(ZENIT – 17 enero 2020).- «Dios y la familia son aquí la prioridad en nuestra vida diaria», atestigua Mons. Bashar Warda, arzobispo católico caldeo de Erbil, Irak, en una entrevista con la Fundación Pontificia «Ayuda a la Iglesia Necesitada».
«Somos fieles a Su amor, en medio del peligro proveniente de los enemigos externos, pero también de los desafíos propios de los tiempos modernos, que amenazan con debilitar nuestra fe tradicional».
Los cristianos de Iraq están al borde de la desesperación y el miedo. Temen nuevos enfrentamientos en su territorio entre chiítas y suníes o entre Irán y Estados Unidos, como ocurrió la semana pasada. Como minoría discriminada, llevan décadas sufriendo más aún que el resto de la población, las guerras y conflictos que siguen destrozando el país.
La Iglesia en Iraq pide “la acción urgente de la comunidad internacional para utilizar su influencia y calmar las tensiones” y nos suplica oraciones “para que la paz y el diálogo sean el camino elegido por los distintos gobiernos”, señala ACN.
Sigue la entrevista a Mons. Bashar Warda, arzobispo católico caldeo de Erbil, Irak.
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ACN: Teniendo en cuenta la inestabilidad en la región ¿qué podría suceder a raíz de las tensiones actuales? ¿Teme usted otro éxodo de cristianos de Iraq?
Desde la llegada del ISIS ha habido tres cosas clave en la mente de los cristianos: la seguridad, el empleo y los derechos de los ciudadanos. Todavía no hay trabajo desde que pudieron regresar a sus hogares en mayo de 2017. El desempleo en la mayoría de los pueblos es de más del 70%. No hay inversión privada porque no hay confianza en la región por el continuo conflicto y la corrupción. En cuanto a los empleos que ofrece el Gobierno, tampoco suponen la seguridad de recibir un salario. Así, por ejemplo, si uno tiene un trabajo como funcionario, como en la enseñanza, solo recibe un salario si es un maestro con experiencia.
Los jóvenes graduados trabajan por nada y puede que reciban solo 850 dólares por un año de trabajo o más. Antes, aquí la gente solía casarse a una edad temprana, pero ahora no se casan porque no pueden permitírselo. Los padres quieren tener el derecho a mantener con dignidad a sus familias, a saber, quieren estar en condiciones de financiar alojamiento, comida, ropa y educación para sus hijos. ¿Pero cómo van a hacerlo cuando no hay programas que les ayuden a ganarse la vida? En septiembre pasado, el Cardenal Parolin apeló en su discurso ante la ONU a las ONG para que presten más ayuda.
ACN: El pueblo iraquí está sufriendo guerras instigadas desde fuera desde hace décadas. Considerando también cuánto ha sufrido por ello la comunidad cristiana, en este difícil momento, ¿qué se les puede decir a los fieles que han permanecido valientemente en Iraq tras la invasión del ISIS?
Que este ha sido su hogar ancestral desde hace miles de años. Que no sólo somos un pueblo de esperanza, sino también un pueblo de misión. Nuestra trágica historia es la de una Iglesia mártir. Somos una Iglesia que sufre, y honramos a los mártires y su sacrificio. Jesús nunca nos pidió ni quiso que atravesáramos solos estos tiempos difíciles. El cristianismo cree justo que Cristo puede lograr mucho a través de nosotros. El Espíritu Santo siempre está ahí para guiarnos.
Nuestra persecución continúa haciendo de nosotros una Iglesia de paz y reconciliación, transformándonos en una Iglesia misionera apostólica. Cuando un pueblo no tiene nada que perder, en cierto sentido es muy liberador, desde esta posición se parte con claridad y renovado valor. En todo hay también siempre una bendición. Dios sale victorioso cuando del mal sale el bien.
ACN: ¿Cuál es el papel de la Iglesia de Oriente?
Claramente desempeña un papel misionero: dar testimonio día a día de las enseñanzas de Cristo, mostrar la verdad de Cristo y dar un ejemplo vivo a nuestros vecinos musulmanes de un camino hacia un mundo de perdón, de humildad, de amor y de paz. Nuestra esperanza es permanecer en nuestra antigua patria.
Dios y la familia son aquí la prioridad en nuestra vida diaria. Somos fieles a Su amor, en medio del peligro proveniente de los enemigos externos, pero también de los desafíos propios de los tiempos modernos, que amenazan con debilitar nuestra fe tradicional.
ACN: A los cristianos de Oriente Próximo los identifican a menudo con Occidente y con Estados Unidos. ¿Teme usted alguna represalia contra la comunidad cristiana local después del ataque de Estados Unidos?
La gente siempre busca una excusa cuando hace algo malo. Por lo tanto, como minoría sin derechos, somos un grupo fácil de culpar. Desde que el mal del ISIS se abalanzó sobre nosotros en 2014, ningún Gobierno internacional ha destinado ningún dólar/euro/penique directamente a los cristianos de Irak, con la notable excepción de Hungría y muy recientemente de USAID (United States Agency for International Development). En cambio, miles de millones de dólares/euros/peniques procedentes de Gobiernos internacionales han sido gastados en Iraq desde y antes del ISIS, y estamos contentos por ello, ya que el país necesita ser reconstruido.
ACN: ¿Cree usted que un viaje del Santo Padre a Iraq es todavía posible?
Sin duda alguna, sucederá. En cuanto a cuándo, lo dejo en manos de la oración, la voluntad del Espíritu Santo y al saber hacer de las personas a las que se ha confiado esta tarea. En Jesús confiamos.