San Juan de Letrán, sede de la Diócesis de Roma. Foto: Archivo

La casa del Papa, San Juan de Letrán, abre las puertas a los turistas

Se abre al público la que por varios siglos fue la casa del Papa: el Palacio de Letrán podrá ser visitado por los peregrinos.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 06.12.2021).- Casi tres mil metros cuadrados, diez habitaciones, el piso papal, la capilla privada, la escalera monumental que conduce directamente a la basílica de San Juan de Letrán. Y la mesa donde se firmaron los Pactos de Letrán. Esto es parte de la riqueza artística con la que los visitantes se sorprenderán con el Palacio de Letrán -Casa del Obispo de Roma-, que abrirá sus puertas el 13 de diciembre de 2021.

Se trata de un trazado completamente nuevo, un recorrido seguro -accesible para todos- por la primera planta del Palacio Apostólico, con entrada desde la plaza de Porta San Giovanni, justo al lado de la catedral de Roma. Sólo se podrá acceder al lugar mediante visitas guiadas, en grupos de un máximo de 30 personas, acompañadas por las Hermanas Misioneras de la Divina Revelación, que desde hace años proponen itinerarios de arte y fe en Roma.

Fue el Papa Francisco quien propuso revitalizar la que durante siglos fue la residencia de los Papas, antes de que se trasladara al Vaticano. En una carta del pasado 20 de febrero, dirigida al cardenal vicario Angelo de Donatis, el Santo Padre escribía: «La Iglesia, a lo largo de los siglos, siempre ha trabajado para promover lo que es fruto del genio y la maestría de los artistas, a menudo testimonio de experiencias de fe y como instrumentos para dar honor a Dios. Esto se ha hecho no sólo por amor al arte, sino también para salvaguardar el patrimonio cultural frente a los desafíos y peligros que lo privarían de su función y valor. Esta especial responsabilidad, acompañada de una cuidadosa preocupación por considerar los lugares, los edificios y las obras como expresiones del espíritu humano y parte integrante de la cultura de la humanidad, ha permitido a mis predecesores transmitirlos a las distintas generaciones y trabajar para conservarlos y ponerlos a disposición de los visitantes y los estudiosos. Es una tarea que también compromete al Obispo de Roma hoy en día en hacer utilizable la belleza y la importancia de los bienes y el patrimonio artístico confiados a su protección”.

“Conociendo bien el profundo significado de este lugar», subrayó el cardenal De Donatis, «habría sido una pena no abrirlo al público, porque un bien tan grande debe ser compartido, debe ser ofrecido a los demás. Juan XXIII era el que estaba muy unido a este lugar, e incluso quería venir a vivir aquí. Desde hace tiempo, el Papa Francisco firma todos sus documentos desde Letrán para subrayar el vínculo con el lugar que alberga la cátedra del obispo de Roma».

Los visitantes serán acompañados por las Misioneras de la Divina Revelación. Es un gran privilegio y un gran honor para nosotras llevar a cabo este servicio de evangelización a través del arte», comentan. «La visita al Palacio de Letrán será un apasionante viaje por las páginas de la historia de la Iglesia, donde el arte y la fe se entrelazan en una fecundidad luminosa que logra transmitir el asombro, la sabiduría y la belleza a las diferentes generaciones».

Para trazar la historia del Palacio de Letrán hay que remontarse al 28 de octubre de 312, cuando las tropas de Constantino derrotaron a Majencio en la famosa batalla de Ponte Milvio. En aquella época se sentaba en el trono de Pedro el Papa Milcíades I, a quien Constantino donó la zona y los edificios que habían pertenecido a la antigua familia de Letrán. «Constantino -dice la hermana Rebecca Nazzaro, superiora de las Misioneras de la Divina Revelación- concedió la libertad de culto con el Edicto de Milán del año 313 y promovió la construcción de lugares de culto para los cristianos que, hasta entonces, habían profesado su fe en medio de la intolerancia y la persecución”.

Y añade: “La basílica del Santo Salvador, que más tarde se dedicaría también a los santos Bautista y Evangelista, fue la única que no se construyó sobre el lugar de enterramiento de un mártir, sino como ex voto suscepto (por gracia recibida), sobre los restos del Castra Nova Equitum singularium, el cuartel de los pretorianos del rival de Constantino, Majencio. La basílica fue consagrada el 9 de noviembre de 318 y dedicada al Santísimo Salvador, por el Papa Silvestre I. Además del Baptisterio, se anexionó posteriormente el Patriarcado, conocido como la Casa del Obispo de Roma.

A lo largo de los siglos, entre daños, vicisitudes y saqueos, estos lugares alcanzaron su máximo esplendor en la época medieval, bajo el papado de Inocencio III y Bonifacio VIII. El Palacio sirvió de residencia a los Papas durante unos mil años, pero cuando volvió la autoridad papal, tras la «Cautividad de Aviñón» (1309-1377), fue abandonado. De hecho, el Vaticano fue elegido como lugar para acoger al Papa, no sólo por los aspectos geográficos que lo hacían más seguro, sino sobre todo por la presencia de la tumba de Pedro. A pesar de ello, el Palacio seguiría manteniendo su prerrogativa de Patriarcado: todos los Papas, de hecho, una vez elegidos para el trono papal, toman posesión de Letrán.

La remodelación urbanística de todo el conjunto se produjo a instancias del Papa Sixto V (1585-1590), quien, en sólo cinco años de su pontificado, llevó a cabo una serie de operaciones de reestructuración y construcción en los alrededores y en toda la ciudad. Sin embargo, al final, Sixto V sólo pudo permanecer en Letrán durante un año y todos sus sucesores eligieron el Vaticano como su hogar.

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Redacción Zenit

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