(zenit – 7 oct. 2020).- Las virtudes heroicas de la sierva de Dios María Dolores Segarra Gestoso (1921-1959), fundadora de las Hermanas Misioneras de Cristo Sacerdote, fueron reconocidas por el Papa Francisco el 29 de septiembre de 2020. El reconocimiento de un milagro abriría la puerta a su beatificación.
El Papa ha aprobado la publicación de 4 decretos de la Congregación para las Causas de los Santos sobre un milagro atribuido a la intercesión de una laica italiana, el martirio de cuatro sacerdotes españoles y las “virtudes heroicas” de dos religiosas española.
María Dolores Segarra Gestoso nació el 15 de marzo de 1921 en Melilla (España). Era la tercera de siete hermanos en la familia y se destacó desde sus primeros años por su generosidad hacia los pobres y su amor por la Eucaristía y la Virgen, como leemos en su biografía en español publicada por las Hermanas Misioneras de Cristo Sacerdote.
Desde muy joven se dedicó a obras de caridad en varias ciudades de España, viajando con su padre, que era soldado.
A pesar de su creciente deseo de consagrarse a Dios como religiosa, María Dolores no encontró la congregación “que llevaba en su alma” con líneas muy definidas: oración, sacrificio, “santidad de los sacerdotes” y un “apostolado directo a las almas en colaboración con la jerarquía”.
Fiel a “este espíritu sacerdotal al que se sintió fuertemente llamada por el Señor, y después de muchos sufrimientos e incomprensiones”, comenzó, en 1955, a organizar su congregación bajo la dirección espiritual de Mons. Sebastián Carrasco Jiménez, su antiguo párroco y más tarde vicario general de Málaga.
El 4 de octubre de 1957, la Pía Unión de los Misioneros de Cristo Sacerdote fue aprobada por la diócesis de Guadix-Baza. Esta vocación específica se basaba en dos frases evangélicas: “Me santifico por ellos” (Jn 17, 19) y “Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 37-38).
María Dolores siempre aspiró a seguir los pasos de Cristo: “El alma que ama lo hace todo para unirse al Señor y amarlo”, dijo. Todo, absolutamente todo, puede transformarse en algo nuevo, efectivo para las almas, cuando el celo por la gloria de Dios reina en el corazón”.
Su espiritualidad se refleja en esta frase: “Nuestra vocación es la de la entrega total. Esta exige que todos los actos de mi día, todas las oraciones, todos los sacrificios, en una palabra: TODO, se dirijan a una meta: la gloria de Dios en la santificación de los sacerdotes para el bien de las almas”.
María Dolores estuvo al frente de su Congregación solo 16 meses: murió en Granada el 1 de marzo de 1959 por una enfermedad hepática crónica, cuando aún no tenía 38 años.
Su cuerpo reposa en la cripta del colegio Santa María de Las Rozas, en Madrid, España.
Con la autorización de la Sede Apostólica, concedida el 11 de junio de 1969, monseñor Casimiro Morcillo, arzobispo de Madrid-Alcalá, erigió la Pía Unión de los Misioneros de Cristo Sacerdote como Congregación de Derecho Diocesano. Actualmente está presente en Madrid, A Coruña, Granada, Cáceres, Guadix y Perú, con apostolados muy diversos.