Ejercicios Espirituales de la Curia Romana 2020 © Vatican Media

Retiro cuaresmal: El significado de la “travesía nocturna” y del “desierto”

Predicaciones del 4 de marzo

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(zenit – 5 de marzo 2020).- En la quinta y sexta meditación de los Ejercicios Espirituales de la Curia Romana en Ariccia, Italia, su predicador, el padre jesuita Pietro Bovati, reflexionó sobre el título del encuentro, “travesía nocturna”, y en torno al camino de Israel en el desierto, un lugar de pruebas pero también de la manifestación de la bondad de Dios hacia su pueblo.

El Papa Francisco, que se recupera de su resfriado, sigue estas meditaciones, inspiradas en los textos extraídos del libro del Éxodo (14, 1-31) y del Evangelio de Mateo (14, 22-32), desde el Vaticano, informa Vatican News.

El padre Bovati comenzó su meditación matutina del 4 de marzo de 2020 señalando que  hoy en día “la gente tiene miedo porque siente que es polvo”. El antídoto contra este miedo es solo y exclusivamente la Palabra de Dios.

El ejemplo de Moisés

Por otro lado, de acuerdo a la misma fuente, explicó que “la finalidad general de esta jornada de oración es acoger el significado espiritual de algunos relatos de la Escritura, sacando indicaciones que nos ayuden en la misión que el Señor nos ha confiado con nuestra llamada sacerdotal y con la llamada de la responsabilidad en la Iglesia”.

En este sentido, el jesuita señaló cómo la intervención del siervo de Dios está implicada y promovida en la acción de Dios: “Este título se le da a Moisés al final del capítulo 34 del Deuteronomio y describe a Moisés como el instrumento obediente y también valiente, dócil y al mismo tiempo activo de la docilidad para con los demás. Moisés se nos ofrece como modelo a imitar y su ejemplaridad brilla muy claramente también en el capítulo 14 del Éxodo».

Travesía nocturna

“Hemos dado a este encuentro nuestro el título de travesía nocturna”, recordó el predicador, algo que “se aplica tanto al texto del Éxodo como al del evangelista Mateo”. En concreto, el padre Bovati subrayó que a través de la palabra “noche” estamos llamados a entrar en una perspectiva de oscuridad que implica dimensiones de inquietud, de desconcierto; “y al mismo tiempo, la noche es el lugar del misterio, donde Dios se manifiesta”.

Por otra parte está el “aspecto del camino que, sin embargo, se presenta como una travesía en la que nos enfrentamos a temas del corazón humano, del proceso de aquellos que están en duda, intimidados y por lo tanto piden la ayuda de la Palabra de Dios”.

Actualizando el texto del Éxodo, el jesuita indicó que “la idea de Dios” no es la del atajo fácil: “el camino es largo y, de hecho, aparentemente contradictorio, con un retroceso y escollo con respecto al camino de liberación considerado cuesta abajo”.

Misericordia de Dios

En este contexto, el sacerdote hizo hincapié en que el ministerio de Dios es ante todo misericordioso “porque es el camino que lleva a la vida”, pero “es misericordioso también porque apoya a los que tienen poca fe, a los que vacilan, a los que tienen miedo de sucumbir”. Así, el predicador insistió, en que en la historia vemos la mano de Cristo, “una figura de la mano poderosa de Dios que llega al hombre de poca fe”, le salva y le trae la paz.

Para el religioso, este brazo extendido hacia el brazo de los débiles es también una tarea de la caridad apostólica, porque éste es el camino de la figura reflejada en el Éxodo: “que el brazo de Moisés se convierta en el brazo del siervo de Dios, para que dé, como ministro del Altísimo, la salvación a la historia de la humanidad”.

Significado del desierto

En la predicación de la tarde, el teólogo citó un pasaje bíblico del Éxodo, en el que el desierto constituye el lugar de la providencia, el espacio en el cual el Señor “se revela como el Dios de la alianza con Israel, el Dios bueno y fiel, y al mismo tiempo, como el soberano omnipotente a quien están sometidas todas las fuerzas cósmicas”.

Por un lado, continúa, muestra al Señor “como artífice de la historia de la salvación”, por el otro “no subraya suficientemente otro aspecto importante, es decir, la libre expresión de los hombres, su asentimiento o su rebelión contra Dios”. Paradójicamente, “para exaltar a Dios en su obra, se aniquila así el vértice mismo de la creación, constituida por el hombre libre y el autor de su destino, porque fue creado a imagen y semejanza de Dios”, describió el teólogo.

El tiempo del hombre

No obstante, remarcó que los textos bíblicos son complejos y a menudo complementarios.  Además, muchos de ellos muestran en cambio cómo el Señor en su actuar tiene en cuenta la resistencia de los hombres y desea siempre una respuesta, no se impone y desea una relación con la criatura “incluso de cooperación, de colaboración valiente”.

Los 40 años pasados en el desierto por el pueblo de Israel significan toda la existencia, una representación de nuestra tierra, donde el hombre sufre, pero donde Dios se revela y lo hace “en el actuar de sus siervos”.

El desierto, reitera el predicador, “es una figura de la vida”, un tiempo que puede convertirse en tentación, “es nuestro tiempo, el tiempo del hombre”. Dios pone a prueba a su pueblo para que madure en la fe y al mismo tiempo despierta a hombres capaces de ayudar a los que están en la prueba, como Moisés.

En el amar se enseña a amar

El sacerdote jesuita introdujo también un nuevo concepto. En el relato bíblico se dice que “en ese lugar el Señor impuso la ley y el orden al pueblo”. Esto supone, puntualiza, “que en el mismo acto de rescate, debe inculcarse la relación de obediencia con el Señor”.

En el amar, por lo tanto, se enseña a amar, “en la obra de la misericordia corporal se hace también la obra de la misericordia espiritual, se llega al corazón de las personas, poniéndolas en condiciones de creer en Dios y de obrar como Dios quiere, es decir, en el amor”.

Finalmente, según el medio vaticano, el padre Bovati remitió al fragmento del Evangelio del juicio final, centrado en una sola cosa: en ayudar o no a los pequeños necesitados. En los más pequeños, dice el Evangelio, está Jesús, pero el predicador cuestiona: “¿cómo es posible ver que ayudamos a Dios mismo cuando socorremos a los pequeños? ¿Cómo pueden nuestros ojos de carne ver realmente que esto es así?”.

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Larissa I. López

Larissa I. López es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla, Máster en Artes de la Comunicación Corporativa y Doctora en Comunicación por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Su trayectoria profesional ha transcurrido entre el ámbito de la comunicación y el de la docencia. Como redactora, ha colaborado con medios como Aceprensa, Pantalla 90 o CinemaNet. Como profesora, por su parte, ha impartido clases en la universidad y en centros de FP y bachillerato. En estos últimos realizaba también tareas relacionadas con la comunicación (redes sociales y edición de contenidos). Cordobesa de nacimiento también ha vivido en Sevilla, Madrid y Roma.

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