(zenit – 5 octubre 2020).- “Sin embargo, la Iglesia afirma la licitud de la sedación en el marco de la atención brindada al paciente, para que el fin de la vida se produzca en la mayor paz posible y en las mejores condiciones internas”: el documento Samaritanus Bonus.
El nuevo documento de la Santa Sede sobre “el cuidado de las personas en fases críticas y terminales de la vida” presenta un claro rechazo a la eutanasia y a la lógica del “rechazo como ensañamiento terapéutico”. Reflexiona sobre temas delicados como la vida prenatal y los estados reducidos de conciencia. Reafirma el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario.
Esta nueva “carta” de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el Fin de la Vida fue publicada y presentada a la prensa el martes 22 de septiembre de 2020. Fue aprobada por el Papa Francisco el 25 de junio y ordenó su publicación. El dicasterio adoptó el texto el 29 de enero.
Tras la prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido, y la afirmación de “la obligación moral de excluir el ensañamiento terapéutico”, el documento llega al “deber de alimentación e hidratación”, antes especificar la naturaleza de los “cuidados paliativos”. El documento luego analiza el lugar de la familia y el apoyo y la atención prenatal y pediátrica. Aquí el documento aborda el tema de la sedación.
Traducido por Raquel Anillo
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Terapias analgésicas y supresión de la conciencia
Algunos cuidados especializados requieren, por parte de los agentes sanitarios, una atención y competencias específicas para llevar a cabo la mejor práctica médica, desde el punto de vista ético, siempre conscientes de acercarse a las personas en su situación concreta de dolor.
Para disminuir los dolores del enfermo, la terapia analgésica utiliza fármacos que pueden causar la supresión de la conciencia (sedación). Un profundo sentido religioso puede permitir al paciente vivir el dolor como un ofrecimiento especial a Dios, en la óptica de la Redención;[73] sin embargo, la Iglesia afirma la licitud de la sedación como parte de los cuidados que se ofrecen al paciente, de tal manera que el final de la vida acontezca con la máxima paz posible y en las mejores condiciones interiores. Esto es verdad también en el caso de tratamientos que anticipan el momento de la muerte (sedación paliativa profunda en fase terminal),[74] siempre, en la medida de lo posible, con el consentimiento informado del paciente. Desde el punto de vista pastoral, es bueno cuidar la preparación espiritual del enfermo para que llegue conscientemente tanto a la muerte como al encuentro con Dios.[75] El uso de los analgésicos es, por tanto, una parte de los cuidados del paciente, pero cualquier administración que cause directa e intencionalmente la muerte es una práctica eutanásica y es inaceptable.[76] La sedación debe por tanto excluir, como su objetivo directo, la intención de matar, incluso si con ella es posible un condicionamiento a la muerte en todo caso inevitable.[77]
Se necesita aquí una aclaración en relación al contexto pediátrico: en el caso del niño incapaz de entender, como por ejemplo un neonato, no se debe cometer el error de suponer que el niño podrá soportar el dolor y aceptarlo, cuando existen sistemas para aliviarlo. Por eso, es un deber médico trabajar para reducir al máximo posible el sufrimiento del niño, de tal manera que pueda alcanzar la muerte natural en paz y pudiendo percibir lo mejor posible la presencia amorosa de los médicos y, sobre todo, de la familia.