©PHOTOPQR/LE PARISIEN/Olivier Corsan ; Paris ; 31/05/2020 ; Paris, France, le 31 mai 2020. Plus d'un an après son incendie, le parvis de la cathédrale de Notre-Dame de Paris a été rouvert au public. Pour l'occasion, Mgr Michel Aupetit (sur la photo), archevêque de Paris, était présent. Paris, France, May 31, 2020. More than a year after its fire, the square in front of the Notre-Dame de Paris cathedral has been reopened to the public. For the occasion, Anne Hidalgo (on the right), the mayor of Paris, Mgr Patrick Chauvet (on the left), archpriest rector of the Notre-Dame de Paris cathedral and Frank Riester (in the center), the Minister of Culture were present . (MaxPPP TagID: maxnewsspecial444437.jpg) [Photo via MaxPPP]

Declaración del arzobispo emérito de París tras darse a conocer que el Papa acepta su dimisión

Decidimos publicar una traducción del comunicado más reciente que el mismo Mons. Aupetit dio a propósito de toda esta situación. La ofrecemos a continuación por sentido de transparencia.

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Por: Covadonga Asturias

(ZENIT Noticias / Paris, 04.12.2021).- En ZENIT hemos dado la información inicial acerca de la polémica suscitada en Francia a raíz de unos hechos con relación a la vida privada del ex arzobispo de París. Posteriormente nuestro director editorial también comunicó la aceptación de la “renuncia” por parte del Papa ofreciendo más contexto. Sabemos que el director editorial de nuestro portal está trabajando en un análisis más profundo sobre este caso y toda la situación en Francia, mientras tanto, por sentido de honestidad periodística, decidimos publicar una traducción del comunicado más reciente que el mismo Mons. Aupetit dio a propósito de toda esta situación. La ofrecemos a continuación (enlace original en francés y video original en YouTube).

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«El Señor ha dado, el Señor ha quitado. Bendito sea el nombre del Señor».

Esta frase de Job está en mi mente al recibir esta aceptación de la entrega de mi cargo por parte del Santo Padre. Los dolorosos acontecimientos de la semana pasada, de los que ya he hablado, me habían llevado a poner mi misión en manos del Papa Francisco para preservar a la diócesis de la división que siempre provocan la sospecha y la pérdida de confianza.

He recibido esta pesada carga de la Diócesis de París y he tratado de llevarla a cabo con fervor y dedicación. Doy gracias a Dios que siempre me ha concedido el don de una mirada benévola hacia mis semejantes y del amor a las personas, lo que me llevó al ejercicio de la medicina en primer lugar.

Cuidar es algo muy arraigado en mí y las dificultades de las relaciones entre las personas no lo disminuyen. Me alegro de haber servido a esta diócesis con magníficos equipos, clérigos, laicos, consagrados, totalmente entregados al servicio de Cristo, de la Iglesia y de sus hermanos. Hay demasiadas personas a las que agradecer para hacer una lista exhaustiva.

El día que entré en el seminario no tenía ni idea de adónde me llevaría, pero la confianza en Jesucristo que tenía en aquel momento sigue haciéndome estar totalmente disponible para seguirle donde él quiera. Por supuesto, me molestaron mucho los ataques contra mí. Hoy, doy gracias a Dios porque mi corazón está profundamente en paz.

Agradezco a las muchísimas personas que me han mostrado su confianza y su afecto en estos ocho días. Rezo por aquellos que me han deseado el mal, como nos enseñó Cristo, que nos ayuda más allá de nuestras pobres fuerzas. Pido perdón a quienes haya podido herir y os aseguro a todos mi profunda amistad y mi oración, que siempre será vuestra.

La diócesis de París está llena de un profundo dinamismo. Está en el camino de una nueva forma de vivir la fraternidad desde nuestro bautismo común, en una sinodalidad sin posturas entre los diferentes estados de vida. Tengo total confianza en lo que se ha iniciado con los vicarios generales y los distintos consejos que me rodean. Este impulso no se perderá y pido a todos que trabajen para que lo que se ha iniciado se cumpla con el aliento del Espíritu Santo.

Permanezco totalmente unido a ti y camino contigo hacia el cumplimiento de la salvación. Sólo puedo repetir el mensaje de mi primera homilía: «¡No miren al arzobispo, miren a Cristo!

Michel Aupetit

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Redacción Zenit

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