(ZENIT – 9 mayo 2019).- El Papa Francisco ha dado gracias a Dios por la vida de Jean Vanier, fallecido a sus 90 años tras pasar varios días en la unidad de cuidados paliativos de la Casa Jeanne Garnier (París). El laico suizo entregó su vida al cuidado de las personas discapacitadas y sus familiares, para quienes creó las comunidades llamadas ‘El Arca’ en 1964.
Así lo expresó el Pontífice en la conferencia de prensa que pronunció en el vuelo de vuelta de su visita apostólica a Bulgaria y Macedonia del Norte, el pasado martes, 7 de mayo de 2019.
«Sabía de la enfermedad de Jean Vanier. La hermana Geneviève Jeanigros me tenía al tanto. Hace una semana lo llamé por teléfono. Él me escuchaba, pero apenas podía hablar», compartió el Papa con los periodistas.
El Pontífice les contó que en esa conversación telefónica, le quiso expresar su «gratitud» por este testimonio: «Un hombre que supo leer la existencia cristiana en el misterio de la muerte, de la cruz, de la enfermedad, en el misterio de aquellos que son despreciados y descartados en el mundo. Trabajó no solo para los últimos, sino también para aquellos que antes de nacer podían ser condenados a muerte. Su vida se ha apagado así».
Así, el Santo Padre dio gracias a Dios por su vida y su testimonio: «Simplemente gracias a él, y gracias a Dios por habernos dado a este hombre y su gran testimonio», declaró.
Jean Vanier nació el 10 de septiembre de 1928. Fue el penúltimo de cinco hijos. Mientras planeaba una carrera militar -como su padre- se marchó a los 22 años, sintiendo una creciente atracción por un viaje espiritual, indica Vatican News en español.
El Arca
Con el deseo de ser sacerdote, se incorporó a l’Eau Vive en septiembre de 1950, un centro de formación teológica para laicos. En 1964, mientras visitaba un asilo psiquiátrico en los suburbios del sur de París, se sintió conmovido por la angustia de dos personas internadas: Raphaël Simi y Philippe Seux. Jean Vanier decidió establecerse y vivir con ellos. Fue en julio de 1964 cuando encontró una casa en Trosly-Breuil (Oise), es el comienzo del Arca.
El laico suizo fundó ese verano, con el objetivo de acoger a personas con discapacidad intelectual y aquellos que han venido a ayudarles pueden compartir su vida cotidiana. Las personas que acompañan desarrollan relaciones mutuas que van más allá de la ayuda y el trabajo. Juntos, los miembros de El Arca, tengan o no una discapacidad intelectual, construyen su vida comunitaria: participación en tareas, decisiones, reflexiones, celebraciones y encuentros, preocupación por los demás. Todos están invitados a contribuir a la vida en común, según sus capacidades y deseos.
Hoy, El Arca acoge a más de 1.200 personas con discapacidad mental en 33 comunidades reconocidas como instituciones médico-sociales, recoge el portal de información vaticana. La Federación Internacional de El Arca está presente en 38 países con 154 comunidades en los 5 continentes.