(zenit – 16 abril 2020).- Desde hace 24 años, los voluntarios de la Asociación Bocatas, pasión por el hombre se dedica a ofrecer compañía y alimento a los toxicómanos de la Cañada Real, un poblado desfavorecido de Madrid, España.
No obstante, ante la patente crisis de la COVID-19 decidieron dar un paso adelante y reinventarse, centrando sus esfuerzos en responder a esta nueva situación que está haciendo que multitud de personas y familias vivan en condiciones extremas.
De este modo, atienden semanalmente a más de 200 familias, más de 2.000 personas a las que reparten comida y otros artículos de primera necesidad gracias a un equipo de unos 90 voluntarios y a las donaciones de aquellos que no pueden unirse físicamente.
Reinventarse ante el coronavirus
En declaraciones concedidas a zenit, Jesús de Alba, Chules, co-fundador de la organización, explica que esta forma de reinventarse surgió de un “pensamiento sencillo”, de la “intuición” sobre los problemas que las personas que “viven al día” podrían estar pasando dentro de esta situación de pandemia. Esta intuición se confirmó y lo que empezó como los orígenes de Bocatas, con 4 o 5 amigos, ha ido creciendo como la espuma.
Chules indica que se trata de un proyecto “escalable”, que no se limita a abastecer a aquellos que lo necesitan, sino que pretende “abrazar a todos”, de manera que es una prioridad que la asociación y los voluntarios establezcan una relación de amistad con las personas atendidas.
De hecho, pretenden que este programa de ayuda se extienda después de la crisis, generando “una especie de apadrinamiento” en el que los voluntarios encargados de entregar semanalmente los alimentos realicen un seguimiento que permita cuidar a la 4 o 5 familias asignadas a cada uno.
La importancia del factor humano
En línea con el lema de Bocatas, “El amor siempre vence”, desde ella se hace hincapié en la prioridad de lo humano, en tratar a las personas con humanidad. Este es “un pensamiento sencillo y esencial que resulta novedoso dentro del mundo social”, a veces muy burocratizado.
Efectivamente, Jesús apunta que han podido comprobar que las relaciones de amistad que se establecen en la asociación hacen que las donaciones, los alimentos y las actividades sociales sean más eficaces y productivas: “Las familias no están contentas solo porque tienen un kilo de arroz, sino porque saben que tienen a otra persona que les acompaña, que les apoya, una sociedad que le acoge”.
Organización
El “campamento base” de Bocatas se encuentra en la parroquia de Santo Tomás Apóstol de Madrid, que cuenta con un gran almacén. En un principio, comenzaron atendiendo a las 50 familias de la Cáritas sostenidos por organizaciones como Banco de Alimentos y Cruz Roja, que poseen programas fijos para atajar la necesidad alimentaria, pero que, dada la situación excepcional actual, se encuentran desabastecidos.
Ante ello, dado que el número de beneficiarios de la iniciativa se ha multiplicado, ha sido necesario movilizarse por todo Madrid. De hecho, por ejemplo, para el reparto de hoy, han contado con la ayuda de Correos, del ejército y de donaciones como un arcón cedido por el Centro Hogar Sánchez, una tienda de muebles.
Falta de abastecimiento
El “punto débil” de la labor actual del programa, señala de Alba, no son las familias o los voluntarios, sino la citada falta de abastecimiento, sobre todo de alimentos no perecederos, tales como leche, aceite, latas de atún, conservas y garbanzos.
En el caso de la leche, “necesitamos unos 2.000-3.000 litros a la semana” y para lograrlo el co-fundador resalta el papel de las donaciones particulares canalizadas a través de su campaña de recaudación de fondos que les permite comprarlos.
Generosidad en las aportaciones
La media de las aportaciones suele rondar los 100 €, “gente que no es rica ha donado 1.000 €” e igualmente son bienvenidas cantidades más pequeñas, como 5 €, muestra de cada uno ayuda “al nivel que puede”.
También llegan contribuciones en especies, como las 3 cajas llenas de jamón, lomo y chorizo procedentes de una jamonería del centro madrileño.
De Alba describe que, además, las distintas asociaciones que se encuentran distribuyendo estos bienes de primera necesidad están en contacto constante y cuando existen excedentes de algún producto se los ceden las unas a las otras.
Voluntarios
En cuanto al capital humano que forma parte de Bocatas, cabe destacar que se trata de personas voluntarias. Comenzó con un grupo de amigos conocidos, pero está abierto a todo aquel que desee echar una mano.
En los 24 años que lleva funcionando Bocatas, “la mayor riqueza que se nos ha dado es la marea de gente que se ha ido uniendo en este tiempo”. Incluso algunos de los ex drogodependientes que recibían su ayuda, ahora colaboran cargando y descargando los camiones, sirviendo a los demás.
Además de los que se encuentran a pie de calle, existe un grupo que debe permanecer en casa, pero que se encarga de organizar y encontrar voluntarios, de entrevistar a las familias para conocerlas y determinar sus necesidades.
También hay un equipo encargado de contactar con empresas para compras y para que puedan aportar, un equipo de limpieza del almacén, otro de comunicación encargado de la web y redes sociales, una persona encargada de seleccionar fotos y videos, otra que gestiona las donaciones…
Solidaridad de toda la sociedad
Jesús de Alba se confiesa “conmovido” por el hecho de que esta situación ha despertado la solidaridad de muchas personas, desde cocineros a inspectores del Banco de España.
“Todo el mundo entiende el mensaje del Papa Francisco que apunta que nadie va a salir adelante si el prójimo está mal”, aplicado a empresas, países, comunidades de vecinos… Los ciudadanos desean poner su grano de arena al percibir que en general el mundo está sufriendo.
Lección de humanidad
Y resalta cómo la crisis del coronavirus ha generado una “riqueza humana espectacular” en la que intervienen individuos, colectivos, empresas privadas y públicas, de toda clase, condición y religión: “La semana pasada descargamos el excedente de fruta y verdura en la comunidad de Bangladesh de Lavapiés, donde pudimos observar como los musulmanes se ayudan entre ellos”.
A la vez, pide que, una vez todo pase, esta lección de humanidad “se nos quede en la cabeza” y sigamos estando pendientes de los que están a nuestro alrededor para ayudarnos los unos a los otros, que todo el mundo sienta “cercanía” y que nadie les abandona.
“Tsunami alimentario”
Por otro lado, desde Bocatas existe cierta preocupación por el futuro, se prevé un “segundo tsunami alimentario”, que afectará al abastecimiento de la alimentación, como ha ocurrido ya en el ámbito sanitario.
Asimismo, se teme que la falta de alimentos pueda generar tumultos porque “las necesidades de las familias siguen creciendo” y no están a su disposición los medios y la infraestructura requerida.
Todas las asociaciones comparten la ausencia de una fuente fija de alimentos y el constante desabastecimiento y son conscientes de que si llegase este tsunami deben estar todos unidos y planificar el trabajo eficazmente para que no se desborde.
Distintas formas de colaborar
Finalmente, Chules recuerda que una de las formas más cruciales de colaborar es lograr contactar con empresas de alimentación que puedan ayudar a subsanar el problema de aprovisionamiento y llegar a todas las personas. Si se trata de grandes cantidades, conviene contactar con Banco de Alimentos.
En segundo lugar, es necesario seguir contando con voluntarios que puedan hacer frente a todas las actividades que conlleva la iniciativa (almacen, carga y descarga de camiones, distribución, comunicación…), ya que es previsible que los repartos semanales aumenten.
Del mismo modo, apunta la posibilidad de aportar alimentos, insistiendo en que de inmediato son precisos los no perecederos: leche, aceite y atún para abastecer a unas 2.000 personas a la semana.
Para aquellos que no se encuentren en Madrid o que no puedan salir de casa, se encuentra la campaña de donativos que puede realizarse en el número de cuenta de la asociación: ES98 0081 0299 9900 0176 3181.