(zenit – 23 sept. 2020).- Los obispos de Colombia condenan las masacres en los municipios de Buenos Aires (Cauca), Mosquera y El Charco (Nariño) y piden “a todos los que siguen generando violencia que pongan fin definitivamente a esta máquina de la muerte”, reafirmando la sacralidad de la vida humana.
De acuerdo a un comunicado del episcopado colombiano, el pasado 20 de septiembre fallecieron en altercados: seis jóvenes en la zona rural del municipio de Buenos Aires y cuatro personas en los de Mosquera y El Charco, “hechos que también han dejado heridos y destrozos materiales”.
Cercanía de los obispos
En la nota, los prelados manifiestan su “solidaria cercanía a sus seres queridos, a las comunidades municipales a las que pertenecían, a la arquidiócesis de Popayán y a la diócesis de Tumaco” y oran por “la pronta recuperación de los heridos”.
Igualmente, sostienen que resulta “desgarrador constatar la extensa lista de asesinatos y atentados que, en diversos escenarios, han tenido lugar en el país en los últimos meses” y que “las agresiones contra la vida y dignidad humanas son cada vez más atroces, y traen consecuencias humanitarias cada vez más graves para toda la nación”.
La vida humana es sagrada
Frente a este panorama de violencia, y en el marco del Día Internacional de la Paz, los obispos católicos de Colombia reafirman “que la vida humana es sagrada y que atentar contra ella es un crimen gravísimo, en contra de las personas y de las comunidades” y que “no es posible alcanzar la paz si no se respeta y se defiende la vida”.
Asimismo, demandan por parte de todos los que siguen generando violencia “que pongan definitivamente fin a esta maquinaria de muerte” y llaman al pueblo colombiano a asumir “un compromiso claro y valiente con la defensa de la vida”, tarea que reclama la participación de todos: entidades gubernamentales, instituciones públicas y privadas, sociedad civil y familias.
Medidas de protección
Por otro lado, exigen a las autoridades competentes “que fortalezcan las medidas de protección para las comunidades afectadas y avancen con diligencia en las correspondientes investigaciones y judicializaciones de los responsables de las masacres”.
Y convocan a que, “se dirijan iniciativas de solidaridad y apoyo a las comunidades que, en medio de las amenazas y la incertidumbre, siguen sufriendo las consecuencias directas de la violencia”.
Por último, los miembros del episcopado colombiano invitan a las comunidades católicas “a perseverar en la oración por la paz, así como a continuar promoviendo acciones que lleven a la reconciliación y a la defensa de la vida como derecho primario y fundamental de todas las personas”.