(ZENIT Noticias / Roma, 15.11.2021).- El pasado 11 de noviembre la Santa Sede hizo pública una carta del Papa dirigida al 4º Forum de París sobre la paz. Tras su saludo, el Santo Padre plantea el hecho de la fase histórica en que se encuentra la familia humana ante la necesidad de elegir un “regreso a la normalidad”. Ofrecemos la traducción del original de las palabras del Papa, las cuales pueden ofrecer luz.
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1) ¿Qué significa “regresar a la normalidad”?
(…) La realidad que conocíamos antes de la pandemia era una en la que la riqueza y el crecimiento económico estaban reservados a una minoría mientras millones de personas no podían satisfacer sus necesidades más básicas y llevar una vida digna; un mundo en el que nuestra Tierra era saqueada por la explotación miope de los recursos, la contaminación, el consumismo desechable y herida por las guerras y los experimentos con armas de destrucción masiva. La vuelta a la normalidad significaría también un retorno a las viejas estructuras sociales inspiradas en «la autosuficiencia, el nacionalismo, el proteccionismo, el individualismo y el aislamiento» y la exclusión de nuestros hermanos más pobres. ¿Es este un futuro que podemos elegir?
2) Necesidad de una mejor salida
En este mundo globalizado pero fracturado, las decisiones que tomemos hoy para salir de la crisis determinan el «rumbo» de las generaciones venideras. A menudo perdemos de vista que somos una comunidad global y que «nadie se salva a sí mismo, sólo podemos salvarnos juntos». Por estas razones, necesitamos una nueva salida; tenemos que trabajar juntos para salir mejor que antes.
3) La falsa puerta de países mejor armados
La primera y más urgente cuestión a la que debemos dirigir nuestra atención es que no puede haber una cooperación que genere la paz sin un compromiso colectivo concreto con el desarme integral. El gasto militar en todo el mundo ha superado ya el nivel registrado al final de la «guerra fría» y aumenta sistemáticamente cada año. En efecto, las clases dirigentes y los gobiernos justifican este rearme remitiéndose a una idea abusiva de disuasión basada en el equilibrio de los armamentos. Desde esta perspectiva, los Estados se inclinan por perseguir sus intereses principalmente sobre la base del uso o la amenaza de la fuerza. Sin embargo, este sistema no garantiza la construcción y el mantenimiento de la paz. La idea de la disuasión, de hecho, ha resultado ser en muchos casos falaz, provocando grandes tragedias humanitarias. El Papa Juan XXIII ya había afirmado en su Carta Encíclica Pacem in Terris: «Que el criterio de paz basado en el equilibrio de los armamentos sea sustituido por el principio de que la verdadera paz sólo puede construirse mediante la confianza mutua».
También hay que subrayar que la lógica de la disuasión se ha combinado con la lógica del mercado liberal, según la cual el armamento puede considerarse del mismo modo que el resto de productos manufacturados y, por tanto, como tal, comercializarse libremente en todo el mundo. Por ello, no es casualidad que durante años hayamos asistido acríticamente a la expansión del mercado de armas a nivel mundial.
4) El papel de la doctrina social de la Iglesia
La pandemia ha sido una revelación para todos nosotros sobre las limitaciones y deficiencias de nuestras sociedades y estilos de vida. Y, sin embargo, en medio de esta realidad llena de sombras, necesitamos esperar, porque la esperanza es «un generador de energía, que estimula la inteligencia y da a la voluntad todo su dinamismo». La esperanza nos invita a soñar en grande y a dar cabida a la imaginación de nuevas posibilidades. La esperanza es audaz y fomenta la acción basada en el conocimiento de que la realidad puede cambiar. Mi esperanza es que la tradición cristiana, especialmente la doctrina social de la Iglesia, así como otras tradiciones religiosas, puedan ayudar a llevar a su reunión la esperanza fiable de que la injusticia y la violencia no son inevitables, no son nuestro destino.
5) No a un “regreso a la normalidad” caracterizado por la injustica
Generar modelos económicos que sirvan a las necesidades de todos y preserven la naturaleza y a la familia
Non sprechiamo questa opportunità di migliorare il nostro mondo; di adottare con decisione modalità più giuste per attuare il progresso e costruire la pace. Animati da questa convinzione, è possibile generare modelli economici che servano i bisogni di tutti preservando i doni della natura, come pure politiche lungimiranti che promuovano lo sviluppo integrale della famiglia umana.
Ante las consecuencias de la gran tormenta que ha sacudido al mundo, nuestra conciencia nos llama a una esperanza responsable, es decir, a no seguir el camino cómodo de volver a una «normalidad» marcada por la injusticia, sino a aceptar el reto de asumir la crisis como una «oportunidad concreta de conversión, de transformación, de repensar nuestro modo de vida y nuestros sistemas económicos y sociales». La esperanza responsable nos permite rechazar la tentación de las soluciones fáciles y nos da el coraje de avanzar por el camino del bien común, del cuidado de los pobres y de la casa común.
Generar modelos económicos que sirvan a las necesidades de todos y preserven la naturaleza y a la familia
No desperdiciemos esta oportunidad de mejorar nuestro mundo; de adoptar con decisión formas más justas de lograr el progreso y construir la paz. Animados por esta convicción, es posible generar modelos económicos que sirvan a las necesidades de todos preservando los dones de la naturaleza, así como políticas de futuro que promuevan el desarrollo integral de la familia humana.
N.B.: traducción del original realizado por el P. Jorge Enrique Mújica, LC