(zenit – 27 nov. 2020)-. Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y colaborador de zenit, será creado cardenal el día de mañana, 28 de noviembre de 2020.
El Papa Francisco celebra el 7º Consistorio de Cardenales de su pontificado y la Iglesia contará con 13 nuevos miembros del Colegio Cardenalicio. Nueve de ellos son menores de ochenta años y, por tanto, electores con derecho a participar en un futuro cónclave, a ellos se agregan cuatro mayores de ochenta años, no electores.
Una extensa trayectoria
Monseñor Arizmendi presenta una extensa trayectoria en la Iglesia en México, principalmente en la atención de las comunidades indígenas y como miembro del Departamento de Cultura y Educación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de agosto de 1963 en la entonces diócesis de Toluca, hoy arquidiócesis. En ella sirvió como sacerdote hasta 1991, cuando el papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Tapachula, Chiapas, ciudad fronteriza con Guatemala, y uno de los principales puntos de paso de los migrantes centroamericanos a México.
Nueve años después, san Juan Pablo II lo nombró obispo de San Cristóbal de las Casas, diócesis en la región de Los Altos de Chiapas. Esta circunscripción es conocida por sus pueblos indígenas y se encuentra en uno de los estados más pobres de México.
En 2015, al cumplir 75 años, edad canónica a la que puede solicitarse la renuncia al Pontífice, la presentó a Francisco. Esta fue aceptada dos años después y desde entonces es obispo emérito de San Cristóbal de las Casas.
Tras recibir la noticia de que se convertiría en el séptimo cardenal de México, en los días posteriores, zenit conversó en exclusiva con el prelado, que cada semana comparte con nosotros sus interesantes reflexiones sobre temas de actualidad.
La llegada de la noticia
El Papa Francisco anunció en el Ángelus del pasado 25 de octubre la fecha del Consistorio y los nombres de los cardenales electos. Mons. Arizmendi cuenta que no esperaba para nada la llegada de esta nueva: “Como cada fin de semana, estaba en mi pueblo natal, Chiltepec, una pequeña población mayoritariamente campesina. Empecé el día con la Liturgia de las Horas, desconociendo en absoluto el anuncio que acababa de hacer el Papa”.
“En mi oración con el Oficio de Lectura, acostumbro meditar el mensaje previo al Ángelus”, relata: “Abrí mi computadora y empecé a ver muchos mensajes de felicitación. Fui a la página del Vaticano y vi la noticia, con estupor y angustia. Entre lágrimas y oraciones, se enteraron mi familia y mis paisanos. Con ellos, celebré la Eucaristía de medio día, como cada domingo”.
Consistorio en medio de la pandemia
Sobre las reacciones de sus familiares y allegados, narra que “la gran mayoría han reaccionado con mucha alegría, sintiéndose orgullosos y felices por este nombramiento”. “Muchos estaban planeando acompañarme a Roma, pero comprenden que la pandemia ha puesto muchas limitaciones. Me están acompañando con más oraciones, que necesito y agradezco”, prosigue.
Tras la sorpresa inicial, el obispo emérito describe que los días previos al Consistorio los vivió “con tensiones, por las restricciones sanitarias en Italia; estoy expuesto, como todos, a contagiarme con el coronavirus, y que eso me pudiera impedir participar en forma presencial. Además, me tensionan los preparativos de los nuevos ropajes, a los que no estoy acostumbrado”.
Finalmente, siguiendo estrictamente todas las medidas establecidas para la prevención de la COVID-19, monseñor Arizmendi se encuentra en el Vaticano y, Dios mediante, mañana estará presente en la ceremonia de creación de cardenales.
Servicio pastoral a los indígenas
El futuro purpurado mexicano comentó que este título concedido por el Santo Padre más que un reconocimiento personal es un homenaje a los pueblos indígenas de México y a los obispos, sacerdotes y religiosos que sirven a estas comunidades.
Al ser preguntado por su experiencia como obispo de Tapachula y de San Cristóbal de las Casas y sobre el significado del encargo que le hizo el papa Juan Pablo II, responde: “Yo soy fruto de mi familia, de mi pueblo nativo, de la arquidiócesis de Toluca, que me formaron. Son mis raíces, que nunca he querido cortar. Mi pueblo ahora pertenece a la diócesis de Tenancingo, a la que valoro mucho”.
“El 7 de marzo de 1991 fui consagrado obispo de Tapachula y allí estuve 9 años. Desde el 1 de mayo del 2000 hasta el 3 de enero de 2018, serví en San Cristóbal de Las Casas. Nunca dejaré de reconocer que soy hijo de estas iglesias, que me han formado y que me han hecho lo que soy; a ellas les debo todo, como mediaciones del amor misericordioso de Dios”, describe.
La diócesis de Tapachula “implicó para mí la encarnación en una realidad pluricultural, pues allí hay chinos, japoneses, alemanes y muchos guatemaltecos. Cuando llegué, había unos cincuenta mil refugiados guatemaltecos, que habían salido de su país por la guerra que había dañado tanto a ese pueblo hermano. Además, es el paso de miles de migrantes, y había que continuar el trabajo de mi antecesor, Luis Miguel Cantón Marín, para atenderles humanitariamente”.
“La diócesis de San Cristóbal de Las Casas, erigida en 1539, con su primer obispo Bartolomé de Las Casas, y presidida durante cuarenta años por mi ilustre antecesor, Mons. Samuel Ruiz García, significó para mí un reto doloroso y comprometedor, pues había muchos que apreciaban de corazón a J’Tatik Samuel, y otros que lo rechazaban. Me encontré una diócesis muy dividida, sobre todo por la cuestión indígena”, continúa.
No obstante, “gracias al Espíritu Santo y al buen corazón de todos, pudimos avanzar en la inculturación de la Iglesia y del Evangelio, y en un proceso de reconciliación eclesial, que mi sucesor, Mons. Rodrigo Aguilar Martínez, prosigue con gran amor pastoral”.
Visita del Papa en 2016
El Papa Francisco estuvo en San Cristóbal de las Casas el 15 de febrero 2016 y allí pudo observar la vida de la Iglesia en este lugar. Mons. Arizmendi estima que esta visita fue “un signo elocuente para los indígenas; se sintieron tomados en cuenta y que valen en la Iglesia y en la sociedad”.
El obispo sugirió al Papa que tomara los alimentos de medio día con 13 indígenas “y aceptó gustoso; fue un momento sublime de comunión fraterna y muy cercana. En mucha comunicación con los ceremonieros pontificios, logramos muchos signos de inculturación católica en la Misa”.
Situación actual en la diócesis
Respecto a la situación actual de ese territorio, el futuro purpurado sostiene que “sigue siendo de pobreza y marginación. Pude vivir el progreso que se ha logrado en educación, salud, vías de comunicación, electrificación, etc., pero aún esas comunidades siguen viviendo la falta de oportunidades para una vida más digna”.
Los principales retos “siguen siendo, por una parte, la mejor atención a esos factores fundamentales de desarrollo integral, y por otra el servicio humanitario a tantos migrantes que siguen pasando por allí; también el proceso de inculturación para las traducciones bíblicas y litúrgicas, y el acercamiento del corazón entre indígenas que se dividen entre sí mismos por cuestiones agrarias, sociales, políticas y religiosas, y entre indígenas y mestizos. Este es un proceso que no se acaba”, remarca.
Faceta como columnista
Además de su labor pastoral como sacerdote y obispo, Mons. Arizmendi lleva más de 40 años escribiendo para diferentes medios, civiles y religiosos, entre ellos, zenit. Sus comentarios sobre la realidad eclesial son seguidos semanalmente por muchas personas.
En torno a esta faceta como redactor de artículos, el pastor comenta que esta surgió en enero de 1979, tras el primer viaje del papa san Juan Pablo II a México: “Cuando regresó a Roma, consideré que era necesario ayudar a nuestro pueblo a recordar y digerir sus mensajes, que fueron muy profundos. Para ello, solicité a un diario local que me permitiera escribir una columna semanal”, detalla. Desde entonces, “lo he hecho, no porque yo tenga muchas capacidades, sino por la urgencia de evangelizar los distintos acontecimientos nacionales y mundiales con la luz de la Palabra de Dios y del magisterio eclesial”.
“Estoy convencido de que es una tarea que el Señor nos encomienda, y no podemos quedarnos tranquilos sólo comentando y lamentando lo que sucede, sino que debemos ofrecer al mundo la luz que hemos recibido. No escribo porque me sobre tiempo, porque nada tenga que hacer, por buscar publicidad, o por interés económico (nadie me paga nada), sino por encender un cerillo en medio de la oscuridad”, remarca.
Asistir al Obispo de Roma
Francisco, después de enumerar los nombres de los cardenales en el Ángelus del 25 de octubre, pidió oraciones para cada uno y para que “confirmando su adhesión a Cristo, me ayuden en mi ministerio de Obispo de Roma, por el bien de todo el santo pueblo fiel de Dios”.
Al ser cuestionado sobre el significado de estas palabras del Santo Padre para él, Arizmendi confiesa: “Me implican continuar dando este servicio evangelizador, no sólo en los artículos que escribo semanalmente, sino en lo que sea necesario”.
“Con frecuencia, los obispos me piden acompañar los ejercicios espirituales de su presbiterio, y ayudar en la santificación del clero es una tarea de primer orden. Si el Papa nos encomienda alguna tarea específica, hay que estar dispuestos a colaborar en su misión petrina. Con mis ochenta años, no creo que me confían algo más, sino sólo continuar haciendo el servicio evangelizador, que es la tarea no sólo de Pedro, sino de todos los discípulos de Jesús”, expone.
Continuar con el servicio
En cuanto a la cuestión sobre cómo será su vida tras ser creado cardenal, el colaborador de zenit comparte: “Espero que nada cambie, y que todo siga igual. Muchas personas me siguen llamando ‘padre Felipe’, ‘hermano obispo’, ¡y espero que no me traten con los títulos cardenalicios!”.
“Mi servicio actual es escuchar a personas que quieran conversar sobre su vida, atenderles en confesión, dar algunas charlas, ahora por Zoom, acompañar procesos indígenas en el país y en América Latina, como lo he podido hacer desde el CELAM”, continúa.
“Pido al Espíritu no vanagloriarme con este título, pues lo más importante en la vida no son los títulos, sino el servicio fraterno de amor. Lo decisivo, lo que nos hace valer más, es amar a Dios y a nuestro prójimo”, considera.
Momento de gratitud
Este reconocimiento a Mons. Felipe Arizmendi es momento para dar gracias a Dios y el prelado expresa su gratitud “desde luego a Dios, a la Virgen, al Papa Francisco y a sus inmediatos antecesores, a mi familia, a mi pueblo natal, a las diócesis que me formaron. Y suplico sus oraciones, para que sea fiel al Señor y a su Pueblo”.
Desde zenit agradecemos al Señor su presencia y cercanía con nosotros y le acompañamos mañana con oraciones.
Fotos: María Langarica, CEM, diócesis de San Cristóbal de las Casas