(ZENIT Noticias, 16.12.2021).- El pasado domingo 12 de diciembre la Autoridad de Antigüedades de Israel dio a conocer el nuevo descubrimiento arqueológico en las tierras de María Magdalena: se encontró una segunda sinagoga que data del período del Segundo Templo. Esta nueva sinagoga se hallaba en la misma ciudad de Magdala, a tan solo 160 metros al oeste de la sinagoga que se encontró en el año 2009.
La novedad es que las dos sinagogas son contemporáneas. Nunca antes se había dado un descubrimiento de este tipo. Seguramente nos encontramos al inicio de una nueva línea de investigación sobre el sentido de las sinagogas en el periodo del segundo templo.
Ambas áreas parecen haber sufrido los efectos de la guerra de los romanos contra los judíos que culminaría en la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., pero que antes contaría con las conquistas de Gamla y Magdala en el 67 d.C. Se está a la expectativa de los estudios de la cerámica y de las monedas encontradas ahora.
El hecho de que coexistan dos sinagogas al mismo tiempo en una misma ciudad, a tan pocos metros de distancia, nos habla de un fuerte sentido de identidad comunitaria en la población de la Magdala del primer siglo. Además de ser centro de vida social, la sinagoga era lugar de lectura de las escrituras. Por ello, no es difícil concluir que la vida social en la Magdala de tiempo de Cristo estaba marcada por la espiritualidad bíblica. ¡Y esto en “la Galilea de los gentiles”!
Por los Evangelios sabemos que Jesús enseñaba en las sinagogas de Galilea y que en ellas curaba a los enfermos. Al estar las dos sinagogas en Magdala, a los pies del Monte Arbel, a un lado del Mar de Galilea, junto al camino natural de Nazaret a Cafarnaún, y siendo Magdala un centro de industria y exportación pesquera, no está fuera de lugar pensar que probablemente Jesús visitó estas sinagogas con sus discípulos pescadores.
Así se entiende el entusiasmo que este insólito descubrimiento ha suscitado tanto entre pueblo judío como entre los cristianos. La ciudad de Maria Magdalena, vista desde la arqueología, se va afirmando como un cruce de caminos de historia judía y cristiana, y en este sentido esperamos que siga creciendo en el espíritu de acogida y encuentro para todas las personas.