Oración a María en tiempos de dificultad
PAMI – Pontificia Academia Mariana Internationalis
Oh María, mujer de Nazareth,
Virgen y Madre, toda Santa e Inmaculada,
Virgen, porque eres Madre de mi Dios y Señor Jesucristo,
Madre, porque en ti realmente Dios se hizo hombre,
y lo llevaste en tu vientre,
has vivido íntimamente con Él,
compartiendo la carne y el corazón,
en la unidad de sentimientos, alegrías y preocupaciones,
en fe y esperanza para la realización del Reino de Dios,
con victoria sobre el mal y la muerte.
Te ruego, corazón inmaculado,
perfectamente conformado al Corazón de Jesús
cual, amante de la humanidad, se ha entregado todo por nosotros,
y al morir en la cruz, para vencer de esta manera el pecado y la muerte,
confiamos nuestro corazón y todo nuestro ser humano,
nuestra vida, las personas que amamos, nuestros planes, nuestras alegrías y las tristezas,
las muchas buenas obras, pero también nuestros fracasos;
te confiamos a todas las personas que hemos conocido
y que encontramos en nuestra vida cotidiana:
los amigos para que tú los confirmes en nuestro afecto,
y también a los enemigos los encomendamos a ti para encontrar el perdón y el ritmo;
te confiamos la Iglesia, nuestra Nación y el mundo entero,
seguro de que tu Inmaculado Corazón, tu Corazón de Madre amorosa,
Continúa la competencia que Jesús te reveló desde la cruz: ¡la de ser nuestra Madre!
Gracias Jesús por este don que inmensamente grandioso has hecho:
además de habernos hecho hijos por adopción de tu único Padre celestial,
también nos hiciste dignos de compartir con tu propia Madre terrenal.
Por esto te pedimos, o Jesús nuestro Salvador, de infundirnos el Espíritu Santo,
También guíanos a vivir plenamente nuestra vocación cristiana en este mundo,
El mundo que Maria ha llevado fielmente con su fe y su amor.
Y tú, Madre nuestra, cuídanos,
Proteje nuestras vidas de todos los hombres, también ayúdanos, ya que siempre has estado llena del Espíritu Santo, para que nosotros también podamos entender y realizar la voluntad de Dios por el bien de nuestro hogar común, que es la Iglesia y el mundo entero!
Oh María, con un corazón inmaculado,
abre nuestros corazones a todo el amor de Dios, no tenemos miedo de comprometernos a luchar contra todos los males de este mundo, confiando en que tú y tu Hijo nunca nos dejarán solos.
Santo Padre, Hijo amado, Espíritu Consolador, bendice y protege de todo mal nuestros corazones, nuestras familias, nuestros hogares y nuestros trabajos, toda nuestra nación y el mundo entero, a fin que el mal no pueda infundir tristeza en nuestros corazones y la muerte no pueda vencer sobre la alegría de nuestra vida. ¡Conviértenos a Ti y seremos siempre tuyos!