(zenit – 1 sept. 2020).- Durante todo el mes de septiembre, la Iglesia celebra el mes de la Biblia. A lo largo de este tiempo, en las comunidades cristianas se desarrollan actividades para acercarse mejor y con más provecho a la Palabra de Dios.
Con motivo del mismo, el padre teatino Carlos Gómez-Ruiz ha elaborado un artículo para zenit, que se expone a continuación.
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Que la Palabra divina “sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial” (VD 1), era lo que esperaba y deseaba el papa Benedicto XVI al escribir Verbum Domini (VD) en 2010. Este deseo y esperanza fueron retomados por el papa Francisco, aunque aumentando el nivel de expectativa, al afirmar en Evangelii Gaudium que “es indispensable” que así lo sea, porque “la Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana” (EG 174).
En algunas regiones del mundo, el mes de septiembre está tradicionalmente centrado en el estudio y la meditación de la Palabra de Dios. Esta acción pastoral surgió como respuesta a lo que había meditado y expresado el Concilio Vaticano II que había sido convocado por el papa san Juan XXIII en diciembre de 1961.
¿Por qué septiembre?
Se ha escogido septiembre para esta iniciativa pastoral porque en este mes se recuerdan diversos sucesos relacionados con la Sagrada Escritura y su traducción.
El primero de ellos y el más antiguo es el hecho de que el 30 de septiembre del año 420, murió san Jerónimo de Estridón. Al celebrar la memoria de este santo padre y doctor de la Iglesia, que recibió del papa san Dámaso el encargo de traducir la Biblia al latín, la Iglesia recuerda su profunda convicción de que “quien no conoce la Sagrada Escritura, no conoce a Cristo”. Jerónimo, en efecto, viajo a Tierra Santa y se dedicó traducir manuscritos antiguos de sus idiomas originales –hebreo, arameo y griego– al latín de su tiempo, traducción conocida como Vulgata y de la que más tarde se extraerían las perícopas para la epístola y el evangelio de la Misa Tridentina.
Otro acontecimiento bíblico que se celebra en septiembre es el del aniversario de la edición completa al español, el 26 o 28 de septiembre de 1569 en Basilea (Suiza), de la traducción de Casiodoro de Reina que llevaba el largo título de: La Biblia, que es, los Sacros Libros del Viejo y Nuevo Testamento. Trasladada en español, más conocida como Biblia del Oso por la ilustración de su portada –era un oso intentando extraer miel de un panal en un árbol; en realidad el panal era el símbolo del editor e impresor suizo, Matthias Apiarius–.
Dicha Biblia fue revisada en 1602 por Cipriano de Valera, revisión de la traducción que se conoció como la Biblia del Cántaro –también por la ilustración de su portada–. Dado que el texto surgió en el contexto de las iglesias evangélicas, es muy leída por éstas y suele llamarse Biblia Reina-Valera.
El acontecimiento bíblico que más recientemente ha tenido lugar en este mes sucedió hace ya diez años, en 2010, cuando el papa Benedicto XVI firmó la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, como fruto del Sínodo de los obispos sobre “La Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia”, que había tenido lugar en Roma dos años antes, o sea en 2008. En Verbum Domini el Papa pedía también que se garantizase a todos la libertad de conciencia y religión, así como el poder testimoniar públicamente la propia fe.
Orar, vivir y compartir la Palabra de Dios
El objetivo pastoral explícito para el mes de la Biblia es, pues, el de incitar entre los fieles el hábito de leer la Biblia, porque para entenderla y, sobre todo, para interpretarla correctamente, el presupuesto o clave es leerla por completo y personalmente.
Para lograr este objetivo lo que más ayuda es orar, vivir y compartir la Palabra de Dios con las personas que nos rodean.
Algunas comunidades tienen proyectos concretos, por ejemplo, la Conferencia Episcopal de Brasil se propuso para este año dedicarse a profundizar en el libro del Deuteronomio. Lo que todos podemos hacer para vivir este mes es muy variado y depende mucho de la creatividad.
Sugerencias para el mes de la Biblia
A continuación, se enumeran algunas prácticas que pueden ayudar a tener una idea sobre todo lo que podemos hacer en este mes de la Biblia: la más obvia, y que desafortunadamente no siempre se hace, es tomar con humildad la propia Biblia y abrirla (para leerla, obvio); también se puede escoger un Evangelio para leerlo a lo largo de este mes, sea apoyándose en algún plan de lectura o libremente.
Un programa de lectura puede servir de guía a la lectura también de otras secciones bíblicas, aunque siempre con el corazón abierto a la escucha de lo que Dios quiera decirnos personalmente. El mensaje de la Palabra se puede meditar y puede luego ser respondido, cierto, en la oración y, sobre todo, en las obras.
Promover el mes de la Biblia en la propia iglesia es una gran aventura, de las mejores que uno puede experimentar porque siempre sorprenden sus frutos. Igualmente se puede hacer lo posible por difundir este mes la Biblia en las redes sociales. Todo para que la Palabra divina “sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial” (Benedicto XVI, VD 1).