(zenit – 22 abril 2020).- Ante la pandemia del coronavirus, quienes más sufren sus consecuencias son sin duda los más vulnerables. En los Estados Unidos de América, los hispanos pertenecen a ese grupo.
zenit ha contactado con líderes nacionales hispanos para conocer cómo dicha comunidad enfrenta este duro desafío y cómo la Iglesia le asiste.
En Baltimore: solidaridad entre hermanos
“Jesús nos invita a tener una ética de solidaridad. El amor al prójimo es el gran mandamiento que Él nos enseñó. En nuestra arquidiócesis hemos sido testigos de una ola de compromiso con el hermano”, expresa Lía Salinas, salvadoreña, directora del Ministerio Hispano de la arquidiócesis de Baltimore. “Muchas de nuestras parroquias han organizado reparticiones de canastas básicas para los más necesitados de sus comunidades y para todos los que requieran ayuda. Parroquias como Sagrado Corazon en Glyndon, San Gabriel en Owens Mill, entre otras, continúan sus esfuerzos para poder reabastecer sus despensas de comida y dependen de la caridad de sus feligreses. Soy testigo de la gran labor que llevan a cabo los voluntarios, no solo hispanos, sino también nuestros hermanos anglosajones que se han unido a estos esfuerzos”, apunta Salinas.
Al respecto de la cantidad de servicios que se ofrecen, la directora informa que “de las veinte parroquias donde hay ministerio hispano, catorce tienen bancos de comida o están distribuyendo despensa. En Sagrado Corazón en Glyndon se distribuyeron 400 canastas básicas el Domingo de Resurrección; en San Gabriel, el pasado 5 de abril se entregaron cerca de 500 despensas y continúan distribuyendo ayuda a 50 familias semanalmente”.
La comida se está acabando a muchas familias, especialmente indocumentadas que no tienen trabajo. Sobre esto comparte Salinas que “en el oeste de Maryland, en la ciudad de Hagerstown, unos hermanos se han unido para llevar personalmente la ayuda a familias que después de un mes sin trabajar, indocumentados que no califican para ayuda del gobierno, han puesto de su propio bolsillo para darle de comer al hambriento. Algunas familias ya entran en la desesperación por no tener ingresos económicos y la comida se les está acabando”.
En el centro: apoyo a los párrocos
Por su parte, Elisabeth Román, puertorriqueña, presidenta del Consejo Católico Nacional de Ministerio Hispano en Estados Unidos, hace referencia a la diócesis de Joliet, en Illinois, al norte del país. La líder afirma que “lo que hemos visto aquí ha sido cómo las comunidades se han ido apoyando y se adaptaron dentro de sus posibilidades. En esta nueva realidad, están distribuyendo comida en las parroquias. En Semana Santa se reunían en los estacionamientos de las parroquias para adorar al Santísimo. El Jueves Santo, Viernes Santo, seguimos conectándonos a través de diversas plataformas, con transmisión en vivo”.
Al respecto de los sacerdotes, Román expresa que “estamos apoyando a los párrocos desde un equipo de discípulos misioneros que tenemos en la diócesis. Nos reunimos con los sacerdotes, que también se sienten bastante solos y que tuvieron una Semana Santa difícil, celebrando Misa en unas iglesias que están vacías. Tratamos lo más posible de acompañar a esos párrocos, para que ellos puedan acompañar a los feligreses que los necesitan”.
En el sureste: pastoral integral
El P. Rafael Capó, puertorriqueño, director de la Oficina de Ministerio Hispano del Sudeste, de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos y director de SEPI, Instituto Pastoral del Sureste, con sede en Miami, expresa que “una prioridad para la pastoral hispana del sureste durante la pandemia del coronavirus ha sido el acompañamiento de los jóvenes y las familias. El SEPI ha coordinado una serie de sesiones en línea abiertas a los líderes y comunidades hispanas, en las que terapistas y consejeros han dado orientaciones de cómo vivir la cuarentena en el hogar de una manera constructiva y cristiana”.
Asistencia a familias de deportados
Sobre las duras pruebas de familias con miembros deportados, Capó afirma que “de manera especial se ha llevado adelante, con el apoyo de Catholic Extension, un programa de acompañamiento a las familias migrantes en Mississippi, donde una redada de inmigración se llevó arrestados a cientos de miembros de la comunidad, dejando niños desamparados y familias en situación de crisis. Psicólogos y terapistas del SEPI han estado en contacto con estas familias de manera virtual en estas semanas después de haber acompañado a la comunidad en un retiro espiritual antes de iniciar la Cuaresma”.
Pastoral juvenil hispana en salida
La juventud juega un rol esencial en la pastoral hispana en EE.UU. El sacerdote manifiesta al respecto que “los jóvenes líderes de la Pastoral Juvenil del Sureste también han estado trabajando durante la pandemia, dirigiendo un retiro espiritual virtual con el Libro de la Pascua del SEPI 2020. Jóvenes de Miami, San Agustín, Charlotte y Knoxville dirigieron distintas sesiones de este retiro en el que participaron más de 2.600 jóvenes de las diócesis del Sureste. El acompañamiento ha sido espiritual y formativo, en salida a las periferias de la pastoral hispana, llegando a personas que de otra manera no tendrían acceso a recursos de formación durante esta emergencia”.
Evangelización en línea
Sobre la oportunidad de aprovechar recursos online para estudio y espiritualidad, Capó declara que “la Semana Santa estuvo marcada por un hermoso Vía Crucis virtual dirigido por directores diocesanos y líderes de la Pastoral Juvenil. Y el tiempo de Pascua ha arrancado con una serie de cursos en línea de Biblia, Teología, espiritualidad y pastoral, abiertos a toda la comunidad hispana del Sureste. Así el SEPI se ha hecho presente, acompañando al pueblo hispano en estos momentos de dificultad”.
Este tiempo de pandemia desarrolla la creatividad del evangelizador, misionero y servidor hispano en los Estados Unidos. Compartiremos el testimonio de otros líderes nacionales de la comunidad hispana en esta nación en próximas ediciones.
* Las fotos cortesía de Adriana Visoso, presidenta de ‘La Red, National Catholic Network de Pastoral Juvenil Hispana”, y fueron tomadas en la iglesia San Camilo, de Silver Spring, Maryland.