(Madrid – 1 abril 2020).- Refugiados, migrantes, trabajadores en precario, minorías étnicas y tribales, niños y mujeres son algunos de los colectivos en los que Manos Unidas y los socios locales de los tres continentes en los que trabaja la ONG, tienen puesta su atención en esta crisis global provocada por la pandemia del coronavirus.
Más allá de las consecuencias sanitarias derivadas del contagio por coronavirus, desde los países en los que trabaja Manos Unidas alertan a la institución sobre su enorme preocupación acerca de la crisis económica a la que no podrán hacer frente millones de personas en todo el mundo, especialmente en las comunidades más empobrecidas.
“Las medidas de confinamiento y de restricción de movimientos decretadas por una gran mayoría de gobiernos del mundo para evitar la extensión del coronavirus en sus países, están afectando ya de forma muy importante a las personas más empobrecidas con las que trabajamos”, asegura Isabel Vogel, responsable de proyectos de Manos Unidas.
Desde que comenzó la crisis, la ONG de la Iglesia católica está en contacto con sus socios locales en África, América y Asia. Todos ellos concuerdan a la hora de señalar los colectivos más sensibles a esta crisis: migrantes, trabajadores en precario, minorías étnicas y tribales, niños y mujeres. “Los más empobrecidos coinciden, por desgracia, con esos sectores de población más vulnerables, que no tienen medios ni posibilidades para poner en práctica las medias básicas de higiene o de distancia, necesarias para evitar el contagio”, señala Vogel.
“Además, nos preocupa que las medidas decretadas por los gobiernos, puedan dar pie a vulneraciones de los derechos humanos de estos colectivos más desprotegidos. O que, con la excusa del coronavirus, se pongan en marcha medidas excepcionales que se perpetúen en el tiempo, una vez superada la emergencia”, explica.
Colectivos vulnerables
Desde Asia, más concretamente desde India, una de las situaciones más preocupantes a la que se hace alusión es la del hacinamiento en los slums (barriadas marginales que proliferan en los alrededores de las grandes ciudades) y la precariedad en la que viven los millones de personas que los habitan. Muchas de estas personas son trabajadores temporales que se trasladan a las urbes, en la época de escasez de alimentos en el campo, en busca del sustento diario.
Manos Unidas trabaja con este colectivo desde sus orígenes, con programas y proyectos de sensibilización, formación, asistencia en derechos, apoyo legal… “En cada una de las acciones que llevamos a cabo, tenemos muy presentes a los más pobres entre los pobres de las ciudades. El Gobierno ha anunciado que dará paquetes de ayuda a las personas más pobres y a los trabajadores que no estén sindicados, pero para que esta maquinaria se ponga en marcha, se necesita tiempo. Las personas más necesitadas son siempre las más abandonadas y las que más sufren las privaciones”, asegura el padre Jayant Russel Raj, desde la ciudad de Varanasi, en India.
América Latina
Desde América Latina, nuestros socios muestran, también, su preocupación por los trabajadores informales, que deben salir a buscar el sustento diario para poder sobrevivir, y para los que guardar la cuarentena es casi un imposible. Las poblaciones indígenas son, igualmente, motivo de inquietud para nuestros socios locales en un continente en el que estos pueblos ven constantemente vulnerados sus derechos y constituyen un sector de población tradicionalmente marginado y abandonado por los gobiernos.
“Trabajamos con pueblos indígenas minoritarios, en alto riesgo de desaparecer por necesidades básicas insatisfechas y por el conflicto armado. Ya en otras épocas de la historia ha habido epidemias que han acabado con pueblos enteros. Las condiciones de salud, la desnutrición y la falta de atención sanitaria es algo que nos tiene muy preocupados… No existen las condiciones ni los controles necesarios para proteger a estos pueblos, porque no son una prioridad dentro del país”, asegura Ruth Chaparro, directora de Fucai, socio local de Manos Unidas en Colombia, que trabaja con 28 de los 87 grupos indígenas del país.
Población africana, “motivo de preocupación”
También en África la atención de los socios locales de Manos Unidas, mayoritariamente misioneros y religiosos, se centra en los grupo más vulnerables, aunque toda la población es motivo de preocupación: “En África disponen de pocos hospitales y centros sanitarios, tienen una ratio muy baja de agentes de salud con respecto a la cantidad de población, no hay seguridad social, faltan medicinas esenciales y los programas de prevención son insuficientes. Además, la falta de agua, de medidas higiénicas, el hacinamiento de la población y el elevado número de personas con malnutrición y desequilibrio alimenticio hace que haya un gran número de personas vulnerables y con mucho riesgo de desarrollar la enfermedad”, asegura Cristina Antolín, religiosa que durante 32 años ha trabajado como médico en África.
De la misma opinión es Peter Konteh, director de Cáritas Freetown, socio local de Manos Unidas en Sierra Leona, que, además de preguntarse qué habría pasado si el coronavirus hubiera comenzado en África, asegura que “la gente más pobre se está volviendo aún más pobre puesto que no pueden asumir el gran coste de vida que, además, no para de crecer. La leche, el azúcar, el pan, el agua y muchos otros productos de primera necesidad han aumentado su coste y seguirán aumentando mientras el brote continúe. Mucha gente está sufriendo y mucha más gente sufrirá, incluso en el caso de que Sierra Leona no registre ni un solo infectado de coronavirus”.
Manos Unidas responde
Manos Unidas se empeña estos días, junto a sus socios locales de los tres continentes, en buscar la mejor manera de dar respuesta a todas las carencias que se están manifestado ya entre las personas por las que trabajamos. “Nuestros socios locales están ya trabajando para socorrer a la población más vulnerable”, señala la responsable de proyectos de la ONG.
En algunos países la ONG ha tenido que suspender los programas que estaba desarrollando y en otros muchos será necesario poner en marcha programas específicos de emergencia que permitan dar una respuesta inmediata a las necesidades más acuciantes de la población y hacer frente al impacto que esta crisis pueda tener. “Pero, lo principal, ahora, es escuchar a los socios locales y ser ágiles en la respuesta a las solicitudes que nos hagan llegar, que pueden ir desde la prevención de los contagios, hasta la provisión de equipamientos médicos para centros de salud o alimentos y kits de higiene, para poblaciones muy empobrecidas”, afirma Isabel Vogel.