que yo toco un poco fondo… Cuando uno es muy perfeccionista -y yo lo soy- y se cree que puede con todo, Dios tiene que darle a uno una colleja de vez en cuando para que se dé cuenta que no es así la vida [ríe]. Y Dios me dio una pequeña colleja, que me hizo parar con la oposición y descansar, y volver a poner en orden esa lista de prioridades de la que te hablaba antes».

¿Cuándo fue?

«Fue en marzo de este año 2018».

¿Cuántos intentos llevabas de oposición?

«Me había presentado dos veces al primer ejercicio. Es verdad que el primer examen podría no contarse porque llevaba solamente 5 meses preparando la oposición, es ridículo. La primera convocatoria fue un poco ver en qué consiste esto. La segunda convocatoria ya fue seria. Y estábamos pendientes de convocatoria con el cambio de gobierno en España y la no-aprobación de los presupuestos: otras oposiciones, como a Notarías, no dependen de los Presupuestos Generales del Estado; nosotros, los que preparamos oposiciones a Judicatura dependíamos de la aprobación de los Presupuestos, llevaban ya muchos años convocando muy poquitas plazas pero sí que regularmente lo hacían y en cambio este año estaba siendo muy irregular. Llevábamos como año y medio sin convocatoria, se estaba haciendo un poco largo.

«El mundo seguía girando y tú estás encerrada estudiando diez o doce horas diarias… y ahí toque un poco fondo»

«Una persona, cuando tiene un objetivo y trabaja con una fecha, trabaja pensando en esa fecha, ¿no? Y yo estaba un poco como que no sabía cuándo iba a acabar todo eso, el mundo seguía girando y tú estás encerrada estudiando diez o doce horas diarias: ya llevábamos casi cuatro años así. Dos convocatorias y a la espera de la tercera, y no llegaba. Y yo ahí toque un poco fondo.

«Y la colleja de que te hablaba estoy convencida que fue una colleja cariñosa desde arriba, un decir “¡ey! que la vida era mucho más que esto: vuelve a encontrarte, vuelve a … vuelve a tu esencia, vuelve a lo importante, y no le des tanta importancia a lo que tú nunca se la has dado”, ¿no? No sé: yo vivía por y para el estudio. Dejo, o me recomiendan que deje en standby la oposición y hago caso. En casa han apoyado mucho la jugada, que deje la oposición, porque bueno, en ese momento la salud es también lo primero, ¡y no vale la pena! tener “una pájara” por algo que tampoco tiene tanta importancia. Hago caso, descanso, ¡pero soy una persona muy activa! Y yo me veía en casa, y a mis amigos trabajando por la mañana y por las tardes, y salían a las siete. Igual iba a tomar algo pero no, se me hacían muy largos los días, y es ahí cuando dije “eh, ¡pues me voy a hacer un voluntariado!” No tenía un duro, no podía viajar, y me puse a buscar ese voluntariado (Escuchar audio).

Entre salvar a las tortugas, o ir de voluntaria a Kazajstán

«Nada me encajaba; se lo conté a una amiga y ella me puso en contacto con la madre Agnus Dei, que vive en Vic, en la provincia de Barcelona. Y nada, que me fui a ver un día a la madre Agnus Dei y me preguntó, “donde te quieres ir!” y le dije, – “no tengo ni idea, me da igual” También es cierto que yo buscaba un sitio donde la ayuda fuera necesaria, ¿no? Porque mi hermano se iba a la India, a Calcuta, y a mí me daba un poco de miedo la India, también por ignorancia pura y dura; también había oído de amigas que habían estado en verano y que en verano hay como “sobrepoblación” de voluntarios. Y me dijo, – “qué te parece Kazajstán” [ríe] no sabía ni donde estaba Kazajstán.

– ¿Ese sitio es donde hay doscientos católicos?

«Eso es Tayikistán (ver vídeo)’: el mismo Instituto proporciona los únicos sacerdotes en este país]. Y le dije, bueno si necesitan ayuda, pues a Kazajstán. A las dos semanas estaba cogiendo el vuelo a Kazajstán. Yo me senté en el avión, y me dije “pero tú tía, ¡qué haces con tu vida! A Kazajstán que no sabes nada, a vivir con tres monjas, ¡Tres monjas! [ríe] eres tonta” (escuchar audio).

– Has removido a tus colegas a tus amigos…

– «Si se ha removido algo, no he removido yo. Ha removido Dios».

– Ha removido Dios, usándote como instrumento…

– «¡Ojalá! yo estoy convencida de que los tiempos de Dios no son los tiempos de los hombres…»

Yo pienso que a veces la razón de la vida de alguien es remover a las personas con las que coincide en la vida diaria, incluso en una situación más mínima…

«Tengo a mis amigas llorando por los rincones»

«Pues sí. Pues claro que Dios se vale de eso. Somos muy limitados. ¡Yo!, soy muy limitada!¡Dios sabe cómo hace las cosas! Yo en todo este tiempo he sido mucho de entrar y salir, gracias a Dios tengo muchos amigos; y muy buenos. Yo estoy convencida que Dios se ha esperado al momento que dentro de sus planes es el adecuado.

«Las conversaciones que yo he tenido estas semanas con tanta, tanta, gente… de tantos ambientes distintos al mío, muy buenos amigos pero que no entienden ni “cachufla” …; yo he tocado que se revolvían, que al menos se planteaban cosas, ¿no? O me han escrito y, mira, puede parecer una minucia, ¿no?, pero a mí ya eso me hace…; ayer comía con una amiga y me decía -” Jo, Marta, es que desde que sé todo esto, rezo más”. Ella es médico, y va caminando al hospital y pasa por delante de Santa Gemma: – “Entro, y me siento dos minutos”, me decía. ¡Ya está!; ¡es que ya está! Cada uno en su medida.

«Dios ha buscado el momento, y Dios se ha servido de esto. Toda esta gente, que está tan alejada de Él, estoy convencida que Dios se va a servir de esto para… para que el día que yo llegue al cielo, no quiero llegar sola, quiero llegar…, les digo, “y que estéis vosotros”; pues Dios sabe cómo hace las cosas y Dios, sabrá cómo se va a servir de mi experiencia».

Kazajstán

«En Kazajstán tuve la tentación de hablar con la superiora, pero ¡basta que le diga!, qué me va a decir una monja “bienvenida al Club”. ¡No!».

– ¿Cómo superaste el miedo típico de la vocación?

– «Yo al menos… lo pasas muy mal, no? (ríe). Yo vuelvo de Kazajstán, y no hablo con nadie de esta inquietud mía».

– (Interrumpo) «¿ni con tu padre?»

– «Ni con mi padre. Bueno, con mi padre te diría que con el ultimo» (ríe)

– «¿Y con tu madre?»

– «Tampoco».

– «Con tu hermana».

– «¡Tampoco! No, no, con nadie».

– «Ni con tus hermanos».

«Con nadie! Ni con amigas, nadie, nadie, nadie. De hecho ni con las monjas de ahí. Yo ahí tengo la tentación de hablar con la superiora porque, bueno, de hecho la primera sorpresa que me llevé ahí fue que las tres que estaban eran más jóvenes que yo. Madre mía; dos ucranianas, una boliviana; el trato por tanto fue muy fácil, muy humano, muy normal. Como te decía, yo tuve ahí la tentación de hablar con la superiora, con la madre Zastumitza, Intercesión, [ríe] pero en el fondo pensaba “no, no, ¡no que basta que le diga!, para que me quede aquí”, qué me va a decir una monja ¿no? “Pues bienvenida al Club”. No, no, yo vuelvo a Barcelona, y en Barcelona esta “pájara” se me pasa, yo vuelvo a mi vida normal, yo busco trabajo.

«Por “timing” yo había dejado la oposición y por tanto era un momento en el que yo decidía si volvía a la oposición o vuelvo otra vez a trabajar. “Vuelvo a Barcelona -pensaba-, busco trabajo, me independizo”, Yo tenía mi planning montado, me hacía mucha ilusión. Por tanto yo no hablo con nadie, y me creo que volviendo aquí esa inquietud se me va a pasar, inquietud que como te he dicho siempre había existido pero que se había despertado como de una forma muy potente y muy interior, ¿no?

«Porque sin nadie decir nada, la última semana en Kazajstán yo solo lloraba. Y no lloraba de pena, no era un llorar de tristeza, era un llorar de impresión, de sentir a Dios como muy cerca y de… de ser consciente de que antes o después a esa inquietud me tenía que enfrentar. Pero no tenía narices, la palabra era, “no me daba la gana”. Yo iba al oratorio y Le decía “Tío, esto Tú y yo ya lo hemos hablado, esto Tú y yo, pensaba que esto ya estaba zanjado! Por tanto no tenemos nada más que hablar. ¡Que no! ¡Que eso no es para mí! A estas alturas de la película, 30 años, casi, que no Hombre que no, ¡cuatro años encerrada estudiando una oposición! ¡Ahora no!”.

«El vacío era más grande»

«Ya en casa el vacío cada vez era más grande, no se llena con nada. Yo iba donde está el Santísimo expuesto 24 horas, una paz inexplicable»

«Pero esto era como salir de ahí y salir dándole la espalda! Y estaba dispuesta a darle la espalda, estaba dispuesta a volver a Barcelona, a buscar trabajo, a volver a mis amigos, a mis planes. En Kazajstán es verdad que era todo como muy fácil: tenía el sagrario en la habitación de al lado y era muy fácil tener ese trato con Dios, aquí no es tan fácil, o lo buscas o no lo tienes. Esa necesidad de buscarlo ¡Inexplicablemente! Porque es inexplicable. Esa necesidad de estar cerca del Señor… cada vez era más grande. Y ese vacío que yo había intuido tantas veces, llegaba a casa y al estar sola, decir… “Y que más, esto, ¡esto!, ¡tiene que haber algo más!”.

«El vacío cada vez era más grande, y no se llena con nada, con nada. Y yo iba a Santa Isabel, donde hay una capilla donde está el Santísimo expuesto 24 horas; y era una paz inexplicable, ¿no? Pero yo seguía dispuesta a buscar trabajo, y allí empieza como un malestar personal, de ser consciente de que le estaba dando la espalda a Él de forma directa, y a mi felicidad, a mi tranquilidad, de forma indirecta (escuchar audio).

«Pues te lanzas en el momento en que te fías de Dios. Y Dios sabe cómo hace las cosas»

«Volviendo de mi voluntariado yo estaba dispuesta a buscar trabajo, pero ahí empieza un malestar personal al ser consciente de que le estaba dando la espalda a Él, de forma directa; y a mi felicidad, a mi tranquilidad de forma indirecta. Y uno vence el miedo cuando se da cuenta de que es inútil y ridículo huir de Dios, ¿no? Porque Dios no puede querer para nosotros nada que no vaya a hacernos felices. Es decir, lo que Dios quiere para nosotros no puede ser malo. Igual es difícil, igual es costoso, igual supone sacrificio, pero eso genera mucho bien, ¿no? Dios, al final de todo, siempre pretende el bien a pesar de la dificultad. Es que es inútil, es inútil huir de eso. Y uno se rinde. Se rinde en el fondo, [ríe] porque en él no-fondo uno sigue poniendo sus excusas».

«Buscar la seguridad»

Una razón clásica para hacer oposiciones a un puesto de trabajo público es buscar la seguridad. ¿Cómo pasas de buscar la tranquilidad – estabas preparando tus oposiciones a Juez-, a decir “me lanzo a un mar, donde sé nadar, pero no sé qué olas vendrán”. Pasas, por decirlo de alguna forma, de ingeniera a… a artista. La actitud cerebral tuya, ese cambio a otro paradigma.

«Pues te lanzas en el momento en que te fías de Dios. Y Dios sabe cómo hacer las cosas.Y es verdad que yo soy muy racional y me gusta mucho el derecho. Cuando empecé a preparar la oposición disfrutaba con lo que hacía, me suponía un esfuerzo dejar de hacer otras cosas pero con el estudio disfrutaba. Con los sacrificios que implica el estudio. Aunque no soy una loca, ni una rata de biblioteca para nada.

«El tema de la oposición era buscar una seguridad, una estabilidad, que para el día que yo tuviera una familia, ser mi propia jefa, tener así esa estabilidad económica y también personal y familiar. Siempre he querido tener familia, tener la posibilidad de ser mi propia jefa y poder compaginar perfectamente mi vida profesional con mi vida personal, sin un jefe puñetero que te diga “¡No!” mientras tú con tu hijo enfermo en casa tienes que estar en la oficina.

«¿Cómo pasas de esa tranquilidad a lanzarte… a, podría decirse, lo opuesto, me preguntabas? Pues es que no es tan opuesto. Aunque racional me es fácil guiarme por las emociones, por lo que siento y ha sido un proceso largo de discernimiento, de pensar, de hacer listas de pros y contras, de poner un poco más la razón en todo aquello. Habrá gente a la que le será suficiente una gracia turbativa, que digas “¡Buah!”, pero para mí que soy más incrédula podríamos decir, no era suficiente.

“Señor, dame la certeza de saber que esto, ¡esto! es sólo porque tú quieres”

«Y ya cuando uno ve por donde… ve que sí, que se rinde y que Le dice que sí… En ese momento me fui a hacer unos ejercicios espirituales de san Ignacio en el Monasterio del Pueyo y ya al final del retiro, recuerdo estar delante del sagrario ya habiéndome dicho [a Dios] “me rindo, okay”, pero también , “Señor, dame la certeza de saber que esto, ¡esto!, es sólo porque tú quieres, que es lo que tú quieres y ya está: que yo no me estoy confundiendo, que yo no estoy equivocándome o estoy, ¡no sé!, contemplando esta opción por algo que no seas tú y que no venga directamente de ti”.

«Y yo ahí sentada, mirando el sagrario y no había nada, nada; ni nadie, solo una vocecita interior que dice, “Marta, qué más certeza necesitas, qué más certeza necesitas que el ser consciente que tú estás aquí, sentada conmigo, y podrías tirarte aquí toda la vida, con esta plenitud, esta serenidad, este gozo, sin ver a nadie más, sin necesitar a nadie más”. Y es que es gozo al final. Y a veces nos complicamos mucho la vida buscando seguridades en cosas que son mucho más inciertas. Y al final… ¡yo que sé! Es que más certeza que esa, más certeza que experimentar la cercanía de Dios, que experimentar a Dios; eso es lo que te hace cambiar el chip: sentir la experiencia, ¡tener la experiencia de la existencia de Dios! Que dios un poco te toca el hombro y te dice ¡“ey”! Claro que no se te aparece un ángel – ¡Gracias a Dios [ríe]! Porque nos pegaríamos el susto de nuestra vida. Pero tienes la experiencia de la cercanía de Dios. ¡Y qué hay más certero que eso! Y esto es lo que te hace lanzarte a la piscina» (escuchar audio).

@JordiPicazo es filólogo y periodista

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Redacción zenit

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