(zenit – 20 marzo 2020).- “Aquí se llora y se sufre. Todos. Solo podemos salir de esta situación juntos, como humanidad entera”, señala el Papa Francisco. Por ello, debemos “mirar al otro con un espíritu de solidaridad” y comportarnos de modo consecuente.
Estas declaraciones fueron realizadas por el Santo Padre en una conversación con el vaticanista del diario italiano La Stampa, Domenico Agasso, y recogidas por Vatican News.
Penitencia, compasión y esperanza
Francisco indica que este momento debe ser vivido “con penitencia, compasión y esperanza”. “Y con humildad, ya que en muchas ocasiones olvidamos que en la vida hay “zonas oscuras”, momentos sombríos.
“Creemos que solo pueden ocurrirle a alguien más. En cambio, este tiempo es oscuro para todos, nadie está excluido. Está marcado por el dolor y las sombras que han entrado en nuestra casa. Es una situación diferente a las que hemos vivido. También porque nadie puede permitirse el lujo de estar tranquilo, todos comparten estos días difíciles”, apunta.
Cuaresma
La Cuaresma, prosigue el Papa, “con la oración y el ayuno, nos adiestra para mirar con solidaridad a los demás, especialmente a los que sufren. Esperando el resplandor de esa luz que de nuevo iluminará todo y a todos”
En cuanto a la oración, expresa: “Me recuerda a los Apóstoles en la tormenta que invocan a Jesús: ‘Maestro, nos estamos ahogando’. La oración nos hace entender nuestra vulnerabilidad. Es el grito de los pobres, de los que se hunden, que se sienten en peligro, solos. Y en una situación difícil y desesperada, es importante saber que hay un Señor al que aferrarse”. Y Dios “nos apoya de muchas maneras. Nos transmite fortaleza y cercanía, como lo hizo con los discípulos que pedían ayuda en la tormenta. O cuando le dio la mano a Pedro que se estaba ahogando”.
Todos estamos en el mismo barco
Del mismo modo, el Pontífice no desea distinguir “entre creyentes y no creyentes”. “Todos somos humanos y como hombres estamos todos en el mismo barco. Y ninguna cosa humana debe ser ajena a un cristiano. Aquí lloramos porque sufrimos. Todos. Tenemos en común la humanidad y el sufrimiento”.
“Nos ayuda la sinergia, la colaboración recíproca, el sentido de la responsabilidad y el espíritu de sacrificio que se genera en tantos lugares. No debemos hacer una diferencia entre creyentes y no creyentes, vayamos a la raíz: la humanidad. Ante Dios todos somos hijos”, agrega.
La soledad y el trabajo de los sanitarios
Después, el Obispo de Roma se refirió a la soledad de aquellos que mueren sin el consuelo de sus familiares: “En estos días me han contado una historia que me ha impactado y dolido, también porque representa lo que sucede en los hospitales. Una anciana comprendió que se estaba muriendo y quiso despedirse de sus seres queridos: la enfermera le tomó el teléfono móvil y llamó a su nieta por vídeo, así que la anciana vio la cara de su nieta y pudo irse con este consuelo. Es la necesidad final de tener una mano para sostener tu mano. De un gesto final de acompañamiento”.
Y continúa subrayando cómo “muchas enfermeras y enfermeros acompañan este deseo extremo con sus oídos, escuchando el dolor de la soledad, tomando la mano. El dolor de los que se fueron sin despedirse se convierte en una herida en el corazón de los que se quedan”.
“Agradezco a todas estas enfermeras y enfermeros, médicos y voluntarios que, a pesar del extraordinario cansancio, se disponen con paciencia y bondad de corazón para suplir la ausencia obligada de los familiares”, dijo el Santo Padre.
Raíces, memoria, hermandad y esperanza
En cuanto a las consecuencias que esta situación tendrá para nuestro futuro, el Papa Francisco considera que dijo lo que está sucediendo servirá “para recordar a los hombres de una vez por todas que la humanidad es una sola comunidad. Y cuán importante y decisiva es la fraternidad universal. Debemos pensar que será un poco como una posguerra. Ya no habrá ‘el otro’, sino que será ‘nosotros’. Porque solo podemos salir de esta situación todos juntos”.
“Tendremos que mirar aun más a las raíces: los abuelos, los ancianos. Construir una verdadera hermandad entre nosotros. Hacer memoria de esta difícil experiencia que todos vivimos juntos. Y seguir adelante con esperanza, que jamás defrauda. Estas serán las palabras clave para empezar de nuevo: raíces, memoria, hermandad y esperanza”, concluye.