(zenit – 15 abril 2020).- “Con mucha intensidad emocional y espiritual”, así vive el sacerdote español Juan José Segarra esta situación desgarradora que deja día tras día la pandemia en los hospitales. En su caso, como capellán del Hospital Clínico de Valencia, acompaña a los enfermos, la mayoría de COVID-19, y administra el sacramento del descanso eterno.
“Cada vez que administro la Unción a los enfermos, bien sean los más graves, a personas mayores o enfermos en general, siento la presencia de Cristo conmigo en la habitación”, expresa el párroco de la Santísima Cruz de Alaquàs. “Siento que estoy haciendo algo valioso por esa persona y me siento confirmado en mi fe y en mi sacerdocio”.
Don Juan José fue cooperador de una bellísima historia vivida por un padre y un hijo, ambos enfermos de coronavirus pero ingresados en diferentes hospitales. En el cementerio de Benimaclet se celebró un responso íntimo por el eterno descanso de Salvador padre, presenciado por su hermano, su hija y sus nietas.
El amor de Dios es creativo y ocurrente
Juan José Segarra, amigo de la familia, participó en dicha celebración y la grabó en vídeo. Al día siguiente, 28 de marzo, el sacerdote visitó a Salvador, hijo del fallecido, para atender a su cuidado espiritual y humano, durante su estancia en el hospital.
El capellán le habló de la grabación del entierro, le preguntó si quería verla y Salvador no dudó un instante y dijo: “Sí, quiero despedirme de mi padre”. Durante algo menos de 10 minutos visionó la celebración de despedida de su padre entre lágrimas. “Había silencio y tristeza”, recoge en un artículo la Archidiócesis de Valencia.
El capellán señala con humildad que esta idea “fue una moción del Espíritu Santo. Es una luz que viene a tu alma de forma súbita y se te ocurre la idea”. Y aclara: “No es mérito mío sino de Dios. El amor de Dios es creativo y ocurrente”.
A continuación, reproducimos la entrevista completa que el capellán valenciano respondió en exclusiva a zenit.
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zenit: ¿Cómo está acompañando espiritualmente a los enfermos COVID-19? ¿Qué necesidades ve en los afectados por la enfermedad? ¿Puede acceder a sus habitaciones sin problema?
D. Juan José Segarra: Estamos acompañando a los enfermos COVID-19 en la medida de las posibilidades que las circunstancias actuales permiten. Las directrices de los hospitales han cambiado y son restrictivas, como es lógico. En estos momentos acudimos a las habitaciones de pacientes COVID-19 cuando nos llaman los familiares o ellos mismos. Tratamos también de prestar toda la atención posible estando presentes de forma permanente en la Capellanía. No faltan nunca nuestras oraciones y la Santa Misa del sacerdote que, celebrada en privado, se ofrece por todos los enfermos, sus familiares, por el personal sanitario y por las almas de los que fallecen.
La necesidad más grande que veo en los afectados por la enfermedad sería la del acompañamiento con presencia física, la del consuelo espiritual directo de forma más asidua. Al estar aislados, sólo tienen contacto con el personal sanitario, que les animan mucho también. Gracias a Dios, la mayoría de ellos pueden conversar por el móvil con sus familiares. Naturalmente, entro en las habitaciones, aunque no tanto como se desearía.
Hasta ahora, la dirección del Hospital Clínico de la ciudad de Valencia, no ha puesto ningún impedimento para acceder a las habitaciones. Lo contrario, la relación es muy buena. Eso sí, nos recuerda siempre que extrememos precauciones. Por otra parte, el personal sanitario, en general, suele ser comprensivo con nuestra labor. No obstante, algo debiéramos hacer para mejorar y crecer en la interrelación del trabajo y comprensión entre la labor de los capellanes de hospital y el personal sanitario en su conjunto.
zenit: ¿Cuántos enfermos de COVID-19 hay en su hospital? ¿Cuántos sacerdotes están ahora allí?
D. Juan José Segarra: No podría determinar la cifra. En estos momentos se nota un poco más de desahogo. Hay menos cantidad de enfermos que padecen COVID-19 y hay un buen número que se va recuperando.
El equipo lo formamos tres sacerdotes y dos religiosas Siervas del Hogar de la Madre, fundadas por el sacerdote Rafael Alonso. En estos momentos, las hermanas no están visitando. Lo hacen los sacerdotes para administrar los sacramentos dado que las visitas son restrictivas. Ellas se encargan de mantener la capilla en perfectas condiciones para que, las personas que se acercan –normalmente el personal sanitario-, puedan tener la tranquilidad de que se cuida su desinfección. Los sacerdotes, una vez realizado y aprendido el protocolo en el Gabinete de Riesgos Laborales para memorizar cómo colocarnos y quitarnos correctamente los EPIS (equipos de protección individual), atendemos el hospital las veinticuatro horas y siete días a la semana. Las hermanas también quedan en la capilla orando por todos y atendiendo a las personas que se acercan administrando la Comunión a los familiares de los enfermos y a todo el personal del Hospital.
zenit: Desgraciadamente, muchas personas están falleciendo por el coronavirus. ¿Cómo procede usted cuando un paciente fallece en su hospital?
D. Juan José Segarra: Cuando tenemos constancia de un enfermo moribundo, le administramos el sacramento de la Unción de los enfermos, junto con la Indulgencia plenaria del Papa concedida para esta situación, y la Recomendación del alma. Ante el fallecimiento de un enfermo, sea o no a causa del coronavirus, ofrecemos la Santa Misa por sus almas, hayamos tenido constancia o no de su fallecimiento. Hayan sido atendidos o no por nosotros, en el memento de los difuntos, durante la Santa Misa, siempre presentamos a todas las personas fallecidas orando por la salvación de sus almas.
zenit: En el marco de la Indulgencia plenaria que el Papa ha concedido a los enfermos de coronavirus y a los asistentes sanitarios y cuidadores que los asisten, se contempla la posibilidad de dar absoluciones colectivas, ¿lo ha hecho en alguna ocasión? En el caso de Valencia, ¿tienen el permiso pertinente del obispo?
D. Juan José Segarra: Efectivamente, las absoluciones colectivas están contempladas por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Sin perder de vista el Concilio de Trento, en donde se declara de modo solemne los tres actos necesarios para una remisión íntegra y perfecta de los pecados, a saber: la contrición, la confesión auricular y la satisfacción; desde la Instrucción de la Sagrada Penitenciaria apostólica el Ordinario del lugar juzga si se dan las condiciones señaladas en dicha Instrucción para impartirlas. Supuesto lo anterior, y dado que el Papa Francisco, el Domingo de Resurrección impartió la Bendición Urbi et Orbi, en la que se concede la Indulgencia, –junto con la propia indulgencia a los enfermos de COVID-19–, hasta el momento en Valencia no hemos recibo ninguna instrucción más.
zenit: Estos días, ¿cómo está viviendo la administración de la Unción de los enfermos? ¿Ha tenido alguna experiencia especial?
D. Juan José Segarra: Con mucha intensidad emocional y espiritual. Emocionalmente, a veces, y de forma espontánea, te pones a llorar sin saber la razón concreta. Un poco por todo, por el sufrimiento de las personas enfermas, de emoción por ver el coraje y gran esfuerzo del personal sanitario, por la frustración que causa no poder hacer más. Espiritualmente también. Cada vez que administro la Unción a los enfermos, bien sean los más graves, a personas mayores o enfermos en general, siento la presencia de Cristo conmigo en la habitación. Siento que estoy haciendo algo valioso por esa persona y me siento confirmado en mi fe y en mi sacerdocio.
Como experiencia especial diría que, además de notar la presencia de Cristo intensamente, también he visto como, después de administrar la Unción de los enfermos, muchos de ellos sanan. Ya sabemos que el sacramento no es un rito de magia, pero es verdaderamente eficaz respecto de la sanación del cuerpo, junto con el perdón de los pecados de toda la vida pasada de la persona que lo recibe. Tanto es así, que me gustaría que alguien haga lo mismo por mí, llegado el caso. De hecho, así lo he dejado por escrito a mis superiores, en caso de que yo no pudiese solicitarlo y para que no dependa nunca, ni siquiera puntualmente, de la persona responsable de mi asistencia médica del hospital en la que estuviere ingresado y pudiese poner algún impedimento a la hora de que entrasen en mi habitación para administrarme el Sacramento.
zenit: En esta situación, ¿se ha encontrado con personas que previamente no se identificaran con la fe cristiana o fueran no creyentes, y al verlo a usted allí, se hayan querido acercar a Dios a través de usted?
D. Juan José Segarra: Efectivamente, así ha sido. Tampoco ha salido a colación en ese momento si la persona se identificaba o no con la fe cristiana o fuera no creyente. Pero la muerte da miedo, asusta. Esta enfermedad nos pone delante nuestra fragilidad y contingencia. Ante esto, muchas personas se abren a Dios. Y Dios, a través de sus sacerdotes que administran los Sacramentos, está siempre esperando para dar ese abrazo a sus hijos como la parábola del Padre Misericordioso. Desde luego que, si te ven, te solicitan. De ahí la absoluta necesidad de la presencia permanente de un sacerdote en la capellanía.
zenit: A finales de marzo, varios medios de comunicación publicaron la historia de Salvador padre y Salvador hijo, de la que usted fue cooperador. Al participar en el entierro de Salvador padre, al que asistieron varios familiares, excepto Salvador hijo, usted grabó la ceremonia que luego ofreció verla a Salvador hijo. ¿Cómo se le ocurrió la idea?
D. Juan José Segarra: Fue una moción del Espíritu Santo. Es una luz que viene a tu alma de forma súbita y se te ocurre la idea. No es mérito mío sino de Dios. El amor de Dios es creativo y ocurrente.
La muerte de un padre, sin una despedida, sin un último beso o abrazo, es tremendamente dura. De repente, tu padre o tu madre, un día desaparecen de tu vida sin más. Por eso, y bajo esa moción del Espíritu, entendí que el visionado del responso que se realizó por el papá de Salvador sería una manera de decir adiós a la persona amada. Ante la muerte de un ser querido, la despedida es muy importante para poder cerrar la etapa del duelo. Salvador estaba muy agradecido y se sintió confortado. Le dije también que, en su momento, celebraríamos el funeral convenientemente junto con toda la familia.
zenit: En estas situaciones, el sentimiento de tristeza que sienten los familiares es mayor al no poder despedirse de sus allegados difuntos, ¿cómo consuela usted a estas personas? ¿les propone alguna oración en concreto?
D. Juan José Segarra: Consolar a alguien a quien un familiar, de repente, desaparece de su vida, no es fácil. Aun así, es muy importante el testimonio del mensajero, es decir, del sacerdote o creyente que está consolando al familiar. Somos hombres y mujeres de fe, y ese trasfondo de esperanza que albergamos en nuestra alma se nota.
La oración por antonomasia que les propongo es la Santa Misa, que es lo más grande que un sacerdote puede ofrecer. Además de llevar el consuelo de Dios con nuestro testimonio, también lo hacemos con los sacramentos de la Iglesia, que son eficaces en el alma y en el cuerpo. No somos una especie de “psicólogos espirituales”, sino que, además, administramos los sacramentos que tienen un verdadero efecto en el alma para consolarla como ninguna otra palabra que un ser humano podría pronunciar para animar a alguien.