(zenit – 31 marzo 2020).- Ante situación provocada por la pandemia del coronavirus, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) exhorta especialmente “a todos los empresarios, mujeres y hombres católicos de negocios, así como a todas las personas de buena voluntad, a que hagan todo lo posible por mantener el empleo de sus trabajadores, porque en los momentos de crisis es donde brilla la verdadera fe, la verdadera humanidad, la responsabilidad y compromiso social”.
Así lo ha comunicado, el propio episcopado a través de una nota titulada “Llamado a los empresarios, mujeres y hombres de negocios”, publicada ayer, 30 de marzo de 2020.
Responsables de nuestros hermanos
Asimismo, el comunicado invita a todos los creyentes en Cristo que trabajan en cualquier ámbito de la sociedad, pero especialmente a los empresarios y personas de negocios católicos, “a tomar conciencia de que, como miembros de la familia divina y manifestación actual de nuestro Dios, somos responsables de nuestros hermanos y que Dios espera de nosotros que tomemos el camino de la verdad, la justicia, el servicio, la entrega, la solidaridad, la subsidiariedad, la creatividad fraternal, la sinodalidad”.
Y subraya que es tiempo de que la autoridad civil “tome las decisiones solidarias y valientes para que las familias conserven sus empleos y cuenten con lo necesario para trabajar y puedan superar, por su propio esfuerzo y con la ayuda de todos, las crisis familiares que estas circunstancias causan”, ya que “el pueblo espera mucho de ustedes a favor de todos, no espera que cada uno defienda sólo el interés propio”.
Consuelo y esperanza
Los obispos mexicanos se unen al mensaje de consuelo y esperanza del Papa Francisco en estos momentos: “Es necesario confiar en el Dios de la misericordia que sabe actuar en el momento oportuno”. “Estamos en la misma barca, nadie se salva solo, en esta barca está también Cristo, quien no se desentiende de la situación de peligro, sino que espera de nosotros, como discípulos llenos de humildad, una respuesta de fe adecuada al momento que estamos viviendo”, recuerdan.
“La tempestad ha dejado al descubierto nuestra vulnerabilidad, nuestros descuidos, nuestros pecados y disfraces. Necesitamos los dones que Dios ha puesto y cultivado en cada uno de los seres humanos que formamos esta sociedad para poder superar, con la ayuda de la gracia divina, tanto los embates de la epidemia del COVID-19 como el gran desafío de la economía y el desaliento de muchas personas y familias que ya están sufriendo por el miedo a la enfermedad y a la muerte”, prosiguen los prelados.
No se olvidan de las personas que sufren y tienen miedo a la enfermedad ni tampoco de que “muchos experimentan ya las consecuencias del desempleo, de la dificultad para acceder a servicios médicos, de la interrupción de las redes de solidaridad que la cuarentena ha vulnerado y que no se sabe si después podrán continuar”, y por ello manifiestan su agradecimiento a todas las personas que siguen apoyando a sus empleados hasta que los recursos se lo permitan.
Fraternidad y solidaridad
El mensaje destaca que “todos nos necesitamos” y se presenta un momento para estar unidos en fraternidad y solidaridad, pues “uno de los aprendizajes en estas calamidades es tomar conciencia de lo interconectados que estamos y que podemos ser factor de esperanza para todos o factor de destrucción de la solidaridad. Todos necesitamos hacernos cargo de la situación, conscientes de que, para sacar nuestro pueblo adelante, todos tendremos que desprendernos de algo”.
Es, por tanto, tiempo para que todos los sectores de la sociedad, autoridades, instituciones educativas e Iglesia, se sumen para pensar juntos y tomar las mejores decisiones. Y el texto apunta a que nadie tenga miedo al desprendimiento por amor a los demás, ya que para “nosotros los hombres de fe es sinónimo de amor a Dios: el agradecimiento de las personas y de Dios llegará y por cada gota de agua que dones en bien de un hermano tuyo, el Señor te llenará el corazón de paz y de alegría”.
Vivir honestamente
A pesar del momento de crisis que experimenta el país, desde la CEM se invita a todos a vivir honestamente, ya que “todo robo, acto de rapiña, desprecio, abuso, discriminación hiere al pueblo entero e impide que superemos las crisis, haciendo más profundo el abismo y volviéndolo más difícil de superar. Es mejor aprender a pedir ayuda y tocar puertas, que añadir otro mal al mundo: si alguien tiene necesidad pida ayuda a su comunidad, nadie organice ni partícipe de la maldad”.
“Que, en este momento histórico, ninguna mente se nuble, ningún corazón se endurezca, ningún espíritu se apoque. Tenemos que aceptar el desafío del tiempo presente y tomarlo como reto bien estudiado para luego transformarlo en una meta de esperanza y alegría, iluminados por el Espíritu Santo”, concluye el comunicado de los obispos de México.