(ZENIT – 22 mayo 2019).- En una cálida ceremonia que tuvo lugar en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada, en Washington, DC, el arzobispo Wilton Gregory asumió la conducción de la arquidiócesis de Washington, como su séptimo arzobispo. Gregory fue obispo auxiliar de Chicago, Illinois, entre 1983 y 1994, obispo de Belleville, Illinois, desde 1994 hasta 2004, y arzobispo de Atlanta, Georgia, entre 2005 y 2019 y ostentó el cargo de presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos entre 2001 y 2004.
Dada la nutrida concurrencia que se esperaba en esta misa de asunción, se decidió que la misma no tuviera lugar en la catedral arquidiocesana, sino en la basílica mencionada, el templo católico más grande de América del Norte, el cual fue colmado por los fieles que se reunieron para dar la bienvenida a su nuevo pastor.
Luego de una interminable fila de sacerdotes y obispos que ingresaron a la basílica en procesión media hora antes del comienzo de la misa, llegó el arzobispo Gregory, quien fue fuertemente vivado por los asistentes. Lo mismo sucedió con el cardenal Donald Wuerl, arzobispo saliente, a quien los fieles saludaron con entusiasmo, alegría y reconocimiento. La ceremonia comenzó con palabras del nuncio apostólico en Estados Unidos, Christophe Pierre, quien en una alocución distendida, dio la bienvenida al arzobispo Gregory en nombre del Papa Francisco.
En su homilía, Gregory expresó que renovaba su compromiso de fidelidad al Papa Francisco. Dejando traslucir su bajo perfil y humildad, agradeció las muestras de cariño recibidas en los últimos días, mencionando que se sintió muy tímido al recibirlas. Ante las dificultades por las que pasara la arquidiócesis de Washington relacionadas con abusos sexuales, Gregory hizo referencia al Evangelio de la misa, en que se relata cómo Jesús calmó la tempestad: “¿Por qué están aterrados?”, preguntó Gregory, repitiendo las palabras de Jesús, indicando que es el Señor quien conduce, y que todo saldrá bien en la arquidiócesis. Al finalizar la celebración, todos los asistentes tuvieron la oportunidad de saludar personalmente al arzobispo Gregory y tomarse una foto con él.