(zenit – 17 marzo 2020).- Los obispos peruanos, ante la declaración del Estado de Emergencia Nacional decretado por el Gobierno de Perú, invoca a todos los fieles a “seguir fielmente” las disposiciones y normas sanitarias emitidas, “a fin de frenar la propagación del Coronavirus (Covid-19), proteger la vida y la salud de la población”.
La presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana emitió un comunicado el lunes, 16 de marzo de 2020, el mismo día que entró en vigor el decreto de Estado de Emergencia en el país, anunciado por el presidente Martín Vizcarra, de 15 días de duración, en principio, de aislamiento social obligatorio (cuarentena) para evitar el contagio de coronavirus (COVID-19).
La ministra de Salud en Perú, Elizabeth Hinostroza, confirmó que el número de personas contagiadas por coronavirus se elevó de 71 a 86 casos entre el 15 y el 16 de marzo, elevando en 15 el número de casos confirmados en el país por esta enfermedad.
La Iglesia acompaña al pueblo
La Iglesia “acompaña al pueblo peruano de manera especial en estos momentos”, destacan los prelados, y pide a los sacerdotes celebrar diariamente la Santa Eucaristía en privado, orando por las familias y por todo el personal de salud “para que el Señor de la Vida, nos conserve y fortalezca en esta emergencia sanitaria”.
Los obispos sugieren que se transmita la Santa Eucaristía, especialmente el domingo, a través de la televisión, la radio y redes sociales para que todos los fieles se sientan acompañados pastoral y espiritualmente.
Además, señalan en la nota que el obispo en su jurisdicción tiene “potestad ordinaria”, y para dar tranquilidad a la conciencia de los fieles, recomiendan que cada obispo en su diócesis dispense a los fieles de la obligatoriedad de participar de la Misa Dominical, según el Canon 87 §1.
Por último, los obispos directivos de la Conferencia Episcopal invocan a “mantener la calma y la serenidad”, y piden rezar a la Bienaventurada Virgen María “nos libre de todo mal, con la oración compuesta por el Papa Francisco”.
Oración del Papa
Oh María,
Siempre brillas en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
Confiamos en ti, Salud de los enfermos,
que en la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
Para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Amor Divino,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.
No desprecies las súplicas de los que estamos sometidos a pruebas
y líbranos de todo peligro, oh gloriosa y bendita Virgen.