Por: Diego López, LC
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 10.11.2021).- En la Audiencia General de este miércoles, el Papa finalizó su catequesis sobre la carta de San Pablo a los Gálatas, tratando diversos aspectos de una vida cristiana libre y auténtica, deteniéndose especialmente en el modo de orar con el Espíritu Santo.
Un cristianismo desprovisto de empuje
El Santo Padre afirmó que “Pablo nunca pensó en un cristianismo de rasgos irénicos, desprovisto de empuje y de energía, al contrario. Defendió la libertad traída por Cristo con una pasión que todavía hoy conmueve, sobre todo si pensamos en los sufrimientos y la soledad que tuvo que sufrir”.
Sobre el tema de la libertad del cristiano puntualizó que “la libertad no equivale en absoluto a libertinaje, ni conduce a formas de presuntuosa autosuficiencia” sino que debe estar al servicio del amor. De este modo, ser libre para el cristiano supone servir a los demás con amor y por amor, y así “lleva a cumplimiento la Ley donada por Dios a Israel e impide recaer bajo la esclavitud del pecado”.
El Papa Francisco puso de ejemplo a San Pablo como alguien que “estaba convencido de haber recibido una llamada a la que solo él podía responder; y quiso explicar a los gálatas que también ellos estaban llamados a esa libertad, que les liberaba de toda forma de esclavitud, porque les hacía herederos de la promesa antigua y, en Cristo, hijos de Dios”.
No permitir que el cansancio frene el entusiasmo
Porque “somos conscientes de nuestros límites y tocamos con la mano cada día lo difícil que es ser dóciles al Espíritu”, afirma el Papa, “puede surgir el cansancio que frena el entusiasmo”.
Ante esta tentación el Papa nos invita a despertar a Cristo dentro de nosotros citando un sermón de San Agustín “La fe en Cristo en tu corazón es como Cristo presente en la nave. Escuchas insultos, te fatigas, te turbas: Cristo está dormido. ¡Despierta a Cristo, despierta tu fe! Algo puedes hacer, al menos cuando estés turbado: ¡despierta tu fe! Despierte Cristo y te diga… Despierta, pues, a Cristo… Cree lo dicho y se producirá en tu corazón una gran bonanza”.
Por tanto, “lo único que podemos hacer en los malos momentos es “despertar” a Cristo que está dentro de nosotros, pero “duerme” como en la barca. Es precisamente así. Debemos despertar a Cristo en nuestro corazón y solo entonces podremos contemplar las cosas con su mirada, porque Él ve más allá de la tormenta. A través de esa mirada serena, podemos ver un panorama que, solos, ni siquiera es concebible vislumbrar” siguió aconsejando el Papa.
La audiencia terminó con dos invitaciones muy claras a no cansarse de hacer el bien a pesar de la dificultad, y a pedir al Espíritu Santo que venga a nuestras vidas. Recomendó realizar la “bonita oración que la Iglesia recita en Pentecostés”, cuyo núcleo es la petición de “Ven”. Así hemos de orar al Espíritu para que nos haga libres y capaces de amar. A continuación, encuentran la oración a la que el Papa hizo referencia: la secuencia litúrgica de Pentecostés.
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.