(zenit – 30 julio 2020).- En este año de la COVID-19, algunas diócesis de España han adaptado sus campamentos de verano a la situación de pandemia para no privar a niños y jóvenes de este espacio veraniego en el que se combinan las actividades de ocio con la formación humana y espiritual.
Tal es el caso de la Escuela de Tiempo Libre y Animación Sociocultural GAUDIUM, perteneciente a la diócesis de Córdoba, en España, que ha organizado el campamento de la parroquia Santa María la Mayor de Baena en el Centro Cristo Rey, en Villanueva de Córdoba (Córdoba).
Celebrado del 20 al 25 de julio de 2020, este campamento ha cumplido todas las medidas de seguridad e higiene exigidas para el coronavirus.
Escuela Gaudium
Esta escuela diocesana, que también ofrece formación a los monitores, surgió como una herramienta de formación para todos los jóvenes de la diócesis. Abierta a toda la sociedad, desde ella se busca el ocio y tiempo libre como herramienta para la evangelización.
Para conocer de primera mano cual ha sido la experiencia de celebrar un campamento en este periodo tan excepcional, zenit ha conversado con Juan Carlos Vacas, monitor del mismo.
16 niños
Para Juan Carlos, este es el segundo campamento como monitor en GAUDIUM y se animó a ejercer esta bella labor alentado por sus amigos, pues “ellos me veían con buenas cualidades” para ello.
Al campamento de la parroquia Santa María la Mayor de Baena asistieron 16 niños desde los 10 años hasta los 15, acompañados por 16 monitores. Juan Carlos señala que este año se ha notado la menor afluencia de participantes, pues el anterior, enese mismo campamento, participaron 100 niños.
Este año en la diócesis de Córdoba solo se ha celebrado esta edición de campamentos de verano, pero, en 2019, GAUDIUM organizó varios de ellos,a los que asistieron unos 1.500 niños y 500 monitores.
Adaptación de las actividades
Por otro lado, el joven reconoce que la experiencia de organizar y celebrar un campamento adaptado a las medidas de prevención de la COVID-19 ha sido “un tanto complicada”.
La disposición principal contra el contagio fue el distanciamiento entre los niños. En este aspecto es “donde más se ha notado”, ya que “este año tenías que saber transmitir verbalmente todo lo que no podías hacer mediante las expresiones y actos” de típico físico.
Asimismo, describe que, “había que coordinar mucho las cosas para respetar todas las medidas. Los niños debían llevar siempre mascarilla, también se utilizaba el gel desinfectante para cada momento, la toma de temperatura 2 veces al día y la desinfección de materiales y espacios después de cada actividad”.
Concienciación
A pesar de todas las limitaciones que las circunstancias imponían, Juan Carlos relata que los muchachos se adaptaron “bastante bien” a las condiciones establecidas y han disfrutado del campamento diocesano.
“La mascarilla era de uso obligatorio durante todo el día y pensábamos que iba a haber quejas, pero desde el segundo día se convirtió en una prenda más”, relata.
Igualmente, se ha incidido en la concienciación sobre la importancia de la prevención de los contagios, para ser conscientes de lo que ha ocurrido “y de lo que puede ocurrir de nuevo si no colaboramos todos”, expone el monitor.
Actividades de ocio y espirituales
La rutina del campamento contaba con actividades matinales “como juegos deportivos, torneos, talleres diferentes como elaboración de jabón, pulseras, chapas” y también con un rato de piscina.
En cuanto a la parte espiritual, los chavales participaban en la oración de la mañana y de la noche, en catequesis y en la Eucaristía.
“Donde los niños suelen disfrutar más es en la velada: un juego multimedia nocturno en el cual mediante pruebas (este año muy adaptadas) y el espectáculo, los niños van consiguiendo los objetivos propuestos”, concluye Juan Carlos.