(ZENIT – 8 febrero 2019).- La reunión de estudio titulada Los Acuerdos de Letrán. Mesa redonda con motivo del 90 aniversario (1929 – 2019), organizada por el Comité Pontificio para las Ciencias Históricas, se celebrará en el Colegio Pontificio Teutónico del Vaticano el próximo 12 de febrero de 2019.
P. Bernard Ardura, O. Praem. (Premonstratense), presidente del Comité Pontificio, habló en la a los periodistas, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, para presentar esta reunión, este viernes 8 de febrero de 2019 en el Vaticano, así como el profesor Matteo Nacci.
«El informe historiográfico debe elogiar la sabiduría de Pío XI, que optó por una solución que podría definirse como» minimalista «en el territorio del estado, con la ayuda de la visión realista del cardenal Gasparri», señaló Monseñor Ardura.
Aquí está nuestra traducción de su discurso, hecho en italiano.
AB
***
Intervención del P. Bernard Ardura, O. Praem
Con la estipulación de los Pactos Lateranenses, se puso fin jurídicamente a cincuenta y nueve años de relaciones tensas, desde la «toma de Roma», con la consiguiente pérdida de la soberanía temporal del pontífice.
Desde San Pío X, los papas ya no reivindicaban la restauración del Estado pontificio y es fácil comprender que Pío XI desease tener una garantía de la independencia de la Santa Sede con respecto a Italia.
Los Pactos Lateranenses se firmaron diez años después del último «feo» institucional que sufrió la Santa Sede; a saber, la oposición de Italia a la participación de la Santa Sede en las negociaciones de paz de 1919, para concluir la Primera Guerra Mundial.
Desde el punto de vista italiano, el país quería desembarazarse de la imagen de «perseguidor» del Papa. A lo largo de los años, bajo Pío XI, se instauró una conciliación de facto mientras los Pactos Lateranenses marcaron la conciliación de iure.
Hubo casi unanimidad sobre la necesidad de resolver la llamada «Cuestión romana» y, por lo tanto, ese status conflictivo. Por el contrario, se registró una gran diversidad de opiniones sobre cómo lograrlo.
De hecho, parecía necesario crear un estado independiente, pero se planteaba la cuestión de Roma: para algunos el nuevo Estado, habría tenido que englobar, al menos una parte de la ciudad.
Los observadores extranjeros consideraban dicha situación como una garantía de la independencia del Papa de Italia, como sujetos en conflicto.
El Tratado, acompañado por un Concordato con el régimen fascista, ¿no podía, de todas formas, despertar alguna perplejidad entre los propios católicos y en algún gobierno extranjero?
Es bueno recordar que los tratados se firmaron con un Estado y no con un régimen político en particular. Lo fundamental es la continuidad del Estado a través de la variabilidad de los regímenes políticos. Así, los Pactos Lateranenses fueron firmados entre la Santa Sede y el Estado italiano y se incorporaron a la Constitución italiana de 1948, cuando Italia decidió pasar de la monarquía a la República.
Como balance historiográfico, debemos elogiar la sabiduría de Pío XI, que optó por una solución que podría definirse «minimalista» en cuanto al territorio del Estado, gracias también a la visión realista del cardenal Gasparri.
Noventa años después, incluso si la realización concreta del Estado pudiera ser siempre objeto de discusión y reflexión, todavía hoy la cooperación activa entre la Santa Sede y el Estado italiano, especialmente en estos años de precariedad económica y social y más recientemente de crisis humanitaria, demuestra la bondad de los Pactos de Letrán.
© Librería Editorial Vaticano