CUARTO DOMINGO DE PASCUA
Ciclo C
Textos: Hech 13, 14.43-52; Ap 7, 9.14b-17; Jn 10, 27-30
Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.
Idea principal: Veamos el corazón misericordioso de Cristo, el Buen Pastor. Y cómo debemos ser las ovejas.
Síntesis del mensaje: De las varias imágenes que intentan describir quién es Jesús para nosotros (Cordero, Señor, Rey, Piedra angular, Luz, Verdad, Puerta…), en este domingo IV de Pascua se nos presenta Jesús como el Buen Pastor, siguiendo el capítulo 10 del evangelio de Juan. Pastor que conoce, ama, alimenta, defiende y da la vida por las ovejas. Y las ovejas, por su parte, escuchan su voz y le siguen, es decir, le obedecen.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, Cristo es Pastor para todos (1ª lectura). Para todo tipo de ovejas: sanas y enfermas, calmadas y rebeldes, nutridas y desnutridas, fuertes y débiles, perniquebradas e íntegras, perdidas o fieles, merinas y de buena lana o montesinas y de buena carne. Ovejas que Él conoce muy bien, las ama con ternura y misericordia, le siguen con alegría, las alimenta diariamente con la vida eterna y las sacia en las fuentes de aguas vivas de los sacramentos y las defiende con el cayado de la Iglesia para que el lobo no las arrebate de su aprisco. Pastor que va delante, guiándonos el camino. Jesús nos conoce y nos ama, se adapta a cada uno, ayudándonos de acuerdo con nuestras necesidades y debilidades. En un rebaño, algunas ovejas son lentas y perezosas, otras son muy ansiosas y rápidas; algunas están enfermas, otras cojas, algunas tienen tendencia a perderse, otras a desviarse. Jesús es cuidadoso en guiar a cada persona, con infinita compasión y misericordia, a los pastos de la vida verdadera y perdurable. Pastor que sabe que esas ovejas se las puso su Padre en las manos (evangelio).
En segundo lugar, ¿cuáles son las condiciones para pertenecer al rebaño de Cristo Pastor de todos y para todos? “Mis ovejas escuchan mi voz…y ellas me siguen”. Escuchar y seguir al Pastor. Sólo quien está atento a la voz del Señor es capaz de evaluar en su propia conciencia las decisiones correctas para obrar según Dios. De la escucha deriva, luego, el seguir a Jesús: se actúa como discípulos después de haber escuchado y acogido interiormente las enseñanzas del Maestro, para vivirlas cada día. Escucharle con la inteligencia y seguirle con la voluntad. Escuchar su enseñanza, contenida en los santos evangelios y explicada por la Iglesia. Conocerlo con nuestra inteligencia y así poder amarlo, tendiendo a Él con todo el impulso de nuestra voluntad. Quien se resiste a escuchar la voz de este Pastor camina decididamente hacia su propia perdición. Toda la Escritura es una reiterada invitación a escuchar. En la primera lectura Pablo y Bernabé hablan a la ciudad de Antioquía y fueron muchos los que les escuchaban, tantos que provocaron la envidia y palabras injuriosas a quienes estaban con los oídos cerrados a la Buena Nueva de la resurrección. Para escuchar a este Pastor se necesita humildad y silencio interior. Y para seguir la voz de ese Pastor se necesita docilidad, para dejarse moldear por su doctrina, volviéndose cera blanda en sus manos. Aquí entra la labor del Espíritu Santo que va modelando en nosotros, si le dejamos, la imagen de Cristo, exhortándonos a salir de aquel vicio o pecado, de la mediocridad, de la tibieza, y a desprendernos del hombre terreno y aspirar a las cosas celestiales. Es preciso seguir al Pastor, es preciso seguir al Cordero dondequiera que vaya, haciendo nuestras sus palabras, teniendo su misma mente y corazón.
Finalmente, Pastor, que antes fue Cordero (2ª lectura) que se inmoló en la Cruz para con su muerte darnos la vida eterna y abrirnos las puertas del cielo. Ese Pastor también fue primero Cordero que se sacrificó para purificar y santificar a todas las ovejas. Desde la fuente de los sacramentos nos salpica con su sangre bendita que nos limpia. ¿Qué ganó para nosotros este Cordero? La segunda lectura de hoy nos responde: nos preparó el camino para las praderas eternas, el cielo. Una enorme muchedumbre, imposible de contar, “formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas”. Todos están de pie, ante el trono del Cordero, con túnicas blancas y palmas en las manos, alabándole de manera incesante. Allí, en el cielo, sus ovejas ya no padecerán hambre ni sed, ni serán agobiadas por el sol y el calor, la injusticia y la maldad de los lobos. Ahora viven felices al lado del Pastor-Cordero. Y allí nadie nos arrebatará de las manos de su Padre celestial.
Para reflexionar: ¿Estoy convencido que Cristo me quiere como soy, aun en mis momentos malos y defectuosos? ¿Imito a Jesús el Buen Pastor en la educación de mis hijos, o como profesor o médico, y en todo lo que haga? ¿Soy oveja dócil, receptiva o rebelde y arisca?
Para rezar: recemos el salmo 23
El Señor es mi pastor;
nada me falta.
En verdes praderas me hace descansar,
a las aguas tranquilas me conduce,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos,
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran confianza.
Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume en mi cabeza,
y has llenado mi copa a rebosar.
Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org